TREINTA Y OCHO

Amir

No iba a fallarle, por mucho que me duela y me moleste no estaba dispuesto a soltarla ni faltar a mis promesas, soy una persona de palabra y por más que se complique todo la amaba, pero también soy un ser humano que tiene derecho a mostrar su rostro según el momento.

—Lauren, ábreme la puerta y hablemos—toque la puerta de nuestra habitación la cual le había puesto seguro. — No te imaginas lo que te busque, Lauren y ahora que te he encontrado todo duele, pero no te quiero lejos, solo debes entender que soy humano y...— no termine la frase porque las palabras se me atragantan. —Ábreme por favor— escuché un gran silencio. — Te amo, entiendes, te amo y te acepté con todo.

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