—Ya te dije que no lo haré, Rebecca —bisbisea mi nombre.—No tienes derecho a tratarme, así. —digo en un hilo de voz.—Eres de mi propiedad. —espeta.Siento como sus manos se deslizan por la curvatura de mis glúteos y como me presiona con fuerza contra su polla. Aquel deseo se incrementa en mí, al máximo. Pronto sus labios se ciñen a los míos, introduce su lengua obligándome a separar mis labios. Se mueve dentro de mi boca con tanto placer que siento como mi vagina se humedece y contrae cada vez con mayor intensidad. Mantengo mis manos pegadas a sus pectorales, insisto en separarme de él, pero en fracciones de segundos declinan mis fuerzas. ¡Quiero, quiero sentirlo! Mis manos se deslizan por su pecho hasta su abdomen y luego rodean su cintura para luego reposar en sus glúteos y ejercer presión en ellos. Como en un estado hipnótico dejo que me tome, que bese mis labios, mi cuello.¡Dios que esto que me quema tan dentro!—Emilio, detente, por fav… —No, no quieres que me d
La miro desde la ventana, quizás no tiene idea que soy yo quien le ha estado enviando mensajes. Se lo hago saber con un mensaje claro y preciso:“Aún conservo el sabor de tu intimidad en mis labios” Dejo el móvil sobre la mesa de noche, me recuesto en la cama. Repaso en mi mente ese momento en que me dejé llevar por mis emociones minutos atrás y revivo las sensaciones de su cuerpo vibrando y estremeciéndose entre mis brazos. Creo que me estoy volviendo loco por ella, las dudas me asaltan por instantes y luego, en un segundo, desaparecen cuando ella está cerca de mí. Sé que actué de forma errática cuando le hablé de aquella manera a la pequeña Sofía, fui un estúpido. Pero me cuesta creer en las mujeres. Desde que Olivia me traicionó siento que todas mienten. También sé que Rebecca no tiene que ser como Olivia, realmente no lo es, pero cómo le digo a mi mente eso, cómo.He tratado muchas veces de borrar ese episodio de mi vida. Olvidar que Olivia me abandonó a pocos días de nues
Mientras Yolanda termina de lavar la losa para después ir a su habitación y preparar su equipaje para el viaje, en la otra habitación, el padre de Rebecca mantiene una conversación con el jefe de su hija. “¿Podría conversar con usted hoy en la noche?”“Claro, Sr Ferrer, no hay problema”“Preferiría que no fuese en casa de su hija”“Bien, cerca de acá hay un bar, podemos vernos allí” sugiere Ignacio. “Perfecto, le parece bien en media hora”“Sí, allí estar锓No mencione a nadie sobre nuestra conversación” advierte Enzo.“Soy una tumba”Desde que Rebecca viajó a Alicante, Yolanda ha puesto todo su empeño para llevar la fiesta en paz con aquel hombre. Mas, Ignacio parece disfrutar haciéndola sentir incómoda.Minutos más tarde…—Yolanda —grita desde la habitación. La mujer deja su móvil a un lado, se levanta del sofá y va hasta la habitación—¿Qué se te ofrece Ignacio? —pregunta desde el umbral de la puerta. —¿Me traes un poco de agua? —ordena.—Tienes la jarra a tu la
—¿Qué es lo que ocurre, Benavides? Termina de decirme por Dios. —explota Emilio exacerbado por la angustia.—Siéntate Emilio —responde con absoluto control de sus emociones, el médico.— Los exámenes que le realicé a tu prometida, siguen arrojando algunos números bajos, que aunque no son alarmantes, deben ser considerados. Esto para evitar a tiempo una enfermedad irrevertible. —Explícate mejor, joder. El médico aquí eres tú. Dime qué es que tiene Rebecca.—Puede ser un principio de Leucopenia. Esta enfermedad puede ser provocada por algunos virus, infecciones mal curadas o alguna anemia asintomática, es decir que no mostró los síntomas comunes en el paciente. —¿Puede resolverse con tratamientos? —pregunta con severidad.—Sí, el tratamiento puede variar según su gravedad. Al ser detectada a tiempo podemos resolverlo administrando esteroides y suplementos vitamínicos, sobre todo de vitamina B, para estimular el funcionamiento de la médula ósea, esto favorece la producción de glóbu
