La paz… se fue de su vida…Aquel rubio no dejaba y dejaba de hablarle del que sería su fin de semana perfecto con el cumpleaños número 7 de aquella rubia de ojos chocolate que resultaba ser la hija de su mejor amigo.Tenía ya muchos detalles innecesarios en su cabeza, como los juegos que abrían, la comida, entre la que obviamente había ramen, los shows que habría y muchas cosas que a él no le interesaban.Iría, si, por obligación, él ni siquiera tenía un niño al cual Jhon invitara, solo iba por hacer presencia, ya que él como “el mejor amigo del padre” no podía faltar, a veces de verdad le daban ganas de matar a su amigo por comprometerlo a ir a los cumpleaños de sus hijos donde el solo se aburría como ostra.—Así que tu hija cumple 7 años –la voz de aquella mujer interrumpió a ambos.Salvación…—Así es Emily, mi pequeña cumple 7 añitos, me emociona tanto, creció muy rápido –lloraba a cascaditas el rubio haciendo reír con levedad a la rubia.—Debe ser muy divertido tener a una niña –s
Paso rápido la hora, donde todos los niños jugaban y nadaban con sus amigos y sus padres, muchos de los cuales también jugaban con sus pequeños, como el caso de la rubia quien estaba metida en la parte baja de la piscina con su pequeño, eran unos de los pocos en esa zona ya que la mayoría se metía a lo hondo lanzándose de piquero o bombitas.Este veía atento a ese pequeño pelirrojo quien jugaba con la rubia y una pelota inflable, la curiosidad lo invadió de inmediato, ¿Por qué no salían de esa zona? Lo único que quería era que esa “Molesta” rubia fuera a sumergirse bajo el agua y no verla con ese pequeño bikini rojo el cual moldeaba perfectamente su busto, y se metía entre sus piernas cuando veía su redondo trasero, incluso podía observar un poco del bronceado que estaba adquiriendo en esa zona.¡Basta!¿Qué diablos estaba haciendo?, estaba mirando más de lo que debía, se estaba convirtiendo en un maldito mirón pervertido de mente sucia, ese no era él.Claudia y las demás mujeres, las
Por el pasillo caminaba con el ese pelirrojo aun en brazos, no es que quisiera llevarlo así, pero no sabía si estaba del todo bien o no, podía perder el equilibrio caminando. Había parado un poco su llanto, llevaba los ojos cerrados, respirando tranquilo, pero aun así soltaba algunos sollozos aislados. Al lado de él caminaba preocupada la rubia quien veía preocupada a su hijo.—No puedo creer que no le enseñaras a nadar –le reclamo con poco animo el azabache a la rubia.—Yo tampoco… sé nadar… nunca me enseñaron –reconoció ella parando su paso al igual que el Maxwell quien se le quedo mirando.La de la expresión melancólica ahora era ella. Que idiota, debió suponerlo, de lo contrario el chico si sabría nadar o ella habría sido la primera en ir en auxilio del pequeño en su lugar.Sentía el vacío de muchos años de poco afecto en su corazón, siempre necesito a sus padres, a alguien quien le quisiera así, lo más cercano fue esa mujer de cabello rojo, Adelaide, pero ella era joven y ni ella
Otra costumbre de todos los días, era que llegara con “Tía Michelle” como él le llamaba, saludara a todos, pues eran muchos niños, jugaran un rato, se ayudaran con las tareas que no habían hecho o les costaba y claro, ¿Cómo olvidarlo? Golpear al rubio por siempre tener la habilidad de sacarlo de sus casillas, pero a diferencia de otros días, este día lo saco de ellas más rápido aún.—¡eres un bruto Armand! –reclamo cierto rubio en miniatura sobándose la cabeza por el golpe que su amiguito pelirrojo le dio, el muy simpáticamente le pidió ayuda con unos ejercicios de matemáticas y él le golpeo.—Carlo… estas en tercer grado, ¡¿Cómo me respondes que tres por tres son seis? Soy más pequeño que tú y se mucho más –pregunto casi no creyendo lo que preguntaba, es decir, aquellos problemas eran básicos, se supone que hasta un niño de primer grado los podía hacer bien, pero ya veía que se equivocaba.—Odio matemáticas – se quejó el pequeño rubio mirando con ojos entrecerrados al pelirrojo quien
