Isabella Montoya observaba por la ventana del taxi mientras las luces de la ciudad de Bogotá parpadeaban a su alrededor. Había llegado el momento de dejar atrás su pasado y comenzar de nuevo. Con una mezcla de nerviosismo y emoción, apretó el asa de su maleta, que contenía no solo sus pertenencias, sino también sus sueños y esperanzas.
El taxi se detuvo frente a un edificio moderno en el corazón de la ciudad. Isabella pagó al conductor y salió, respirando profundamente el aire fresco de la noche. Con pasos decididos, se dirigió hacia la entrada del edificio, donde la esperaba su nueva vida como diseñadora de moda. Al entrar en su nuevo apartamento, Isabella se permitió un momento para contemplar su entorno. Las paredes blancas y los muebles minimalistas le daban una sensación de paz y renovación. Dejó su maleta en el suelo y se dirigió a la ventana, desde donde podía ver la ciudad que pronto se convertiría en su hogar. Mientras miraba las luces parpadeantes, su mente viajaba a los recuerdos que había dejado atrás. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidida a triunfar. Con una sonrisa en los labios, se prometió a sí misma que aprovecharía cada oportunidad que se le presentara. Está muy emocionada, pues era la primera vez que estaba en la capital de su querido país. El frío le helaba los huesos, pues acostumbrada al clima cálido de su pueblo, sentía que moriría de frío si no ingresaba rápidamente a la residencial que alquilo. Siguiendo las indicaciones, llegó a paso lento donde se encontraba el número de su apartamento. Cuando entró y encendió las luces, le echo un vistazo a la pequeña estancia donde ahora viviría. Contaba con una cocina, una pequeña sala, una habitación con su baño, y un pequeño lavabo. Sintiéndose satisfecha por no haber sido engañada desde la página de internet, ingresó totalmente. La habitación estaba amueblada, y claro, pues para el costo que tenía, era mejor así. Ya después podrá encontrar un buen lugar para hogar y formar su pequeña familia con una mascota que quería adoptar. No quería tampoco sentirse tan sola en un lugar como este. Rápidamente, ingresé a mis redes sociales, quería enterarme de las nuevas noticias y los chismes, pues eso nunca está de más para mí. Mientras el tiempo pasaba, llegué a sentir un poco de hambre. Mirando en la lista de los restaurantes buenos y que estén cerca, me decidí por comida coreana, ya que es de mis favoritas. Realice el pedido, que tardaba poco más de treinta minutos. Me dirigí hasta la habitación donde aún tenía mi equipaje sin hacer, la verdad sentía un poco de pereza por ordenar, pero me tocaba, mañana tenía que presentarme en una de las oficinas de diseños más exclusivos de la ciudad y no quería demorar más el tiempo a la hora de buscar un traje elegante para ponerme. También tenía que sacar todos mis bocetos y darles un último toque, aunque ya eso quedará para después de que pueda ingerir algo de comer, pues el hambre me estaba matando. Mientras habría, la maleta, pude observar las imágenes de mi familia, y los recuerdos que me traje para que ellos siempre estén conmigo. Poco a poco y llena de sentimientos, fui vaciando la maleta. Estaba tan concentrada que no había escuchado el insistente sonido de los mensajes de mi teléfono móvil. ~ Espero que respondas los jodidos mensajes, o voy a pensar que te pasó algo y no dudaré en ir con la policía, Isa~ Lucía Bbf Hora: 8:47 Pm Claro, y quién más podía ser que Lucía, mi gran amiga y la razón por la que ahora me encuentro en la ciudad. ~Hola A ti también, Luci, llegué muy bien, estoy algo agotada y desempacando la ropa, también a la espera de algo para comer que pedí~ Hora:8:53 Sin duda alguna, podía responderle, desde, pues, de un siglo, a cualquier persona, pero no a Lucía; a esa mujer le tenía miedo. Después de responder el mensaje, fui directamente a la ducha a dejar sin útiles de aseo personal. Me gustará ser más organizada con la higiene, ya que todo muchas veces me producía un poco de asco, y más si usan las mismas cosas que yo. Cuando estoy terminando de colocar las toallas en la gaveta, escucho el sonido del timbre de la puerta, desesperada por querer abrir, pues el hombre literalmente se quiere comer mi estómago, me tropiezo con la pequeña mesa de comedor que tengo, como siempre mi dedo pequeño del pie siempre es el que sufre. Dando saltos, voy hasta la puerta, miro por la rendija, cerciorándome, que definitivamente sea el repartidor, en una ciudad tan grande como está. No es muy seguro y más si vengo sola y solo conozco a Lucía. Abrí la puerta. Y vi al repartidor, un chico Guapo, con un pequeño Piercing en la ceja derecha y una sonrisa de hoyuelos. — Hola, buenas noches. ¿Isabella?