Cuarenta y ocho

—Oye, oye, espera, tengo pruebas —se le puso delante con su móvil y en él una foto en familia—. También mi identificación, mira, sus apellidos y además tengo 24 por si las dudas, ¿puedo obtener tu número ahora hermosa? Sé que estás soltera.

—Olvídate, no salgo con menores, búscate una de tu edad y a tu nivel.

Fermina se subió a su auto y él se puso delante del mismo.

—Quítate, no seas inmaduro, muchacho —insistió, pero él se negó.

Fermina bajó del auto y se acercó.

—¿Acaso estás sordo? Dije que te quites.

—Lo haré, pero si me das tu número, oye podemos pasarla bien, con o sin compromiso, ¿Me das tu número? Claro, esto su quieres marcharte, no puedes retroceder, es tu única salida.

—Quítate o llamo a tu padre, a la policía —amenazó ella.

—¿Qué les vas a decir? ¿Qué dejaste tan impresionado a un hombre que lo tienes actuando estúpidamente para conseguir una cita?

—¿Un hombre? Tú estás lejos de ser un hombre —dijo ella dibujando una sonrisa en su rostro.

Él se acercó.

—Dame tu número par
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