Narrador. Residencia familiar de los Goodman, Auckland, Nueva Zelanda, Septiembre de 2024. La señora Ruby Goodman, miró a su marido, por tercera vez, aun no se creía lo que acaba de escuchar, que le repitiera la pregunta que le había hecho dos veces más, ante su falta de respuesta, no contribuyó mucho, a que ella se calmara. Esto era algo que ella no había previsto, menos durante estos años, en los que al fin había podido alejar a la maldita Clara, y al bastardo de su hijo, de sus vidas, pensaba que lo tenía todo controlado. No podía objetar nada a los que su marido le acaba de comunicar, o su fachada de mujer abnegada, madre de sus hijas, entregada a su matrimonio, dócil, e incluso estúpidamente tranquila, que había criado con mucho amor y atención, y sufrimiento, a una hija, que no era su hija biológica, algo que había cultivado todos estos años, desaparecería, y eso, ella no se lo podía permitir. Se habían pasado, muchos años, intentado recuperar lo que se le había robado, y
Clara. Entrada del hotel The Langham Huntington, Pasadena, California, Principios de Octubre de 2024. Sólo en una ocasión había asistido al Hotel The Langham Huntington, y fue en la recepción de un congresista de California, que como agradecimiento a la reforma que le hice de su casa de Aspen, me invito a la recepción, donde recaudaba fondos para su campaña, recuerdo que conseguí muchos clientes, gracias a esa recepción en uno de los hoteles más caros de Pasadena. Que el señor Osman hubiera decido que nuestra reunión, fuera en una de las salas de negocios de este hotel, hablaba de forma definitiva y muy clara del poder económico y financiero que debe tener el gran magnate turco. Por otro lado, no quiero decir que Morgana y yo no nos pudiéramos permitir quedarnos una o dos noches en cualquiera de la Suite, desde que habíamos creado nuestro estudio de arquitectura, después de años de estudio, viajar por el mundo con mi hijo Mark bajo el brazo, y gastar casi todo mi fideicomiso, ad
Clara. Sala de reuniones del hotel The Langham Huntington, Pasadena, California, Principios de Octubre de 2024. Respiré hondo cuando llegamos al piso número veintidós, y cuadrando mis hombros, seguí al asistente, y a una extrañada Morgan, que me miraba con resignación, y advertencia. - “¿Quieres calmarte de una vez? Me estas poniendo nerviosa, Mamá Clara.”. - me dijo en un murmullo al oído, mientras avanzábamos por los pasillos en dirección a la sala de reuniones. Yo sólo asentí, algo avergonzada, por mi actitud, tan poco profesional. Cuando llegamos la sala, esta estaba vacía. Sobre una gran mesa, estaba colocado los diferentes puestos donde debíamos sentarnos, unos vasos junto a diferentes bebidas, desde donde había zumo hasta café, junto a bolígrafos, y unas carpetas muy bien ordenadas, nos esperaban a cada uno en su lugar. Todo estaban colocado en un lateral de la enorme mesa de reuniones, haciendo una forma de semi elipse, lógicamente, pensé que en la cabecera se estaría el
Azize. Despacho provisional de Presidente Osman del hotel The Langham Huntington, Pasadena, California, Principios de Octubre de 2024. Ver a mi Hada entrar en la recepción del hotel, momentos antes de la hora en la que habíamos quedado, a través de la pantalla de mi ordenado, tras hackear el sistema de cámaras de seguridad del hotel, fue excitante. Había enviado a Burak a recoger a las invitadas, para evitar que ellas se retractaran o se arrepintieran, en el último momento, y no asintiera a la entrevista. En cierta forma sabía que eso era algo imposible, había programado el proyecto arquitectónico que deseaba todo arquitecto al menos una vez en la vida, encontrar la propiedad lo suficientemente atractiva para que mi Hada quisiera rehabilitarla, no fue difícil, tenía la propiedad ideal, la villa de verano de mis difuntos abuelos en Alanya, un sueño de villa para reformar, con más de ciento cincuenta años de antigüedad, en el entorno más maravillo de mi país. El entusiasmo que creab