—preguntó el chico, viendo en su teléfono móvil la dirección y nombre de la persona que había hecho el pedido. —Mm, Hola, buenas noches. Sí, soy yo— dije un poco nerviosa, pues el chico era muy encantador. —Aquí tienes tu pedido, serían treinta y ocho mil pesos —dijo el chico mientras rectificaba el precio del pedido. Sin más, saqué mi cartera y le di el pago total. Cuando me entregó la comida, con una sonrisa se despidió. Y por fin pude soltar el aire que no sabía que estaba conteniendo. —Vaya, eso fue muy raro— dije para mí misma, sin darle más vueltas al asunto. Enseguida, entre, cerré la puerta y le puse el seguro. Me dirijo hasta la cocina, donde había visto unos bazos de vidrio limpios, los saqué de la gaveta y los volví a lavar. Uno nunca sabe y además no está de más. Rápidamente, me serví un poco del refresco que venía incluido en la bebida y me dispuse a ir en la sala del comedor, que daba justo a la ventana. Contemplando la ciudad, tuve mi primera cena en soledad y con una gran paz.Esa misma noche, había decidido explorar su nuevo vecindario. Caminé por las calles iluminadas, disfrutando del bullicio de la ciudad. Encontré una pequeña cafetería acogedora y decidí entrar. Mientras saboreaba un café caliente, me permití relajarme y reflexionar sobre mi ajetreado viaje, y el día que me deparaba: el día de la galaDe regreso a mi apartamento, me dediqué a terminar de desempacar y decorar mi nuevo hogar. Coloque cuidadosamente mis bocetos y herramientas de diseño en un pequeño estudio improvisado. Cada rincón del apartamento comenzó a reflejar mi estilo personal, con telas coloridas y detalles elegantes.Los días pasaron y, aunque quería encontrarme todo el tiempo con Luci, no se podía. Ella tenía una agenda muy apretada, así que me fui adaptando a mi nueva rutina. Cada mañana, me levantaba temprano para hacer ejercicio en el parque cercano, que pude encontrar. En realidad, siempre estaban familias, o personas agradables con sus cachorros, disfrutando del aire fresc
El sonido del despertador hizo que me levantara temprano, aun con la emoción de la gala de la noche anterior. No podía dejar de pensar en Alejandro y en la conexión que habíamos compartido. Sin embargo, sabía que no podía permitirme distraerme. Tenía que concentrarme en mi trabajo y en establecerme en mi nueva vida.Después de un desayuno ligero, inmediatamente me dirigí a la oficina. Al llegar, fue recibida por Lucía, quien me saludó con una sonrisa cómplice.Sabía que Lucía no se podía quedar con las dudas de qué fue lo que hablamos Alejandro y yo. Es una chismosa de primera.—¿Y bien? ¿Cómo te fue anoche?—preguntó Lucía, con un brillo de curiosidad en sus ojos.—Fue increíble. ¿Por fin pude? Estar cerca de Alejandro Rivas y entablar una conversación sobre nuestros proyectos. Es un hombre fascinante—, respondí nerviosa y extasiada, tratando de mantener la calma.—¡Lo sabía! Sabía que harías una gran impresión. Alejandro no es fácil de impresionar, pero tú lo lograste—, dijo mi queri
Mientras trataba de encontrar las respuestas a todas las preguntas, volví a recibir una llamada. Otra vez, mi madre, no lo dudé un segundo y le respondí.Pero hubo un silencio en la línea antes de que mi madre se atreviera a responder. *Isabella, hija, lo hice para protegerte. Hay cosas que no quería que supieras, cosas peligrosas.* Dijo después de unos segundos mi madre, tratando de hablarme con voz suave.—Necesito saber la verdad, mamá. No puedo seguir viviendo en la oscuridad— dije, con determinación. No podía dejar que mi madre supiera lo atemorizada que me encontraba en estos momentos.*Está bien. Te contaré todo lo que necesitas saber* —dijo mi madre Victoria, con un suspiro.*Pero debes prometerme que tendrás cuidado.* No pude evitar sentir que un escalofrío pasó por mi espalda, las manos me comenzaron a sudar y la piquiña en mi mejilla, cuando estaba nerviosa, comenzó a aparecer. Sabía que después de descubrir la verdad, nada volvería a ser como era, aunque no es como si mi