Una fisura se había abierto entre Emilio y Rebecca. Ambos habían dejado que sus egos prevalecieran y la conexión especial entre ellos se fragmentara.Rebecca llora desconsolada en medio del jardín. Ni siquiera podía desahogarse en su habitación, sin que ello perturbara a su hermana.—¿Cómo pude ser tan cruel, cómo? —Se fustiga a sí misma una y otra vez. Pronto comienza a caer la noche, por lo que debe regresar dentro de la mansión. Sube las escaleras con pesar, había sido cruel con Emilio cuando él lo que había hecho era rescatar a la pequeña Sofía. En su interior, Rebecca sabía que lo había lastimado profundamente, aunque en su mente justificaba su reacción, ya que él también la había ofendido poniendo en duda su abnegación y el amor que ella sentía hacia su hermana menor. Abre la puerta de la habitación. Ve la pantalla de su móvil encenderse, se acerca y ve que es Enzo Ferrer. Mas, en ese momento lo que menos desea es conversar con él. Corta la llamada y se recuesta al lado
Despierto al escuchar la risa de Sofía. Ella ya se había levantado y jugaba con su muñeca, Emma. Abro los ojos ligeramente. No sé que hora es, pero sí que será un día bastante ajetreado. Justo en ese momento tocan a la puerta, apoyo mis codos sobre el colchón y elevo mi torso. —Puede pasar. —contesto entre un bostezo y otro. —Buenos días, Srta Cervantes —entra Sol sosteniendo en su mano un hermoso traje blanco.— traje el vestido que el patrón me indicó para Sofía. —¡Oh por Dios! Es una belleza —contesto asombrada. Sofía deja a Emma sobre la cama y corre hacia Sol.—¿Es para mí? —pregunta asintiendo con emoción. —Sí, Sofía. Es para ti. Me levanto de la cama, me estiro un poco. Tomo el traje lo saco de la bolsa transparente que lo cubre. Aquel vestido estaba nuevo, lo que no imaginaba era que ese vestido era el que debía llevar Emma para la boda de Emilio y Olivia. —Ven Sofía, vamos a medírtelo. La pequeña comienza a quitarse la pijama, su energía es contagiante e ina
Todo está preparado para aquel momento especial que tanto Rebecca como Emilio han esperado. ¿Sería esa, tal vez, la oportunidad de reconectarse y dejar pasar aquel mal momento entre ellos? Posiblemente sí.En la mansión todo fluye, los invitados comienzan a llegar para la celebración de la gran boda. Mercedes elegantemente vestida con su uniforme negro, propio para la ocasión recibe a los invitados de forma cordial y luego éstos se dirigen hacia la parte trasera de la lujosa mansión donde se llevará a cabo la celebración. El lujoso jardín ha sido decorado de forma cuidadosa y prolija. Un arco de flores blancas y follaje verde marcan el altar; el aroma de las rosas y las gardenias impregnan el aire, mientras las suaves melodías del cuarteto de violines, chelo y contrabajo ambientan el hermoso escenario con toques de elegancia y sutileza.Emilio termina de arreglarse con la ayuda de Enzo, quien recién acaba de llegar de Madrid para el deslumbrante acontecimiento.—Te ves muy b
—¡Olivia! —exclama él, y oigo su boca pronunciando el nombre de su antigua mujer. Me giro para ver el rostro de mi rival. Mi gran sorpresa, es reconocer que aquella mujer es la doctora Correia. ¡Es Olivia, la doctora que operó a mi padre!Ella le contesta con voz aguda, ahora no me cabe la menor duda de que se trata de la misma persona:—¡Sí, Emilio! —Le responde.— He vuelto. Miro al sacerdote, quien continúa en medio de la ceremonia mirando a Emilio y luego a aquella mujer como si yo no existiera.—Haga algo —Le exijo.— Acaba de hablar de su poder y aún así no hace, ni dice nada. —digo desesperada ante aquella situación. Los murmullos de los invitados se escuchan como ecos que retumban en mi cabeza. De repente, Enzo Ferrer quien se encontraba en los asientos de la primera fila, se pone de pie y se dirige hacia ella, la toma de un brazo e intenta sacarla del lugar.—Aunque te cases con esa mujer, tu corazón me pertenece, Emilio Ferrer. —su voz se va esparciendo al verse