Mientras Yolanda termina de lavar la losa para después ir a su habitación y preparar su equipaje para el viaje, en la otra habitación, el padre de Rebecca mantiene una conversación con el jefe de su hija. “¿Podría conversar con usted hoy en la noche?”“Claro, Sr Ferrer, no hay problema”“Preferiría que no fuese en casa de su hija”“Bien, cerca de acá hay un bar, podemos vernos allí” sugiere Ignacio. “Perfecto, le parece bien en media hora”“Sí, allí estar锓No mencione a nadie sobre nuestra conversación” advierte Enzo.“Soy una tumba”Desde que Rebecca viajó a Alicante, Yolanda ha puesto todo su empeño para llevar la fiesta en paz con aquel hombre. Mas, Ignacio parece disfrutar haciéndola sentir incómoda.Minutos más tarde…—Yolanda —grita desde la habitación. La mujer deja su móvil a un lado, se levanta del sofá y va hasta la habitación—¿Qué se te ofrece Ignacio? —pregunta desde el umbral de la puerta. —¿Me traes un poco de agua? —ordena.—Tienes la jarra a tu la
—¿Qué es lo que ocurre, Benavides? Termina de decirme por Dios. —explota Emilio exacerbado por la angustia.—Siéntate Emilio —responde con absoluto control de sus emociones, el médico.— Los exámenes que le realicé a tu prometida, siguen arrojando algunos números bajos, que aunque no son alarmantes, deben ser considerados. Esto para evitar a tiempo una enfermedad irrevertible. —Explícate mejor, joder. El médico aquí eres tú. Dime qué es que tiene Rebecca.—Puede ser un principio de Leucopenia. Esta enfermedad puede ser provocada por algunos virus, infecciones mal curadas o alguna anemia asintomática, es decir que no mostró los síntomas comunes en el paciente. —¿Puede resolverse con tratamientos? —pregunta con severidad.—Sí, el tratamiento puede variar según su gravedad. Al ser detectada a tiempo podemos resolverlo administrando esteroides y suplementos vitamínicos, sobre todo de vitamina B, para estimular el funcionamiento de la médula ósea, esto favorece la producción de glóbu
Una fisura se había abierto entre Emilio y Rebecca. Ambos habían dejado que sus egos prevalecieran y la conexión especial entre ellos se fragmentara.Rebecca llora desconsolada en medio del jardín. Ni siquiera podía desahogarse en su habitación, sin que ello perturbara a su hermana.—¿Cómo pude ser tan cruel, cómo? —Se fustiga a sí misma una y otra vez. Pronto comienza a caer la noche, por lo que debe regresar dentro de la mansión. Sube las escaleras con pesar, había sido cruel con Emilio cuando él lo que había hecho era rescatar a la pequeña Sofía. En su interior, Rebecca sabía que lo había lastimado profundamente, aunque en su mente justificaba su reacción, ya que él también la había ofendido poniendo en duda su abnegación y el amor que ella sentía hacia su hermana menor. Abre la puerta de la habitación. Ve la pantalla de su móvil encenderse, se acerca y ve que es Enzo Ferrer. Mas, en ese momento lo que menos desea es conversar con él. Corta la llamada y se recuesta al lado
Despierto al escuchar la risa de Sofía. Ella ya se había levantado y jugaba con su muñeca, Emma. Abro los ojos ligeramente. No sé que hora es, pero sí que será un día bastante ajetreado. Justo en ese momento tocan a la puerta, apoyo mis codos sobre el colchón y elevo mi torso. —Puede pasar. —contesto entre un bostezo y otro. —Buenos días, Srta Cervantes —entra Sol sosteniendo en su mano un hermoso traje blanco.— traje el vestido que el patrón me indicó para Sofía. —¡Oh por Dios! Es una belleza —contesto asombrada. Sofía deja a Emma sobre la cama y corre hacia Sol.—¿Es para mí? —pregunta asintiendo con emoción. —Sí, Sofía. Es para ti. Me levanto de la cama, me estiro un poco. Tomo el traje lo saco de la bolsa transparente que lo cubre. Aquel vestido estaba nuevo, lo que no imaginaba era que ese vestido era el que debía llevar Emma para la boda de Emilio y Olivia. —Ven Sofía, vamos a medírtelo. La pequeña comienza a quitarse la pijama, su energía es contagiante e ina
