Rebecca se aparta de él, sorprendida por aquel beso inadvertido e inesperado. —¡Lo siento, Rebecca! No debí-—¿Por qué lo hiciste, Enzo? —pregunta aún sin darle credibilidad a lo que acaba de ocurrir. —No, lo sé Rebecca. Fue un impulso, no pude evitar besarte. Sé que lo que acabo de hacer, es algo que no esperabas, pero… —guarda silencio y luego agrega:— No sé que me está pasando contigo, desde que vi como mi hermano te maltrata y humilla, no pienso en otra cosa que protegerte, cuidar de ti. Y eso me tiene confundido, porque siendo la esposa de Emilio, yo jamás debería ni siquiera pensarte. Las palabras de Enzo parecían tan sinceras que Rebecca se siente aturdida, pero también confundida. Nunca espero escuchar aquella confesión de su jefe.—Es mejor que salgas de mi habitación, no quiero que Emilio piense lo que no es. Eres su hermano, y yo soy su esposa. —¿Es en serio, Rebecca? ¿Todavía te importe lo que él piense aún después de encontrarlo con otra mujer? —No jugaré su m
Como si la relación entre ellos no estuviese lo suficientemente fracturada, ahora Rebecca lo encuentra a punto de golpear a su padre. —¡No te atrevas, Emilio Ferrer! No te atrevas a tocar a mi padre. La pelicastaña baja las escaleras apresuradamente, cuando de la nada y para añadir mayor tensión entre ellos, Enzo Ferrer aparece en el acto, se acerca a ambos hombres y quita a su hermano de encima de Ignacio.—¿Te has vuelto loco, Emilio? Ignacio acaba de ser operado. ¿Quieres matarlo?Ante la impresión de aquella disputa, Ignacio se lleva las manos al pecho. Rebecca corre a su lado, mientras Emilio se queda abismado sin saber que decir para defenderse de aquella acusación. —¿Papá, estás bien? —se inclina hacia este. —¡No, hija! Tengo un fuer-te do-lor en el brazo. —¡Hay que llamar a un médico! —clama Rebecca, angustiada. —Sólo Olivia puede ayudarlo. —contesta Enzo. Emilio está perturbado, todo es confusión en su cabeza. Rebecca lo mira y cierro lágrima en sus ojos, le
Minutos después Rebecca regresa con el medicamento. Sube hasta la habitación, entra y le entrega la caja de medicina a Olivia. —Tenga doctora. —Gracias —contesta parcamente. Olivia implanta la vía intravenosa y luego le coloca el tratamiento a Ignacio. A diferencia de media hora antes, la actitud de Olivia hacia Rebecca, es muy diferente. —¿Estará bien? —Le pregunta con preocupación.—Debemos esperar, la responsabilidad de que Ignacio se encuentre en esta situación es tuya. Por ahora necesita descansar y deberías encargarte de ser tú quien cuide de él.—Sí, no tengo problema en ser yo quien permanezca a su lado. Por mi padre haría lo que sea. —Lo sé, de eso no me cabe la menor duda —responde en un tono sarcástico— incluso aceptar un contrato para casarte con un hombre que no te ama. —espeta.Ante la respuesta algo agresiva de Olivia, Rebecca permanece en silencio, no podía decirle nada a aquella mujer, cuando había sido ella precisamente quien evitó que su padre sufrier
Emilio detiene su coche frente al lujoso hotel, baja y le entrega al valet parking las llaves para que lo estacione. Luego entra al hotel y de dirige al la recepción. La recepcionista al verlo entrar, lo reconoce de inmediato, por lo que busca en la caja de pertenencias olvidadas, el credencial de identificación de éste.—Buenas noches, Sr Ferrer. Aquí tiene su credencial. —Gracias señorita, pero no estoy aquí por ello. Vengo a ver a la Dra Olivia Correia. ¿Puede avisarle que estoy acá, por favor?—Puede pasar, la huésped notificó al llegar que usted vendría a verla, por lo que puede subir sin problema, Sr Ferrer. —¡Gracias! —contesta y toma el credencial, lo guarda en el bolsillo de su chaqueta y se dirige al ascensor. La puerta metálica se abre, Emilio entra al ascensor y sube hasta el último piso del hotel. Sale del elevador y se encamina hacia la suite. Antes de tocar la puerta, esta se abre, Olivia lo recibe con una sonrisa en su labios rojos. —¡Gracias por venir!
