Aparté la mirada para limpiarme las lágrimas. Justo cuando pensaba en sacarlo del lugar, escuché la voz indiferente de Yael desde un lado:—Estella, ¿cómo fue en verdad que tu madre murió?La cara de Romeo cambió drásticamente. Justo cuando él quería discutir con Yael, lo advertí en voz baja:—Hoy es el funeral de mi madre. Si no quieres que el problema de lo del riñón se haga más grande, vete de aquí de inmediato.—¿Me estás amenazando acaso? Estella, ¡eres mi esposa carajo!—Pronto no lo seré. Romeo, mi madre te trató como a su propio hijo. Por respeto a ella, llévate a tu amante de inmediato. No quiero que ella vea tu fachada falsa en este día. Por cierto, me gustaría saber, ¿por qué estás aquí con ella?Él volvió a mirar a Rita, con una expresión un poco avergonzada:—Ya hablaremos de eso mañana.Dicho esto, se fue apresuradamente.Yael lo miró con desdén, como si fuera basura en un pantano. Él y su madre eran inteligentes; ya sabían qué había pasado y que no debían meterse en mis
Ya no recuerdo cómo salí del café. Él me dijo que estaba en camino a ser subdirector del hospital y que no podía permitir ningún problema en este momento. Mencionó la muerte de mi madre y que yo solo tenía a él como familiar, pidiéndome que pensara bien en lo que perdería si lo dejaba.Hay un tipo de opinión, diciendo que las mujeres no deben acompañar a un hombre hasta su madurez a cambio de su juventud. Al mismo tiempo, hay quienes creen que su decisión es correcta. Tienen la confianza de afirmar que quienes llegan a esa conclusión es porque no se han encontrado con la persona adecuada. Obviamente, esa confianza se ve derrotada por la cruel realidad.Y yo fui una de las que tenía esa confianza bastante estúpida.No sé desde cuándo, pero la actitud de Romeo cambió drásticamente. Había sido un joven que insistía mucho en su sentido de justicia y compasión, pero todo eso se había desvanecido. En sus ojos solo quedaba el deseo de poder. Ya no podíamos llegar a un acuerdo. Con alguien así
En realidad, ya había pensado en cómo lidiar con Romeo. Con la ayuda de Yael, eso sería aún más fácil. Le pedí que denunciara anónimamente a Romeo por usar el riñón ilegalmente y haber causado la muerte de una persona por eso.Romeo estaba en un momento crítico, compitiendo por el puesto de subdirector, pero debido a la denuncia, fue suspendido mientras se realizaba la investigación. Las evidencias que había proporcionado confirmaron aún más sus delitos. Él me llamó miles de veces, pero no le respondí. Más tarde, la noticia se filtró y Romeo se convirtió en el foco del desprecio de todos los que lo conocían.Cuando volví a verlo, fue debajo de mi edificio. Ya no tenía la confianza desbordante de antes; su rostro estaba desaliñado y la camisa arrugada. Pensé que venía a echarme la culpa, pero con voz apagada me dijo:—Estella, lo siento de verdad mucho.Me sorprendí un poco. ¿Qué pretendía?Él se sentó en los escalones, murmurando aturdidamente:—Al principio estaba furioso, deseaba lo
Saqué mi celular y le mostré todas las publicaciones de Rita. Tras dos de ellas, él ya no pudo seguir, apartando la mirada hacia otro lado.—En el pasado, pensaba que eras sincero y atento. Como médico, tenías un sentido de responsabilidad. Me sentía tan orgullosa de ti, porque eras recto y nunca hacías concesiones. Aunque estaba preocupada por la enfermedad de mi madre, nunca te forzaría a ir en contra de tus propios principios. Pero, desde la aparición de Rita, me di cuenta de que tus principios solo funcionaban cuando tú querías. Si realmente la amas tanto, ¿por qué viniste a buscarme?Él se sonrojó, dudando en responder.En ese momento, apareció Yael, hablando por celular. Al acercarse, me hizo una señal con la mirada. Luego, activó el altavoz, y la voz de Rita resonó en el aire.—Yael, no le creas a Romeo. ¡Ya terminamos desde hace tiempo! Si no fuera por el trasplante de riñón para mi mamá, ¡jamás me habría acercado a él! Ahora que no será subdirector y ha sido suspendido, tampoc
