Emilio llega a mansión familiar donde sabe que podrá encontrar a su hermano. Es recibido por Sonia la antigua ama de llaves que siempre estuvo a cargo del cuidado de ellos desde que eran unos niños. —Sr Emilio, que alegría verlo por aquí. —exclama emocionada la mujer delgada y de cabello cenizo.—Igualmente Sonia, me alegra verte. ¿Mi hermano se encuentra? —Sí, acaba de llegar hace unos minutos. Está en la biblioteca. ¿Quiere que le avise que está aquí? —No, no te preocupes, yo iré hasta la biblioteca. —¿Desea algo de tomar?—Me vendría bien un buen café, ya sabes bien cargado y-—Sin azúcar —agrega la mujer, sonriente.— En seguida se lo llevo. Emilio camina hacia la biblioteca, reviviendo en cuestión de segundos lo que fue su infancia en aquel lugar. Desde la muerte de sus padres, no había pisado la casa familiar. En tanto, en su oficina, Enzo tiene una conversación por video llamada con su cómplice y amante.—Todo salió a pedir de boca, querido. Creo que fue incluso
Para Emilio descubrir aquella verdad resulta doloroso. No sé trataba de ver que Olivia lo hubiese traicionado con su propio hermano, no. Era mucho peor que comprobar el nivel de falsedad que había en ella. Simplemente se sentía decepcionado de Enzo. ¿De que más era capaz? Se preguntan y sus dudas con respecto a él, crecen de manera desproporcional. No sólo era el amante de su ex, sino que le ocultó la verdad sobre Sofía. Tampoco entendía que contactos eran esos que podían suministrarle una cantidad de dinero tan alta de forma tan rápida, cuando a él, mismo se le hizo cuesta arriba conseguir un préstamo en el banco.A pesar de ser conocido como un empresario responsable y moralmente reconocido por las entidades financieras donde por muchos años ha tenido sus cuentas bancarias, recibió miles de exigencias que por cuestión tiempo lo obligaron a vender una buena parte de las acciones de AUTOTEC.Todo aquello le genera repulsión y desconcierto. Pone en marcha su coche y minutos después
La mañana siguiente, todo está preparado para el regreso a Alicante. Mientras Emilio se ocupa de entregar el coche que había rentado, Yolanda le cuenta a Rebecca lo que está sucediendo con su hijo. —No podré ir a Alicante por ahora. Fabricio está detenido. —Pero no puedes hacer nada madrina, no tiene sentido que te quedes acá sola. —replica, para Rebecca, Fabricio siempre fue un joven malo que nunca valoró a su madre.—No Rebecca, lo que no puedo hacer es irme y dejar solo aquí a mi hijo. —responde con firmeza. Ante la respuesta de su madrina, Rebecca reflexiona y se ofrece a ayudarla. Le debía tantas cosas, que a pesar de lo que pensaba del chico, no podía negarse a apoyarla.—¿Quieres que hable con Emilio para que converse con alguno de sus abogados? —No tengo como pagarle. Bien sabes que no estoy trabajando en este momento. —Eso lo sé, madrina. Desde que mi madre murió te has hecho cargo de Sofía y eso siempre te lo agradeceré. Déjame hablar con él ¿Vale? Yolanda acc
—¿Le suena el nombre de Enzo Ferrer? —amplia su sonrisa y un gesto malévolo responde todas sus dudas e incertidumbre. Indignada por aquella terrible verdad, Yolanda está decidida a enfrentar de una vez por todas a Enzo Ferrer. El abogado quien acaba de terminar su conversación con su nuevo defendido, se dirige hasta el estacionamiento donde aún permanece la mujer, algo perturbada por lo que puede sucederle a su hijo. —¿A dónde se dirige, Yolanda? Si desea puedo llevarla. —No se preocupe abogado. Estoy esperando un taxi, debo ir a la zona norte. —Justo voy hacia esa zona, permítame llevarla. Yolanda recuerda que el abogado trabaja en la misma empresa que Enzo Ferrer, por lo que termina aceptando su ofrecimiento. —Está bien, doctor. —dice y sube al coche— Gracias. —Creo que el caso de su hijo es un poco complicado, no tanto por el delito de posesión ilegal de estupefacientes sino por el historial que tiene. Sin embargo, haré todo lo que esté a mi alcance para sacarlo de