—¿no te gusto Emily?, te prometo que cuando me paguen te traeré algo mejor –sonrió el pelirrojo queriendo abrazar a su chica, cosa que ella no negó, pero no cambio de expresión.—No, me encanta, de verdad Gustav, pero… — se separó de él, intentando hablar, no hallaba las palabras correctas para poder rechazar un gesto tan dulce del hasta entonces, su novio. — sabes que… el dinero que podamos conseguir en este momento tenemos que destinarlo para comprar las medicinas de Armand, le aumento la fiebre esta mañana, me preocupa que pase la semana sin las medicinas que el médico le receto – la expresión de la rubia cambio por un semblante más triste, en cambio el pelirrojo frunció el ceño ante su comentario.—Deja de preocuparte por él un momento, ¿Qué hay de nosotros?, también tenemos derecho a darnos estos gestos Emily – el tono que uso si bien no era agresivo si fue algo golpeado para la rubia, quien bajo aún más la mirada al escuchar eso.—Armand es primero Gustav, luego nosotros, él no
Digitaba unos papeles en ese momento, se sentía mucho más tranquila, debido al trabajo no había podido despedirse de su pequeño antes de irse a la escuela o tener un momento de calma. Suspiro refregándose los ojos, le dolía la vista estar tan pegada al computador.Cuando abrió los ojos vio a Frank entrando a la oficina con dos vasos de café, uno lo bebía él y el otro lo traía en la mano. Dejo ese vaso frente a ella y luego se colocó tras de sí comenzando a ver todo lo que llevaba, lo cual, no era poco.—Faltan los códigos de las bodegas tres y cuatro –comento desviando su negra visión de la computadora hasta la rubia.—Jhon aun no me trae los papeles de la bodega tres, creo que Jaden se demoró en enviarlos y por eso no ha podido revisarlos, así que avance con el trabajo que Alfonse me envió, termine las planillas de las bodegas uno, dos, cinco, seis, y diez – explico la rubia de la forma más neutra que pudo, como toda una profesional. — si termino hoy con la siete, ocho y cuatro, pued
Corría velozmente, en esta ocasión el objeto de la disputa era un balón. Había tenido éxito en sus múltiples partidos, jamás perdió uno desde que era muy pequeño. En frente a él estaba aquel arco con dos defensas y el portero, sonrió de medio lado, eso era nada para él.Siguió corriendo hasta tener frente a él a ambos defensas, momento en el que dejo la pelota detrás de su pie y le pego con el taco de su zapatilla, dando un pase hacia atrás y pasando de largo a los defensas quienes ni notaron cuando lo hizo.Detrás de él su amigo rubio recibió el pase como acostumbraba hacerlo, se colocó en posición y pateo. El portero ni se esforzó en tratar de atraparlo, solo se cubrió la cabeza, conocía demasiado ese potente tiro como para estar tan loco de intentar atraparlo.El sonido del silbato del árbitro se escuchó al momento de terminar el partido, justo cuando metieron un gol de último segundo, como de costumbre, no era necesario, pero mientras más goles mejor, por eso estaban a la cabeza d
Los ojos de todos estaban posados en la cancha frente a ellos. Una gran red dividía esta, ya habían pasado muchos partidos en aquella cancha, este ya era el último. En los asientos alrededor estaban la mayoría de los hombres, algunas de las mujeres aun con sus uniformes de gimnasia puestos, aquellas que habían perdido sus partidos antes de la final que veían jugar.Muchos animaban, sobre todo los niños, per o los adultos veían más tranquilos. Alfonse veía todo con algo de aburrimiento, una vez terminada su tarea de jugar futbol y no haber ganado solo quería irse a descansar, claro que la problemática de su mujer no lo dejaría que se fueran antes de que el evento terminaraJhon mientras veía a su desanimada esposa quien volvía a tener a su pequeño bebe en brazos y este jugaba con el cabe lo de ella, la razón de que estaba así de deprimida era porque había perdido ante los lanzamientos que Andrea lanzaba fuertemente hasta el punto de que los equipos oponentes se retiraban por no poder a