Emilio se acomoda en una esquina del bar, donde puede observar a todos sin ser él, el centro de atención. Pide un trago de whisky, toma un sorbo, sintiendo cómo el líquido arde al bajar por su garganta. Luego mira a su alrededor la gente que entra o sale del local. El bar es un lugar bastante discreto por lo que algunas parejas lo utilizan como refugio para verse a escondidas y solapar su infidelidad.Mientras mira a su alrededor a algunas parejas demostrando su afecto, compartiendo gestos cariñosos, risas y complicidad, la imagen de Rebecca viene a su mente, recuerda su risa, la forma en que se iluminaba su rostro al hablar de sus sueños, y su corazón se encoge.—¿Cómo pudo hacerme esto? ¿Cómo pudo ser tan deshonesta? —se dice a sí mismo. Emilio siente un nudo en el estómago al observar aquellas escenas románticas. Había elegido el peor lugar para desahogarse, frente a sus ojos sólo tenía un recordatorio perenne de la infidelidad de Rebecca. Con cada trago que bebe, Emilio in
Emilio cede ante aquella petición. Se deja llevar por sus instintos. En su mente palpita constante la imagen de Rebecca en brazos de Ricardo. Aunque no desea estar con Carmina, pues no la ama, siente un cariño especial por ella. —Creo que es mejor que me vaya, Carmina. —dice apartándose de la chica. —¡No, por favor! —pide ella. —Estás confundida, yo, yo no puedo aprovecharme de ti. —dice en tono amable, lo cual hace que la chica desista de sus intenciones claras de seducirlo.—Está bien, Emilio. Entiendo, pero por favor no te vayas. —Le ruega. Emilio la mira sorprendido; había en ella una expresión de tristeza que nunca antes él percibió. Carmina siempre había sido una chica risueña y traviesa.—¿Qué te sucede? —interroga él. —He estado evitando hablar de esto, pero necesito desahogarme con alguien. —dice y con un gesto lo invita a entrar. Emilio entra y toma asiento en el pequeño sofá de dos puestos. Carmina se quita las sandalias camina sobre la alfombra hasta el pequeño
—¿Cómo pudiste, Rebecca? ¿Cómo pudiste mentirme? ¡Me has traicionado! —esgrime.Rebecca se paraliza ante aquella acusación, ¿Qué tanto sabía Emilio sobre su antigua relación con Ricardo? ¿Cómo se había enterado de su pasado? La respuesta es obvia, sólo pudo ser el mismo Ricardo García. Rebecca siente que el mundo se desmorona a su alrededor. Intenta encontrar las palabras adecuadas, pero cualquier palabra que pueda decir, no sólo la dejaría en evidencia frente a Emilio, sino que inclusive podría terminar de destruirla. —Emilio, por favor, déjame explicarte… ¡No es lo que piensas! —dice con voz entrecortada. Emilio se levanta de la cama, sonríe con sarcasmo al escuchar aquella excusa tan rebuscada.—¡No quiero escuchar tus excusas! ¡Has estado viéndote con Ricardo y a mis espaldas! —No sabía que estaba en Alicante, apenas lo supe cuando ingresé a la universidad.—¡Negaste que lo conocías, joder! Ambos quisieron burlarse de mí. —El tono de su voz mostraba su indignación y rep
Luego de que Mercedes se retirara totalmente devastada ante las claras palabras de Emilio, éste decide regresar a su habitación, no sin antes realizar un par de llamadas cruciales. Sube las escaleras, se dirige con paso firme, se detiene frente a la puerta, mueve el picaporte mientras que Rebecca se incorpora con rapidez en la cama, pensando que tal vez, sólo tal vez, Emilio haya recapacitado y desee escuchar su versión sobre lo ocurrido con Ricardo García. Mas, tan sólo con ver su semblante y aquella mirada fría, la misma con la que la recibió al llegar a Alicante, Rebecca traga en seco. —Mañana comienzas con el tratamiento de inseminación. La Dra Rosa estará a cargo de todo. Rebecca no responde, le queda claro que todo entre ellos está terminado. —¿Escuchaste o ahora eres sorda? —espeta.—Sí, te escuché. —dice arrastrando sus palabras— Y no tiene sentido que discuta a fin de cuenta debo cumplir con el acuerdo. —Perfecto. De ahora en adelante, frente a todos actuarás com
