Lucero Hace mucho que no permanecía en silencio durante la cena, pero no podía dejar de pensar en Rosario y Omar. Si bien es cierto que tuve mis sospechas de que ella podía ser el puente en la situación considerando lo que encontré hasta ahora, en ningún documento apareció el nombre de Omar Qattan, hasta parecía un pésimo chiste de la vida que ellos tuvieran algo que ver, sin embargo, el mayor problema ahora era que ella y Ramiro estaban de regreso y, por ende, yo debía volver a la casa de él dificultándome la oportunidad de salir tan fácilmente como antes, eso sin mencionar que Ali todavía tenía mucho por decirme. —¿Hija? —la mano de mi padre se posó sobre la mía. —¿Estás bien? Te ves un poco pálida —¿¡Pálida!? Si tan solo supiera que estoy que me desmayo de la impresión, aunque quizás pueda usarlo a mi favor. —La verdad, no, creo que algo me cayó mal. —Entonces deberíamos volver a casa —dijo Ramiro. —Me gustaría acostarme primero, quizás se me pase si lo hago —él quedó extrañad
Lucero Desperté sintiendo el olor de café recién hecho, mis ojos se abrieron encontrando a Ramiro dejando una bandeja con el desayuno en la mesa y al girarse me ve un poco sorprendido. —Lo envía tu padre, no te hagas ilusiones. —No lo hice —respondí gentil acomodándome en la cama. —¿Te quedarás con nosotros o permanecerás en casa hasta el día de la boda? —Ya veremos, igual seguirás bajo estricta vigilancia las veinticuatro horas. —Por mí está bien, entre más rápido me acostumbre mejor —se acercó dejando su rostro muy cerca al mío queriendo intimidarme, pero no lo consiguió. —Nada de lo ocurrido anoche cambiará tu vida o mis planes contigo, pero puedes conseguir beneficios de seguirte portando como una buena golfa. —Tú sí sabes rebajarme de nivel en un segundo —rio repasando mi mentón. —por lo menos deberías subirme de categoría ya que seré tu esposa. —Solo hasta que la muerte nos separe. —Entonces con mayor razón deberías hacerlo, no vaya a ser que te dé un infarto un día de
Sharif Toda esta información nos había afectado bastante, pero antes de que Ali y Abiud contaran su parte, le pedí a Lucero que nos fuéramos a otra habitación para estar a solas, extrañaba muchísimo tenerla a mi lado y lo peor era haberla tenido a metros esta semana y no poder acercarme como deseaba, pero igual aquí estaba junto a ella procesando toda la información, una que pasó a segundo plano al tenerla entre mis brazos. —A veces creía que no volvería a tenerte así. —Yo también pensé lo mismo, pero siempre tuve a alguien que me recordaba el por qué hacíamos lo que hacíamos —respondí dejando un beso en su frente. —Luz, sé que has estado pasando por mucho con Ramiro, pero quiero que sepas que estaré contigo hasta el final y te ayudaré en todo lo que haga falta. —Sharif… —se separó de mí con mucha seriedad, misma que llegó a preocuparme. —Hay algo que he querido decirte en todo este tiempo y entenderé si decides hacerte a un lado cuando lo sepas. —No importa lo que me digas, segu
Abiud —Bien, ahora que por fin tenemos a los tórtolos de regreso, ¿por qué no continuamos? —comentó Alison con cierta amargura y sarcasmo. Lucero y Sharif, pese a la incomodidad del comentario se veían felices, era evidente cuánto necesitaban tener ese momento a solas y más después de tanto tiempo sin estar juntos, aunque esas horas que estuvieron fuera de nuestro rango también nos pasó factura a nosotros con la madre de Alison quien no desaprovechó la oportunidad para bombardearnos de preguntas, mismas que ninguno de los dos quiso contestar y aun cuando lo intenté, él me impidió decir una palabra alegando que no teníamos por qué dar explicaciones de nada. La verdad no sé en qué momento toda mi vida se volvió un caos, pero extrañamente ahora no siento incomodidad o culpa, aunque tampoco puedo comprender del todo lo que me ocurre con él, o más bien, no sé si no quiero decirlo en voz alta considerando que no está bien sentirme como me he sentido en estas semanas que hemos estado junt
