Desabrochaba aquella blusa con desespero. Apenas vio abierto dos botones la hizo a un lado dejando descubierto el hombro de la rubia y comenzó a lamer desde su cuello hasta su hombro mientras sus manos seguían la labor de desabrochar la blusa de esa mujer.No era todo, se excitaba a cada momento con solo tocarla, solo con sentir el roce de su cuerpo con el de ella era la gloria y eso que aun estaban con ropa, la cual pronto ya no les serviría y quedaría tirada en el suelo.Beso su boca nuevamente, había perdido la cuenta de cuantas veces lo había hecho en ese rato. Las manos de esa rubia se posaron en su pecho y le empujo levemente haciendo que él cayera de sentón en la cama que estaba tras ellos.Sonrió de medio lado al ver como ella misma se terminaba de desabrochar la blusa y muy sensualmente la dejaba caer por sus brazos. La observaba comiéndosela con la mirada, ahora solo aquel brazier de color negro cubría su busto, deseaba tocarlo, lamer sus pezones, morderlos con sus dientes h
No le desagradaba en nada la idea, sonrió ante ello. Un pequeño o una pequeña, deseaba que heredaran sus ojos jades, esas hermosas piedras verdes brillantes que relucían de felicidad y amor con mirarle.No lo había pensado, bueno, él aun estaba joven, no llegaba aun a los 30 de edad, la rubia aun podía tener un hijo, quizá dos más, era joven, más joven que él quien le ganaba por 5 años, si fueran adolescentes sí que se hubiera visto mal, pero ambos eran ya adultos, responsables de sus actos.Sin pensarlo, la idea de ser padre otra vez no le desagradabaSabía que ella era su mujer ideal, esa madre cariñosa que siempre deseo para algún hijo suyo, esa mujer responsable, inteligente y gentil, esa amante candente como se demostró serlo en la cama esa noche, si, quería una familia de nuevo, y la quería a ella, como su esposa y como la madre de algún niño que pudiese nacer de su relación, podría ser ahora como podría ser después en años, no importaba, no mientras fuera ella.Escucho como se
Ya eran las diez de la mañana. En el comedor la mesa ya estaba servida, la ama de llaves había preparado desayuno para tres al recordar que la rubia y el pequeño pelirrojo se habían quedado esa noche después de la celebración del cumpleaños 5 del pequeño.Entro estirándose perezosamente, sonreía complacido, sus ojitos negros parecían estar completamente descansados para comenzar el día, después de todo el domingo era el único día en que se daba el lujo de no despertar a las seis de la mañana como casi todos los días.Se sentó de lo más sonriente, en la mesa ya estaban el Maxwell y su madre, aunque claro, sonrió con algo de malicia en su interior, tenía ciertas sospechas de ellos por tres razones…Porque esa noche habían dormido en el mismo cuartoPorque a pesar de que se habían ido a sus habitaciones alrededor de las once de la noche ellos se veían muy cansadosPorque ambos en el rostro se les reflejaba la flojera.Y porque distinguió en ambos unas pequeñas marcas rojizas en el cuello
Se revolvía el cabello con desesperación total. Miraba y miraba papeles, no encontraba solución a ello, ni una pequeña solución…¡Nada!Sintió como dejaron un tazón de café cargado en su escritorio, él lo había encargado y se lo trajo justo como le gusta, en ese momento lo único capaz de tranquilizarlo era un tazón de café y la compañía de aquella mujer que se lo trajo.No todo está perdido Frank, aun puedes hacer algo, sé que se puede –expreso con preocupación la rubia mirando a su ahora novio estresado hasta el colapso, había estado así desde que volvió de la reunión que ella misma le agendo con aquella gran empresa—Los RelishMe exaspera como no tienes idea volver a ver a mi ex esposa y ahora más encima me amenazan con justa razón si quiero romper el vínculo entre las empresas, ¡Les gusta joderme la existencia! ¡Eso quieren! –Reclamo el azabache parándose de golpe golpeando el escritorio con las palmas de las manos abiertas, desesperado era poco para expresar su condición—Se que