Morgan. Sala de reuniones del hotel The Langham Huntington, Pasadena, California, Principios de Octubre de 2024. - “No se preocupe, señor Osman, no creo que el señor Sezer se acuerde, y total para la víctima implicada en los hechos, eso ya está más que superado, disculpen por la interrupción, sigamos con esta entrevista.”- dije al fin, controlando muy difícilmente, mi voz, he intentado parecer profesional. La verdad era que me costaba mucho, casi una vida, soy del tipo de persona que primero estalla, y luego evalúa las consecuencias, no es una muy buena filosofía de vida, pero eso es algo que aprendí en mi barrio, desde muy pequeña, la supervivencia del más fuerte. Justo por eso, y porque ya no era esa chica de barrio, no iba a dejar que todo saltara por los aires, por estar ante la persona que tanto daño hizo a mi hermana. Pero claro, esto no era por mí, era por Clara y Mark, para que ellos encontraran la felicidad, así que eludí la mirada interrogativa e inspeccionaría de ese ce
Clara. Bar de la terraza del The Watergate Hotel, Washington, febrero 2016. -” Por mí, esa zorra, puede ... morirse, ella... y .... y su maldita hija.”- dijo Morgan, mi mejor amiga y compañera de piso, entre la nube de alcohol que nos mareaba. Yo sabía que estaba hablando de Ruby, mi madrastra, nunca me había dejado llamarla mamá, ni yo pensaba hacerlo, nunca se había comportado como tal, y también, por otro lado, estaba el caso de la mimosa Karen, con la cual, por lo menos, compartimos la mitad de los genes, aunque eso no quería decir que eso fuera suficiente para que ella me quisiera como su hermana mayor, más bien esa niñata de diecisiete años me odiaba. -” Déjalo ya, Morgui no tengo ganas de hablar de ella, menos en estos momentos.”- le dije dándole otro trago a mi copa de champan caro. Con mis veinte años recién cumplidos, y en mi segundo año de universidad en el Whitman College, en Washington, Estados Unidos, a más de trece mil kilómetros de Auckland, Nueva Zelanda, me sen
Azize. Pasillos de la cuarta planta en dirección a la habitación 456 del The Watergate Hotel, Washington, febrero 2016. No lo entiendo, no he bebido tanto para que me sienta, así de descolocado, esta sensación de irrealidad, y mareo, pero, sobre todo, esta sensación de aturdimiento, y de calor intenso. Seguro que ese estúpido de Haul ha tenido algo que ver, ¡maldita sea! Aun no entiendo por qué somos amigos, quizás sea causado porque con esta personalidad introvertida, peligrosa y demoledora que tengo, sólo una ser como Haul, que no entiende un no por respuesta, es el único que se atrevido a acercarse a mí, y a no huir ante mi primera mirada fría. Que yo recuerde siempre he sido así, callado, con mirada aguda, y helada, serio, impaciente con la incompetencia, frio y duro como el acero, con poca paciencia, y totalmente exigente, justo por eso no deseo a ninguna mujer a mi lado que intente cambiarme, quien me quiera debe aceptarme como soy, pero por ahora sólo ese indeseable y pesa
Clara. Habitación 456 del The Watergate Hotel, Washington, febrero 2016. Esperé que la brusquedad de liberarme de la camisa se transmitiera en mis adoloridos y pesados senos, pero al contrario de los que yo esperaba, fue todo lo contrario, todo fue muy lento, muy delicado, saltándose deliberadamente esos puntos que pedían, no ¡maldita sea!, exigían ser atendido, mostrado su dureza, rendición. Todo esto ocurría mientras su boca salvaje saborea los puntos más sensibles de mi cuello, dejando varias marcas de fuego en ellos. Casi no podía controlar la parte baja de mi cuerpo, que serpenteaba y se alzaba buscando una unió que era desconocida para ella, pero eso no evitaba que salieran esos gruñidos animales que salían de su boca, amortiguados con mi piel, ante mi roce, en esa parte inflamada y tan sensible de su cuerpo lo hiciera casi parecer más a un animal, que, a un hombre, era totalmente cautivador sentir que mi cuerpo conseguía hacer que ese hombre se transformara en un ser de inst