Rebecca entra al consultorio de la Dra. Rosa Park, su corazón late con fuerza y nerviosismo. —Adelante, Rebecca —Rosa la recibe de pie.— Siéntate por favor. Necesito hacerte algunas preguntas importantes. Rebecca se acomoda en la silla tratando de calmarse un poco, luego frota las manos contra sus muslos secando el sudor que emana de ellas. —Sí, doctora. Dígame. —Veo que cambiaste de opinión con respecto a lo del embarazo normal. —comenta la mujer un poco sorprendida.—Preferiría no tocar ese tema, doctora. Me pone más nerviosa de lo que ya estoy. —Sí, tienes razón, disculpa. Sé que no es de mi incumbencia, tú eres quien decide lo que te conviene. —Discúlpeme usted doctora, no quise ser grosera, tampoco es mi intención hacerla sentir mal, pero creo que lo mejor es ir directo a lo que vine, Emilio desea que quede embarazada y yo, —exhala un suspiro— yo sólo cumplo con mi parte. —Bien, te explicaré lo que haremos —dice y Rebecca asiente — Lo primero será verificar que tod
—Doctora, pero cuanto tiempo tengo exactamente —pregunta aun aturdida por aquella inesperada noticia. —Por el tamaño, calculó dos a tres semanas máximo, Rebecca. La respuesta de Rosa deja pensativa a la pelicastaña, quien ese instante se reclina en la camilla y revive mentalmente sus encuentros sexuales con Emilio, en especial aquel donde él no pudo evitar correrse dentro de ella. Llevaba días embarazada sin saberlo. —¿Sucede algo Rebecca? ¿Estás bien? Una lágrima se desliza por el rostro de la chica, una lágrima que reflejaba la ilusión de ser madre, pero a la vez una profunda tristeza. —¿Mi bebé va a estar bien? —pregunta secando con el reverso de su mano sus mejillas. —Claro que va a estar bien, todos los exámenes hasta ahora arrojaron resultados normales… ¡Ahora entiendo porque tenías la presión un poco alta y los latidos tan acelerados! —suspira.—¿Pero eso no es normal o sí? —pregunta con preocupación.—Sí, Rebecca. Durante el embarazo, el cuerpo de la mujer experi
Mientras Rebecca se encuentra en la clínica acompañada de Rosa, Emilio se reúne con Benavides para solucionar el tema legal de Sofía. —Que bueno que viniste, Emilio. La verdad es que desde que me llamaste anoche, no dejo de pensar en todo esto. —Sí, me pasa a mí también; ha sido una sorpresa saber que Sofía, es mi hermana. Ahora entiendo porque mi padre insistió tanto en que debías buscar a su amante. —Siento no haberte dicho la verdad, Emilio. Pero tu padre, me pidió en su lecho de muerte –mientras agonizaba– que no les dijera a ustedes quien era esa mujer. —Nunca imaginé que las acusaciones de mi madre, sobre que mi padre la engañaba fuesen reales. En algún momento pensé que era sólo producto de sus celos enfermizos. —Enzo se enamoró perdidamente de Yolanda, incluso me confesó que de no ser por el tiempo que llevaba casado con Eva, se habría ido con su amante. —¿Por qué no me dijiste que era ella cuando fuiste a ver a Rebecca? —cuestiona. —No la recordaba, la verdad s
Al llegar a la mansión, Rebecca entra y se dirige a su habitación.—Buenas tardes, cuñadita —saluda Enzo sosteniendo un vaso de licor en su mano. La pelicastaña lo mira con enojo y repulsión sin darle una respuesta a su saludo. Detrás de ella –a pocos pasos– entra Emilio, quien a diferencia de Rebecca, se detiene a hablar con su hermano. —Pensé que ya te habías regresado a Madrid. —¿Te sirvo un trago? —Le ofrece y él acepta.— Está noche me regreso. ¿Le pasa algo a Rebecca? —pregunta mientras le entrega el vaso de licor a su hermano. —Venimos de la clínica, acaba de hacerse la inseminación artificial. Enzo frunce el entrecejo, luego sonríe con una expresión burlona. —No creí que necesitarás eso para embarazar a Rebecca. —No pienso explicarte las razones por las cuales tomamos esa decisión. —dice sentándose en el sofá de un puesto.— Por cierto, me asegura que la cláusula de entregarme al bebé no está en su contrato. ¿No la habrás engañado o sí? —pregunta con voz firme.