— Isabella, he estado investigando tu pasado, y hay cosas que necesitas saber. Cosas que podrían cambiar tu vida—, comencé, tratando de mantener mi tono calmado y profesional.Ella me miró fijamente, esperando mis palabras. —¿Qué has descubierto?—preguntó la mujer sentada enfrente de mí.Saqué la carpeta de mi maletín y la abrí, mostrando los documentos y fotografías que había recopilado. —He encontrado información sobre tu familia, en particular sobre tu madre, Victoria Montoya. Parece que hay más en su pasado de lo que tú sabías.—Isabella miró las fotografías y los documentos, reconociendo algunos rostros y lugares. —¿Qué significa todo esto?— Dejo después.—Tu madre estuvo involucrada en algunos negocios turbios hace muchos años. Parece que estaba tratando de protegerte de algo o alguien— expliqué. —Hay personas que aún podrían estar interesadas en encontrarla, y eso podría ponerte en peligro.Vi cómo Isabella procesaba la información, su rostro reflejando una mezcla de sorpres
La propuesta de Alejandro de trabajar juntos en una nueva colección me tenía emocionada y nerviosa a la vez. Sabía que esta colaboración podría ser una oportunidad única para mi carrera, pero también sentía que había algo más profundo en juego. La conexión entre mi madre y la familia de Alejandro seguía rondando en mi mente.Esa noche, mientras revisaba algunos bocetos en mi apartamento, recibí un mensaje de Alejandro. ~Isabella, necesito que vengas a mi oficina mañana temprano. Hay algo importante que discutir sobre el proyecto~Hora. 9:30 PmFue el mensaje que me envió, me sentía con dudas, y con los pensamientos de que sería lo que tendría para decirme, habrá averiguado algo sobre la conexión de mi madre con su familia.Sin querer darle más vueltas al asunto, decidí, terminar todo lo que estaba haciendo en ese momento, sentía que mi cabeza no podía más y que estaba a punto de estallar. Salí de mi habitación, por un poco de agua dispuesta a tomarme una pastilla para la jaqueca. Mi
Pov. VictoriaEra una mañana tranquila cuando recibí una carta sin remitente. El sobre, de un blanco inmaculado, no tenía ninguna marca distintiva. Al abrirlo, encontré una hoja de papel grueso y elegante, con una caligrafía cuidada que me resultaba extrañamente familiar.>Victoria Montoya,Sé lo que hiciste hace años. La verdad siempre sale a la luz. Si quieres proteger a tu hija, ven al parque central a las 10 p.m. No traigas a nadie.Un amigo.
POV. Alejandro Las últimas semanas habían sido un torbellino de trabajo y tensión. Isabella y yo estábamos inmersos en la creación de nuestra nueva colección, pero la sombra de la amenaza constante nos mantenía alerta. Cada día, revisábamos nuestros diseños y discutíamos estrategias para proteger nuestra información. Sin embargo, la sensación de peligro nunca desaparecía.Una mañana, mientras revisaba algunos documentos en mi oficina, recibí una llamada de mi asistente. —Señor Rivas, su hermano Carlos está aquí para verlo.— Me quedé pensativo a la idea de lo que quería Carlos.Carlos y yo siempre habíamos tenido una relación complicada. Aunque éramos hermanos, nuestras diferencias en la visión y gestión de la empresa a menudo nos ponían en desacuerdo. Sin embargo, nunca imaginé que llegaría a esto.—Que pase—, respondí, tratando de mantener la calma.Carlos entró en mi oficina con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. —Alejandro, tenemos que hablar.— Dijo con grandeza y un aire pe
Las semanas siguientes fueron un torbellino de trabajo y tensión. Isabella y yo estábamos inmersos en la creación de nuestra nueva colección, pero la sombra de la amenaza constante nos mantenía alerta. Cada día, revisábamos nuestros diseños y discutíamos estrategias para proteger nuestra información. Sin embargo, la sensación de peligro nunca desaparecía.Una tarde, mientras Isabella revisaba algunos documentos antiguos en la biblioteca de la empresa, encontró un sobre que parecía haber sido olvidado durante años. Con curiosidad, lo abrió y descubrió una serie de cartas y contratos que mencionaban a su madre, Victoria Montoya, en relación con la empresa de mi abuelo.—¡Alejandro, ven a ver esto!— exclamó Isabella, con los ojos brillando de emoción.Me acerqué rápidamente y tomé las cartas de sus manos. Al leerlas, me di cuenta de que Victoria había sido una diseñadora clave en la empresa de mi abuelo, trabajando en varios proyectos importantes antes de desaparecer misteriosamente.—Es