—Lo siento, madrina. No imaginé que hubieras pasado por algo así. Debió ser muy difícil para ti todo esto. — Rebecca se levanta de la cama, mira a su madrina de frente— Con respecto a mi padre, no sé que pensar. Nunca vi a mi madre quejarse ni decir que él le era infiel, es difícil para mí creer lo que me dices. Mi madre realmente supo actuar muy bien durante diecisiete años. ¿No lo crees? —Rebecca, no sabes lo que puede soportar una madre cuando se trata de un hijo, todo lo que está dispuesta a hacer y sacrificar con tal de verlo feliz. Pero eso sólo lo podrás entender cuando Dios te dé la dicha de tener tus propios hijos. —No necesito tener un hijo para saberlo, sabes que por Sofi haría lo que fuera, madrina. —afirma con firmeza.—Eso lo dices porque tienes un inmenso corazón. Siempre estás dispuesta a ayudar a tu familia e incluso a sacrificarte por ella. Ve todo lo que tuviste que hacer por tu padre, ve el lugar dónde estás, por suerte para ti, Dios te bendijo poniendo a Emil
Emilio se topa con Mercedes quien viene por el pasillo con el equipaje de Rebecca.—¿Dónde está Rebecca? —pregunta visiblemente angustiado.—No lo sé señor. Vengo de su habitación para llevar las cosas a su dormitorio ¿ocurrió algo? —Deja esas cosas donde estaban y ayúdame a buscarla, voy a vestirme. —Sí, señor. Emilio se regresa a la habitación bajo la mirada escrutadora y perversa de Mercedes, quien lo observa sin pestañear, disfrutando de su anatomía y masculinidad. Mercedes regresa a la habitación de Rebecca, encontrando a la chica en brazos de su madrina, desecha y devastada por aquella cruel traición.—Disculpe, el Sr Emilio me pidió regresar sus cosas a la habitación.Yolanda observa con enojo el gesto poco empático de la empleada. —Lárguese Mercedes, mi ahijada no se siente bien. Rebecca siente como si el piso hubiese caído debajo de sus pies y ella se hundiera en un profundo abismo. Sin embargo, su llanto es callado y silencioso, no desea perturbar a su herman
Rebecca se aparta de él, sorprendida por aquel beso inadvertido e inesperado. —¡Lo siento, Rebecca! No debí-—¿Por qué lo hiciste, Enzo? —pregunta aún sin darle credibilidad a lo que acaba de ocurrir. —No, lo sé Rebecca. Fue un impulso, no pude evitar besarte. Sé que lo que acabo de hacer, es algo que no esperabas, pero… —guarda silencio y luego agrega:— No sé que me está pasando contigo, desde que vi como mi hermano te maltrata y humilla, no pienso en otra cosa que protegerte, cuidar de ti. Y eso me tiene confundido, porque siendo la esposa de Emilio, yo jamás debería ni siquiera pensarte. Las palabras de Enzo parecían tan sinceras que Rebecca se siente aturdida, pero también confundida. Nunca espero escuchar aquella confesión de su jefe.—Es mejor que salgas de mi habitación, no quiero que Emilio piense lo que no es. Eres su hermano, y yo soy su esposa. —¿Es en serio, Rebecca? ¿Todavía te importe lo que él piense aún después de encontrarlo con otra mujer? —No jugaré su m
Como si la relación entre ellos no estuviese lo suficientemente fracturada, ahora Rebecca lo encuentra a punto de golpear a su padre. —¡No te atrevas, Emilio Ferrer! No te atrevas a tocar a mi padre. La pelicastaña baja las escaleras apresuradamente, cuando de la nada y para añadir mayor tensión entre ellos, Enzo Ferrer aparece en el acto, se acerca a ambos hombres y quita a su hermano de encima de Ignacio.—¿Te has vuelto loco, Emilio? Ignacio acaba de ser operado. ¿Quieres matarlo?Ante la impresión de aquella disputa, Ignacio se lleva las manos al pecho. Rebecca corre a su lado, mientras Emilio se queda abismado sin saber que decir para defenderse de aquella acusación. —¿Papá, estás bien? —se inclina hacia este. —¡No, hija! Tengo un fuer-te do-lor en el brazo. —¡Hay que llamar a un médico! —clama Rebecca, angustiada. —Sólo Olivia puede ayudarlo. —contesta Enzo. Emilio está perturbado, todo es confusión en su cabeza. Rebecca lo mira y cierro lágrima en sus ojos, le