—¡Firme el contrato! —me ordena con voz firme, el hombre trajeado elegantemente. —¿Quiero saber con quién me caso? —pregunto en voz alta.El hombre me mira con enojo, luego ladea su boca con una sonrisa impregnada de arrogancia.—¿Cambiará en algo que lo sepa? —interroga haciendo una mueca de disgusto.— ¿Tan condicionado es el amor y la abnegación que siente por su padre? —agrega.Sin más opciones, que la de firmar aquel documento, me resigno a aceptar el contrato.—Está bien, firmaré. —tomo la plumilla dorada estampo mi nombre, luego colocó con firmeza el bolígrafo sobre la mesa y deslizó hacia él, la carpeta donde reposa el contrato.—Perfecto, recibirá el dinero en apenas unos minutos. —dice y me entrega un sobre blanco pequeño.— Allí tiene su boleto de avión y una tarjeta a su nombre para los gastos básicos que necesite durante el vuelo. —¿Boleto de avión? ¿Pero de qué está hablando? No dice por ningún lado que debo viajar a otro lugar. —refuto.—Aceptó casarse con mi he
Aunque intento resistirme, no puedo zafarme de su agarre. —¡Suéltenme o gritaré que me están secuestrando! —digo en un intento vano por convencerlos.—Es mejor que colabore señorita —me sugiere uno de los hombres.—Suélteme, por favor. Se lo suplico. No quiero irme, allí está mi padre. —Lo lamento, debo cumplir las órdenes de mi jefe. —dice sujetándome con mayor fuerza y obligándome a subir al auto.En ese instante, comienzo a arrepentirme de haber firmado aquel documento. Me siento como una especie de marioneta manipulada por Enzo Ferrer, prácticamente estoy a su merced. Mi vida depende exclusivamente de un contrato, no tengo voluntad propia, ni siquiera puedo decidir quedarme al lado de mi padre. Me invade la ansiedad por completo, la angustia se apodera de mí y permanece anclada en mi pecho sin dejarme respirar bien. Minutos después, el auto se detiene, los dos guardaespaldas bajan y me rodean, quisiera poder escapar de ellos pero sería en vano, en minutos estaría en s
—¿Hacia donde vamos? —retomo la conversación.—A Cabo de las huertas. —responde— ¿Ha venido a Alicante antes? —añade.—¡No! —Miró a los lados y puedo ver, bajo la luz de la luna, la hermosa playa que se tiende a lo lejos, resplandeciente.— Ni siquiera he salido de Madrid ¿Cómo es que voy a viajar por toda España? —espeto.—Yo tampoco he salido de Alicante, siempre he vivido aquí, así que estamos iguales. —sonríe mirándome desde el retrovisor. Por alguna razón, aquel joven me agrada, siento que puedo confiar en él, a pesar de que no se ha atrevido a hablarme de su jefe. —¿Falta mucho para llegar? Necesito hacer varias llamadas importantes.—Sólo algunos minutos. Pronto llegaremos. El coche toma una carretera de tierra, a lo lejos se ve una imponente mansión, un poco alejada de la ciudad. Transcurren cinco minutos y el auto se detiene frente a aquella lujosa construcción.—Hemos llegado, Srta… Cervantes. —Me llamo Rebecca, ese es mi nombre. —respondo con amabilidad ¿y tú co
—¿Sr Ferrer, está usted bien? —pregunta angustiada la empleada.—Déjame solo, te he dicho que no quiero ver a nadie.—Pero-—Lárgate Mercedes. —Como ordene señor. —se gira para salir, voltea hacia mí viendo hacia el piso.— Su prometida, ya está aquí. —¿Qué dices? —pregunto con hostilidad.—El Sr Enzo aviso que vendría. La boda está pautada para el sábado en la tarde, señor.—¡Joder! Quien le dijo a Enzo que quiero casarme. Dile a esa mujer que se vaya de aquí ahora mismo. —Señor, no puedo hacer eso. Esa chica no trajo ni equipaje. —Me importa un carajos, Mercedes. Dile que se vaya o la echaré yo mismo. —Creo que lo mejor es que se tranquilice señor. —Sácala o iré yo mismo. —Le advierto.—Como ordene señor.Mercedes sale de mi habitación, azoto la puerta. Camino hacia la ventana. Puedo sentir el frío erizarme la piel, tal cual como estaba la fría noche del accidente. El reflejo de mi rostro en el vidrio, me transporta a aquel momento.Un año atrás…—¿Qué te gustarí