Abiud Al estar Rasti tan nervioso nos devolvimos al hotel donde quise pedir una habitación para que él descansara puesto que no quería estar solo en su casa, pero Alison insistió en que colocaran una cama extra en nuestra habitación y así pasaría la noche con nosotros, lo que al parecer dejó más tranquilo a Rasti quien no tardó en quedarse profundamente dormido. —¿Por qué con nosotros? —pregunté sin ánimo de reclamar. —Rasti es un buen chico que hizo cosas estúpidas por gente que nunca lo apreció y entre esas estupideces se ganó pésimos momentos, algunos me los relató y otros los vi con mis propios ojos. —Tú y tu debilidad por los necesitados —ladeó una sonrisa al recordarle las palabras que me dijo días atrás. —Solo dime que será por una noche mientras se le pasa el susto con Ramiro. —Sí “cariño” —contestó sarcástico. —Solo será esta noche, mañana desayunará, nos contará lo ocurrido y se irá. —Más te vale, porque en sí tú ya me sales bastante costoso como para sumarle una masco
Alison Para desgracia mía volvimos al hotel, mantuvimos distancia y silencio y en esa misma actitud cenamos. A diferencia de la noche del restaurante, esta vez no me sentía de la misma forma para responder como habitualmente lo haría, pero vaya que mi cuerpo estaba tan caliente que me pedía una sola cosa, solo que no podía dársela. Las horas pasaron sin poder dormir, me levanté intentando calmar la ansiedad con unas almendras, viendo el panorama desde el balcón y nada, incluso me quedé buscando entre mis contactos para llamar a alguien y desfogar las ganas que tenía, pero antes de siquiera tocar el botón de marcado la vista pasaba sutil hasta Abiud quien dormía profundamente. Sin más opciones, y al no poder quitarme la jodida culpa que sentía por llamar a alguien más ni la calentura tan horrible, ingresé a la ducha y me ayudé a lo vieja escuela, lo que resultaba patético en este momento para mí considerando que estaba en Barcelona y aquí tenía un sinfín de lugares y personas a los
Alison —¡Alison, reacciona! —el murmullo de su atemorizada voz me hizo abrir los ojos. En un segundo, Abiud me sostuvo logrando subirme hasta que los dos caímos en el piso del balcón en lo que escuchábamos la puerta de la habitación de Ramiro abrirse, Rosario le dijo que dejara su paranoia y volvieron a entrar asegurando la puerta. —Escogiste el peor momento para hacer eso y dejarnos expuestos —riñó Abiud con agitada voz mientras mi corazón quería salirse por mi garganta. —Lo sé, esta vez me hago cien por ciento responsable, aunque al menos ya sabes qué tipo de estupideces puedo hacer en el balcón —ambos soltamos una risa nerviosa en lo que él negaba con su cabeza. —¿Cómo puedes decir tantas tonterías incluso en momentos como este? —Es mejor eso que volverse un mar de nervios. Nos perdimos en los ojos del otro, de pronto mi corazón y pulmones parecían trabajar extra por lo que él me producía y no por lo ocurrido segundos atrás. No sabía qué pasaba por su mente, pero sin duda er
Actualidad Lucero —Además del hecho de que puedan ser amantes, y que no entraremos a discutir porque no viene al caso, hay algo que no me termina de cuadrar y es ¿por qué Ramiro la protege en vez de tenerla en contra igual que a nosotros? Porque en las fotografías que me envió en Marruecos tanto ella como mi padre tenían a alguien cerca apuntándoles. —Quizás ella sepa algo de él, pero por ahora no hemos podido saber qué es, lo que sí descubrimos fue que el tal Gabriel es el padre de Ramiro —dijo Abiud. —Eso sí lo sabía. —¿¡Qué!? —gritaron todos sorprendidos al unísono. —Sí, Ramiro una vez me comentó sobre sus padres e incluso conocí a su madre en un viaje que hicimos a Valencia, pero hasta donde sé, él se suicidó, así que no veo por qué tendría algo que ver en el asunto que, valga la aclaración, es mi segunda incógnita. —Amor… ¿Y si la muerte de Gabriel no fue un suicidio? —la sugestiva cuestión de Sharif nos dejó en silencio. —Quizás algo ocurrió entre Gabriel y Adolfo, el pri