Romeo seguía sin aceptar el divorcio, pero yo ahora ya tenía demasiadas pruebas en mi mano. La señora Sánchez estaba preocupada de que él pudiera hacerme daño por la desesperación, por lo que insistió en que me mudara a su casa. No le tenía miedo a Romeo, pero lidiar con él era en realidad algo agotador. Sin pensarlo más, me mudé a su casa, donde vi un cuadro.—¿Por qué este cuadro está aquí? —pregunté con curiosidad.La señora me abrazó suavemente y me explicó con voz tranquila:—Yael recuerda muy bien tus palabras. Le dijiste que usarías ese nombre como firma cuando pintaras. Por eso, cuando la galería vendió esa obra, él la reconoció al instante.Era mi obra. Alguien la había comprado a un precio elevado, y ese dinero había solucionado una crisis en nuestra familia en ese entonces. Después intenté contactar al comprador para agradecerle, pero la galería dijo que él no quería revelar su identidad. Resulta que fue Yael quien la compró…La señora sonrió:—Conozco bien a mi hijo. Yael c
Acababa de cortar la llamada cuando recibí un mensaje de Romeo:[Me programaron una cirugía esta noche, hoy me quedaré a dormir en el consultorio.]Obviamente, me estaba informando que no regresaría a casa.En ese momento, recordé el tono orgulloso de Rita al contestar la llamada. Por el mensaje de Romeo, parecía que ella no le había transmitido del todo mis palabras. Solté una sonrisa burlona y recogí mi última pertenencia de la casa de Romeo. Salí y cerré la puerta, todo de manera tan decidida, que ni siquiera me molesté en mirar atrás.Durante los cinco años de nuestro matrimonio, cada vez que él se quedaba en la oficina trabajando, siempre me informaba con detalle. Decía que las mujeres son sensibles y delicadas; por eso, si los hombres prestan atención a los pequeños detalles, eso les brinda a ellas una gran sensación de seguridad. Enviar un mensaje o hacer una llamada no debería ser pues complicado. Esta vez, como siempre, se escudó en una cirugía que tenía que realizar de última
Tenía en mis manos el certificado de defunción de mi madre, sintiéndome como un títere sin alma. Con la vista perdida, ya no podía llorar más. Marqué muchas veces a Romeo, pero él simplemente no me quiso contestar. Cuando me enteré de la enfermedad de mi mamá, le había rogado a Romeo que nos ayudara a conseguir un riñón a través de sus contactos. Sin embargo, él me rechazó rotundamente, argumentando que ayudarme con sus recursos sería injusto para otros pacientes que estaban en la lista desde mucho más tiempo atrás y que también urgente necesitaban de uno.Romeo venía de un pequeño pueblito escondido en las montañas y alejado de todo, pero aun así fue el único en su localidad que se graduó de una universidad de prestigio. Sin ningún respaldo familiar, logró salir adelante y convertirse en un profesor reconocido gracias a su esfuerzo y talento. Por eso, despreciaba cualquier tipo de injusticia, tanto en el estudio como pues en el trabajo.Sin embargo, ese hombre que se decía valorar ta
Su indiferencia congeló mi corazón. Tenía tantas ganas de desgarrar esa fachada compasiva de Romeo frente a todos.—¿La curarás? ¿Cómo lo harás? ¿Sabes qué? Por tu culpa, ella se había…—¡Romeo! ¡Ven aquí, mi mamá está bastante mal! —se oyó la voz de Rita a lo lejos.Romeo presintiendo lo peor corrió hacia el pabellón sin darme la oportunidad de terminar mis palabras. Esbocé una sonrisa amarga y, sin darme cuenta, las lágrimas brotaron de mis ojos. La expresión de Romeo al hablarme sobre sus principios apareció en mi mente, dándome una sensación tan ridícula… Desesperadamente, me di cuenta de que nunca había conocido bien a ese hombre…Como el personal tenía que atender el cuerpo de mi madre, me había llamado mil veces para que le diera la firma, por lo que no me permití colapsar en este momento…Me esforcé por mantener la compostura para arreglar su funeral, enterrándola junto a la tumba de mi padre. Elegí una de sus fotos juntos, pero al ver sus sonrisas, mis lágrimas brotaron sin co