Minutos después Rebecca regresa con el medicamento. Sube hasta la habitación, entra y le entrega la caja de medicina a Olivia. —Tenga doctora. —Gracias —contesta parcamente. Olivia implanta la vía intravenosa y luego le coloca el tratamiento a Ignacio. A diferencia de media hora antes, la actitud de Olivia hacia Rebecca, es muy diferente. —¿Estará bien? —Le pregunta con preocupación.—Debemos esperar, la responsabilidad de que Ignacio se encuentre en esta situación es tuya. Por ahora necesita descansar y deberías encargarte de ser tú quien cuide de él.—Sí, no tengo problema en ser yo quien permanezca a su lado. Por mi padre haría lo que sea. —Lo sé, de eso no me cabe la menor duda —responde en un tono sarcástico— incluso aceptar un contrato para casarte con un hombre que no te ama. —espeta.Ante la respuesta algo agresiva de Olivia, Rebecca permanece en silencio, no podía decirle nada a aquella mujer, cuando había sido ella precisamente quien evitó que su padre sufrier
Emilio detiene su coche frente al lujoso hotel, baja y le entrega al valet parking las llaves para que lo estacione. Luego entra al hotel y de dirige al la recepción. La recepcionista al verlo entrar, lo reconoce de inmediato, por lo que busca en la caja de pertenencias olvidadas, el credencial de identificación de éste.—Buenas noches, Sr Ferrer. Aquí tiene su credencial. —Gracias señorita, pero no estoy aquí por ello. Vengo a ver a la Dra Olivia Correia. ¿Puede avisarle que estoy acá, por favor?—Puede pasar, la huésped notificó al llegar que usted vendría a verla, por lo que puede subir sin problema, Sr Ferrer. —¡Gracias! —contesta y toma el credencial, lo guarda en el bolsillo de su chaqueta y se dirige al ascensor. La puerta metálica se abre, Emilio entra al ascensor y sube hasta el último piso del hotel. Sale del elevador y se encamina hacia la suite. Antes de tocar la puerta, esta se abre, Olivia lo recibe con una sonrisa en su labios rojos. —¡Gracias por venir!
—Entonces, hazme el amor aunque sea esta la última vez que nos vemos, Emilio. Por favor. —¡No! No lo haré. —¿Ya no me deseas? —termina de quitarse el albornoz y se acerca a Emilio. —Por favor Olivia, debo irme. La pelirrubia se retrae, aún tenía un par de cartas que jugar tampoco quería parecer una mujer sin dignidad frente a él. —Vete, por favor. Lárgate de una vez. —dice entre los dientes. Emilio aplana sus labios, aquel final entre ellos resultaba mucho peor que cuando ella lo abandonó, él la estaba rechazando. —Adiós, Olivia. —Adiós, Emilio. No me llames, no vuelvas a llamarme porque no iré a tu rescate nunca más.Ella abre la puerta Emilio sale, y siente el portazo detrás de su espalda. Escucha los gritos de su ex, Olivia había vuelto a ser la misma de antes. Emilio sube a su coche y conduce hasta la mansión, ansioso de ver a Rebecca. Baja de su auto, sube las escaleras directo hacia la habitación de huéspedes. Al acercarse escucha una conversación un tanto pe
—Quiero que todos ellos se marchen, todos excepto ella. De Rebecca Cervantes me ocuparé yo —espeta.—Bien, Emilio, yo me ocuparé de ello. Pero no puedes permitir que la herencia vaya a caer en manos de una bastarda. ¿Me lo prometes?Emilio lo mira con dejadez y sale de la habitación de su hermano sin darle una respuesta afirmativa. —¡Imbécil! —masculla Enzo. En tanto, en su habitación Rebecca comienza a recoger lo poco que queda de sus pertenencias. Por suerte para ella, aún la maleta que había preparado con sus cosas para mudarse al otro dormitorio, estaba allí, sin desempacar. Aunque finalmente quedaría libre de aquel compromiso, no podía negar que le entristecía que todo entre ellos terminara de ese modo. Era claro que Emilio ya no deseaba tenerla a su lado, el fin había llegado. La puerta se abre, Yolanda entra y junto a ella, la pequeña Sofía. —¿Rebecca, tenemos que irnos? —pregunta con un dejo de tristeza la niña. —Sí, mi amor, debemos irnos; yo regresaré con uste