Regreso a la mansión, pensando en lo que ocurrió con Borjas una hora atrás. Él es un hombre tan gentil y amable conmigo, que es imposible ocultar que podría ser la pareja perfecta que cualquier mujer sueña. Sin embargo, no puedo permitir que haya confusiones entre nosotros. Eso sería difícil para mí, trabajar al lado suyo cuidando constantemente de que cualquier palabra que diga o cualquier gesto que haga pueda provocar una situación similar a la de hace un momento. Bajo del taxi, busco las llaves y abro la puerta. Entro y al lado derecho veo a Emilio sentado, tomando una copa de vino. Él voltea a verme, se levanta del asiento y se dirige en dirección a mí.—Aguarda, Rebecca.Me detengo en medio del pasillo. —Sí, dime. —digo sin mirarlo a la cara, mientras guardo el manojo de llaves dentro de mi bolsa. —Quería saber como te fue hoy y cómo te sientes. —pregunta en tono suave y con visible interés. —Bien, estuve toda la mañana en la universidad bastante ocupada y en la tarde
Emilio toma la camisa del suelo, saca su móvil y atiende una llamada. Rebecca retrocede al escuchar, cuando –con una voz casi inaudible– Emilio nombra a su interlocutora:—¿Qué ocurre Carmina, por qué me llamas? La pelicastaña regresa hasta la cama sigilosamente, mientras él conversa en voz baja. Carmina le pide verlo, necesita hablar con él y se escucha desesperada. Para Emilio es difícil negarle su apoyo sobre todo cuando ella le asegura que su padre descubrió la traición de su madre. —Dame unos minutos y voy a para allá. —Termina de decir y comienza a vestirse de nuevo. Rebecca cierra los ojos, mientras siente su corazón hacerse añicos. Emilio sale de la habitación y la pelicastaña rompe en llanto. Fue una tonta al pensar que había posibilidades de reconciliarse cuando existen tantos obstáculos entre ellos. Aquella mujer era importante para su esposo, quizás se había enamorado de ella o quizás siempre estuvieron enamorados.Asqueada por aquella realidad, Rebecca se conf
—Conozco a alguien que puede ayudarnos.—¿Quién Rebecca? —pregunta Romina, aún consternada.—Descansa un poco, pediré algo para almorzar juntas y luego me acompañas a mi consultorio ¿Vale?—Gracias, Rebecca. No sé como agradecerte esto que haces por mí. Después de almorzar, Rebecca va hasta la clínica con su amiga. Durante el trayecto le habla sobre Borjas y como la ha ayudado desde que se conocieron, lo cual provoca cierta suspicacia en la pelirroja. —Creo que ese amigo tuyo está enamorado de ti… —Vamos, Romina, solo somos amigos. —Pues por las cosas que ha hecho por ti… es evidente tía, le gustas. —Deja de decir gilipolleces —masculla. Estando en el edificio, Rebecca le pide a Romina esperarla frente a su consultorio mientras ella se dirige a la oficina de Borjas. —Dr Suárez, lo solicitan por acá —anuncia la asistente por teléfono. —¿Quién me busca? —pregunta sorprendido. —La Dra Rebecca Cervantes. —Aguarde un momento, ya me estoy desocupando —contesta, ansios
Esa misma tarde, Rebecca regresa a la mansión algo distraída; a tal punto que una vez servida la cena, prefiere quedarse en su habitación y pedirle a Sol que le suba una ensalada de vegetales y un vaso de jugo natural. ¿De qué o quién estaba huyendo? ¿De sí misma o de lo que realmente sentía por Borjas? Ambas interrogantes se debaten dentro de su cabeza. En tanto, en el comedor, la ausencia de Rebecca incómoda notablemente a Emilio. Cada vez parecían más ajenos uno del otro.—¿Rebecca se siente indispuesta? —Le pregunta a Yolanda, quien al igual que él, está algo preocupada por su ahijada. —No lo sé, no me comentó que se sintiera mal. Ha estado algo callada desde que llegó. En un rato iré a verla para saber que le ocurre. —Bien, yo debo ir a casa de Benavides, está pasap8so.bor una difícil situación. —¿Está enfermo? —No, se va a divorciar de su esposa. —comenta con cierta discreción, tomando en cuenta la presencia de la pequeña Sofía. —Debe ser difícil a su edad. —Sí,
—Dr Suárez, quiero operarme. Estoy dispuesto a someterme a una cirugía reconstructiva, quiero recuperar mi vida. Las palabras de Emilio dejan atónito a Borjas durante algunos segundos. —¿Estás seguro de ello, Emilio? —finalmente pregunta.—Sí, doctor. —responde con firmeza— He pasado todo estos días pensando en ello, y no tengo dudas de que deseo hacerme esa operación cuanto antes. —¿Pero qué te ha llevado a decidirte tan rápido? ¿Algún motivo en especial? —pregunta con curiosidad. —Bueno, quiero volver a ser el hombre de antes, recuperar mi apariencia física. Quiero que cuando tenga a mi hijo o a mi hija en brazos, vea algo especial y no a un monstruo. —De acuerdo, mañana daré inicio a los trámites administrativos y protocolares para agendar una fecha. Por ahora, puede ir mañana a primera hora al hospital; le estaré esperando para darle la orden de los exámenes pre-operatorios que deberá realizarse.—Perfecto, entonces mañana estaré allí puntualmente. Hasta luego doctor.
