CUARENTA CUATRO

Amir

Y todo se vuelve tan surrealista que nuestro cerebro no llega a entender y sin darnos cuenta nuevamente de que hemos sido azotados, golpeados por una mentira cruel y despiadada una tan grave que no merece el perdón ni el arrepentimiento.

—Habibi, di algo por favor— escuché por la otra línea. — Lo siento tanto, perdóname por favor.

Esa voz que tanto anhele y que ahora esta ahoga en llanto, Dios mío era ella, si mi esposa.

—Quiero pensar que estoy muerto, por eso te estoy escuchando.

—No, mi amor.

—Entonces explícame a quien he estado l

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