Estaba sentado en la silla en frente del que siempre conoció como su jefe, no habían sido muchas las oportunidades en que hablara directamente con él exceptuando cuando le regañaba por llegar tarde, cosa que en esta ocasión no hizo y por ello estaba curioso de lo que le diría.Por la puerta entro la rubia quien dejo dos tazas de té verde en el escritorio y luego se paró tras el azabache, el juego de miradas comenzaba.Bernard, ¿tu conocías a Emily? –Pregunto directamente el Maxwell colocando sus codos en el escritorio y entrelazando los dedos de sus manos para allí dejar reposando su mentón—De hecho, si, ella es mi sobrina –aseguro el Sinclair quien afirmo nuevamente lo que la rubia le dijo, ahora solo necesitaba más detalles de lo que había ocurrido—Emily pertenece a la familia Relish, ¿Qué parentesco tienes tú con ellos? –Pregunto casi como en un interrogatorio el azabache, debía hacer todas las preguntas que pudiera, extraer hasta la más mínima gota de información que pudiese y p
Seguía lloviendo, claro que dentro de ese lugar no se notaba, solo se escuchaba la lluvia cada que la campanilla de la puerta sonaba delatando que esta se abría dejando entrar a más personas quienes cerraban sus paraguas mojados.Veía atento a cada una de esas personas, tenían muchos papeles en aquella mesa y hablaban cosas que apenas entendía. Estaba tranquilo, tenía un sándwich de jamón y queso derretido en las manos, estaba calientito justo para el día, además de un tazón de té con leche, aun era temprano, de hecho, ese era su desayuno, así como todos tomaban el suyo.Las ocho de la mañanaSegún me relatan, no es un caso fácil –expreso cruzándose de brazos a forma pensativa cierto hombre de cabello rojo y ojos verdes aguamarina—Que no sea fácil no quiere decir que sea imposible, ¿verdad? –Pregunto con seriedad el Maxwell, estaba confiando todo en manos de aquel pelirrojo, no podía pedirle a cualquier abogado que manejara un caso tan complicado como el suyo—No he dicho eso –asegur
También el pequeño pelirrojo quien permanecía callado sintió el sentimiento de vacío que su madre tenía, compartía el mismo sentimiento cuando recordaba que a él también lo habían abandonado. El también algún día sabría de su familia, para bien o para mal, y esperaba vivir una situación similar a la de la rubia cuando este se enterara que su familia no lo quería, que era tan solo un estorbo para ellos y que por ello le abandonaron.Sus ojitos negros se volvieron cálidos al ver como el azabache coloco una mano en el hombro de la rubia pasando su brazo por detrás de su cuello y abrazándola pegándole a él, de la misma manera que la rubia sonrió entre tristeza con los ojos brillantes, quizá ahora estaba tranquila por saber de su vida, y también estaba feliz de no haber estado sola cuando lo supo y tener el apoyo del azabache, en ese momento él sonrió, no se había equivocadoEl amor de ese hombre por su madre era sinceroInteresante, creo que tomare el caso –escucharon hablar a Gaara quien
Suspiro con derrota.Esa mañana sería muy larga, a pesar de que no había ido a la escuela.Ya había pasado cerca de un mes desde que el azabache, su tío y su madre habían hablado con aquel tétrico pelirrojo que sería el abogado de ellos, mes en el cual habían tenido que ir varias veces al juzgado, la cosa avanzaba lenta según sabia, no le ocultaban nada, es más, le conversaban mucho sobre ello.Se le estaba haciendo una costumbre ya el faltar a la escuela, sería más o menos la decima vez que lo hacia ese mes, su madre insistía en que les acompañara a los citatorios frl juzgado, a lo que él no se negaba, era un asunto de su interés.Recordó como Carlo había gritado y pataleado la primera vez que falto diciendo que quería ir con él, que no era justo que solo a él se le permitiera así de la nada faltar a la escuela, pero finalmente lo subieron a la furgoneta donde fue llevado a la correccional para menores, como él le llamaba a la escuela. Esa escena se repetía cada vez que faltaba a la