La mañana fue bastante movida para todos en la mansión. Mientras Yolanda termina de arreglar el cabello de Sofía, Emilio le pide a Nacho que se ocupe de llevar a la pequeña al colegio, mientras él se dirige al hospital donde tendrá su consulta médica. Rebecca, en tanto, decide tomar un taxi para evitar retrasos por el tráfico. Aunque le parece extraño que Emilio no haya sido quien lleve a Sofía al colegio, se muestra despreocupada. Había algo dentro de ella, desánimo, desconcierto y hasta tedio, algo que parecía hacerla desistir de su relación con Emilio. Lo cierto de todo es, que mientras la cercanía entre ella y Borjas se iba haciendo cada vez más próxima, su relación con Emilio se va distanciando cada vez un poco más. Al llegar a la universidad, recibe un mensaje de Borjas, invitándola a ella y a Romina a un almuerzo juntos, en el cual, les presentaría a su hermanastro, el prestigioso abogado, Rafael Cáceres. Rebecca se reúne con la pelirroja, le informa sobre su reunión y
—¡Nunca en tu puta vida, vuelvas a tocarme la cara!Rebecca tira de su brazo, Emilio la suelta y sale de la mansión. Sube a su coche sin mirar atrás. La pelicastaña, apenas escucha el rechinar de los neumáticos sobre el asfalto. Traga en seco para ocultar su desconcierto frente a la empleada, quien parece disfrutar con lo ocurrido. En ese instante, escucha los pasos provenientes de la escalera y ve a su madrina bajando junto a Sofía. La niña corre a los brazos de su hermana para abrazarla, Rebecca evita mirarla a los ojos, discretamente desliza sus dedos por su mejilla para limpiar aquella lágrima delatora. —¡Rebecca, llegaste! —Sofía exclama emocionada.—Hola, mi princesa. ¿Ya cenaste? —pregunta y la niña niega con su cabeza.—Justo veníamos a eso, Emilio me dijo que tenía una buena noticia que darnos ¿Fue él quien salió? —cuestiona la mujer.—Sí, era él. —responde cabizbaja. Mercedes regresa al área del comedor, acompañada de Sol. —¿Sucedió algo, Mercedes? —pregunta Re
—No creo que esto sea justo para ti, Carmina. —digo, mientras coloco la copa sobre la mesa de centro, —Mereces a alguien que te quiera. —No todo puede ser blanco y negro, Emilio; existen también otras tonalidades grises. —Me rodea con sus brazos y puedo sentir su cuerpo ceñirse al mío — No te estoy pidiendo ser tu amante o que dejes a tu esposa, solo quiero estar contigo esta noche. No puedo negar que Carmina es realmente hermosa, que siempre hubo entre ella y yo, algo de atracción. Aunque traté de mantenerme alejado de ella por respeto a su padre, poco a poco ha ido metiéndose en mi mente. Carlos, no sólo era el médico de la familia, era también el mejor amigo de mi padre por lo que merecía, mi lealtad y respeto. —Por favor —pide en voz suplicante, pero a la vez seductora. Pienso en todo lo que ha pasado hasta ahora con Rebecca, todo lo que he hecho para hacerla sentir bien, a pesar de mis inseguridades y de mis celos; mas no ha sido suficiente, cada vez me siento más lejos