—Entonces, hazme el amor aunque sea esta la última vez que nos vemos, Emilio. Por favor. —¡No! No lo haré. —¿Ya no me deseas? —termina de quitarse el albornoz y se acerca a Emilio. —Por favor Olivia, debo irme. La pelirrubia se retrae, aún tenía un par de cartas que jugar tampoco quería parecer una mujer sin dignidad frente a él. —Vete, por favor. Lárgate de una vez. —dice entre los dientes. Emilio aplana sus labios, aquel final entre ellos resultaba mucho peor que cuando ella lo abandonó, él la estaba rechazando. —Adiós, Olivia. —Adiós, Emilio. No me llames, no vuelvas a llamarme porque no iré a tu rescate nunca más.Ella abre la puerta Emilio sale, y siente el portazo detrás de su espalda. Escucha los gritos de su ex, Olivia había vuelto a ser la misma de antes. Emilio sube a su coche y conduce hasta la mansión, ansioso de ver a Rebecca. Baja de su auto, sube las escaleras directo hacia la habitación de huéspedes. Al acercarse escucha una conversación un tanto pe
—Quiero que todos ellos se marchen, todos excepto ella. De Rebecca Cervantes me ocuparé yo —espeta.—Bien, Emilio, yo me ocuparé de ello. Pero no puedes permitir que la herencia vaya a caer en manos de una bastarda. ¿Me lo prometes?Emilio lo mira con dejadez y sale de la habitación de su hermano sin darle una respuesta afirmativa. —¡Imbécil! —masculla Enzo. En tanto, en su habitación Rebecca comienza a recoger lo poco que queda de sus pertenencias. Por suerte para ella, aún la maleta que había preparado con sus cosas para mudarse al otro dormitorio, estaba allí, sin desempacar. Aunque finalmente quedaría libre de aquel compromiso, no podía negar que le entristecía que todo entre ellos terminara de ese modo. Era claro que Emilio ya no deseaba tenerla a su lado, el fin había llegado. La puerta se abre, Yolanda entra y junto a ella, la pequeña Sofía. —¿Rebecca, tenemos que irnos? —pregunta con un dejo de tristeza la niña. —Sí, mi amor, debemos irnos; yo regresaré con uste
—Esa será mi venganza, tú serás quien me implore, quien me ruegue que te bese, que te toque, que te haga mía. —Eso no va a pasar, te lo juro. Nunca te suplicaré ni mendigaré amor. —Ya lo veremos, Rebecca. —dice con severidad y me suelta.Sus palabras son tan firmes que no puedo evitar sentir miedo. Estoy tan desconcertada y enojada conmigo misma que me apresuro a salir de su habitación apresuradamente. Me debato entre dos emociones antípodas, por un lado sentía miedo a que me hiciera daño, pero por otro lado, una parte de mí, parecía excitarse ante la idea de que me tomara a la fuerza. De lo que sí estaba segura era de que nunca le suplicaría a él, ni a ningún hombre por sexo. Eso pensé en un primer momento, sin saber cuan equivocada estaba.Él me ve salir sin detenerme. Realmente era otro hombre, uno más oscuro y frío que el primero. Entro a mi habitación ansiosa, camino de un lado a otro, pienso en cómo decirle a Sofía que no podré irme con ella. ¿Y mi madrina, se veía tan f
Voy hasta la cocina por una vaso con agua, sentía una profunda tristeza sólo al recordar el rostro de Sofía perdiéndose ante mis ojos. —Mercedes, por favor, me da un vaso con agua. —Estoy ocupada, no ve. Si desea puede servírselo usted misma, además por órdenes del Sr Emilio, no estoy obligada a atenderla. Sol se adelanta, justo cuando me dispongo a servirme el agua. —Yo puedo hacerlo, Sra Rebecca. —Gracias, Sol. —Le contesto.—Voy a extrañar a la pequeña Sofía, esa niña es un amor. —murmura.Trago en seco para no quebrarme ante la vista de Mercedes. No quiero darle el gusto de verme llorar.—Ella también estoy segura que te extrañará, Sol. —Tomó el vaso con agua en un solo sorbo.— Gracias. —digo y salgo de la cocina.Subo las escaleras rumbo a la habitación de Emilio, la que a partir de ahora también me tocará compartir con él. Toco un par de veces la puerta antes de entrar, pero él no responde. Abro decidida a enfrentar lo que sea que tengo que enfrentar. Entro a la