—Buenas tardes, Sr Emilio —saluda Nacho a su jefe y a Rebecca.—Lamento mucho lo de su padre. —Gracias, Nacho. —responde con tristeza, mientras este toma el equipaje de ella y la niña para llevarlo hasta sus habitaciones respectivas. Rebecca se siente un poco descompensada por el trajín de esos tres días que parecían interminables para ella. —Sr Emilio, bienvenido —Mercedes se acerca con amabilidad a su jefe— La mesa será servida en unos minutos. —Gracias, Mercedes. Por favor pídele a Sol que prepare la habitación que era de Emma para Sofía, de ahora en adelante ella ocupará esa recámara.—Pero Sr Emilio, allí están todas las cosas de la niña Emma. —Mercedes creo que hablé muy claro. —espeta.—Como usted diga, señor. En algunos instantes, durante la comida, Rebecca se queda pensativa y sus ojos se llenan de lágrimas. Era evidente que el recuerdo de su padre y su ausencia, le dolían profundamente. Emilio prefiere guardar silencio, dejar que ella viva su duelo, en un par
—¿Tú? —pregunta aterrada.—Veo que aún te emociona verme, Rebecca. —sonríe con sarcasmo.—Vete ahora mismo de mi casa. —dice ella en voz baja. —¿Ocurre algo mi amor? —pregunta Emilio acercándose a ella. —N-no, no. —tartamudea. —Buenas noches Sr Ferrer —saluda estrechando la mano de Emilio. Al trío se suma la doctora, quien de forma muy espontánea bromea:—¿Tienes que pagar entrada? Las risas de Emilio y Ricardo resuenan, mientras Rebecca se aferra al brazo de Emilio. La pelicastaña siente un ligero vahído y luces centelleando frente a sus ojos. —¡Adelante, profesor! —responde Emilio. Ricardo entra a la mansión y ofrece el brazo a su acompañante y ambas parejas se dirigen hasta la sala principal. Emilio se aparta de Rebecca y se acerca al lujoso bar para servir una copa para él y una para ella. Ricardo toma la copa que segundos atrás había dejado sobre la mesa de centro. Emilio con un gesto le pide a Rebecca acercarse, mas ella siente que cada paso que da sus pi
El móvil de Yolanda se revienta con mensajes, la mujer despierta. Tantea con su mano hasta que logra tomarlo. Atiende la llamada que ha estado evitando desde que habló esa tarde con Enzo Ferrer. —Yolanda, por fin me atiende ¿Qué ocurre? —Lo siento abogado, no era mi intención preocuparle. —¿Y bien, dígame? ¿Hizo lo que le pedí? —Sí, lo hice. Pero no estoy dispuesta entregarle esas pruebas. —¿Qué dice? Es nuestra oportunidad de liberar a su hijo y de meter tras las rejas a Enzo. —Sé que no entenderá mis razones, por eso no quise contestar sus llamadas, pero la vida de Fabricio está en juego. ¡No puedo, doctor, no puedo! —solloza. —Por Dios, Yolanda si sigue jugando al gato y al ratón con ese hombre terminará destruida. En algún momento Enzo Ferrer hará lo que le conviene y tenga por seguro que no se detendrá a pensar en usted. —Él le pidió al inspector Carreño que cuidara de Fabricio. Hice un trato con él y prometió no hacerle daño. —¿Podemos vernos ahora?
—¿Ocultar qué, Rebecca? Rebecca queda paralizado al escuchar aquella interrogante. —¿No vas a contestarme? —pregunta en tono irritante. Yolanda se levanta de la cama, se excusa y sale de la habitación, lo mejor era no presenciar aquella conversación de parejas. —Sí, claro. —Se apresura a contestar.— Mi madrina se refería a como me he estado sintiendo. —No entiendo ¿Qué es lo que debes decirme? —Qué no me he sentido bien, que tal vez el medicamento que me envió el Dr Benavides, no está funcionando. —¿Por qué no decírmelo? ¿Cuál es el problema en eso, Rebecca? —Pues justo eso, que te enojarías conmigo. No me tomé la medicina durante estos tres días. Solo eso. Emilio parece ligeramente convencido, con los argumentos de Rebecca. —¿Ya se han ido tus invitados? —interroga. —Sí, acabo de acompañarlos. Por cierto creo que Rosa y el psicólogo se entienden. —dice mientras comienza a desvestirse.— Me dijo que vino a verte-—¿Te dijo algo? —Lo interrumpe ella, visiblemente