—Oh… pero pensé… no importa.— Caroline puso una sonrisa en su rostro y se apartó para que Edmond pudiera entrar en la casa.Él dudó un momento y Caroline fingió no saber por qué.—Siento que la casa esté tan fría,— dijo con ligereza. —El aire caliente molesta a Carlisle con su sinusitis. Como no está aquí, subí la temperatura, pero me temo que tardará un poco antes de que se sientan los efectos.——¿No está, entonces?— Edmond se aseguró. La última cosa que quería era una repetición de su último encuentro.—Sí. Tenía… una cita. No volverá por lo menos en un par de horas,— explicó Caroline.Edmond asintió con la noticia y después poco a poco entró en la casa. Sus ojos se movieron por el interior, en busca de pequeños detalles que podía recordar de su juventud.Había muchos.Una foto muy antigua de su abuela colgaba en la entrada. Una paragüero con forma de elefante que tenía una pequeña fisura desde que Edmond con cuatro años, había tratado de —montar— en ella. Una vajilla de porcelana p
—¿Así que fuiste a la cárcel?— Edmond preguntó con escepticismo. Volvió la cabeza hacia un lado, pero él no levantó los ojos hacia los de Caroline.—Un centro de detención,— informó Caroline.—¿Cuánto tiempo?——Casi dos años.——Así que tenía catorce años cuando saliste.——Sí—.—¿Y no te permitían escribir cartas en ese centro de detención?— Edmond escupió la palabra. Todavía se negaba a mirar a Caroline.—Escribí,— Caroline aplacó rápidamente. —Todos los días, al principio. Pero no tenía a donde enviar las cartas, Edmond. Tienes que entender, que pensaban que yo era una amenaza para ti. Ellos no me decían dónde estabas.—Edmond se volvió hacia su madre entonces, y su expresión era desafiante.—Me dijeron que podía cambiarme el nombre. A los dieciocho, una señora del estado dijo que podía cambiar mi nombre, pero no lo hice. Lo mantuve igual para que tú o papá me pudierais encontrar. Pensé que me estarías buscando. Pero no lo estabas —.—Si te busqué, Edmond. Te busqué online, en el dir
Voy a poner este aviso al principio, Megan usó varios juegos de palabras en este capítulo difíciles de traducir y que tengan el mismo efecto que en inglés, donde queda todo muy bien en toda la narración y sin embargo en español a perdido la —gracia—.Y sé que va a quedar desconcertante… pero después de mucho meditarlo, voy a poner la —nota de traducción— cuando esto que comento ocurra y no al final, por motivos de trama.Así que lo pondré como esto, entre dos líneas horizontales, y os pido disculpas de antemano.Belinda estaba sentada con las piernas cruzadas en el suelo de su salón mientras revisaba las lecciones que había planeado para el comienzo de sus clases después de las vacaciones de Navidad.—Anthony, cuando digo —invierno—, ¿en qué te hace pensar?— preguntó ella, asegurándose de dialogar con él mientras trabajaba.Anthony, que había estado en silencio construyendo un fuerte con Legos, levantó la vista tras la pregunta, con una expresión pensativa en su rostro.—¿Nieve?,— pre
—Belinda,— canturreó mientras se acercaba. —Nunca creerás lo que tengo para ti…,— comenzó.Belinda cambió su peso de un pie a otro con impaciencia. —¿El qué?——Bueno… tengo alguna buenas noticias y malas noticias,— fingió una expresión de disculpa.—¿Cuál es la mala noticia?— Preguntó Belinda.—Oh, ¡no seas tan negativa!— Bobby proclamó alegremente. —¡Elige primero la buena noticia!——¿Cuál es la buena noticia?— Belinda dijo sin entusiasmo, siguiendo la corriente.—Tengo esto, sólo para ti.— Sacó una rosa envuelta en papel celofán, como las que a menudo se encuentran en tiendas de conveniencia y gasolineras.—No, gracias— Belinda apartó la flor de su cara.—Belinda, me estás rompiendo el corazón. Por favor. Acepta una flor de un hombre viejo, ¿si?—Belinda puso los ojos en blanco por su insistencia, pero aceptó la rosa. —¿Y cuál es la mala noticia?— preguntó, aunque tenía cierta idea.—En realidad, no voy a tener el anillo hasta después de Navidad. Cuando comprobé por segunda el año d
—Rock’em Sock’em Robots—.Belinda se echó a reír. —¡Me acuerdo de ellos!— entonces notó que Anthony estaba observándola. —¿Intento… tratar de ocultarlos?——Nah. Anthony no tiene idea de lo que son. No se dará cuenta,— dijo Edmond.Así que Belinda se apresuró por hacer el último recado para Edmond, optimista de que las cosas finalmente saliesen según lo planeado.Desafortunadamente, ella estaba equivocada.—Aquí tienes. Es el último que tengo,— dijo el hombre detrás del mostrador de la tienda de juguetes antiguos. Se echó hacia atrás y miró a Belinda mientras ella miraba la caja.—En realidad nunca vi uno de estos de cerca antes. Sólo había visto los anuncios,— dijo mientras miraba la caja de colores vibrantes.El hombre entonces se encargó de sacar los juguetes de la caja para mostrarle a Belinda cómo eran en persona. Instaló el primer robot de plástico azul y luego el rojo. Luego frunció el ceño mientras miraba dentro de la caja.—Aquí no hay ring,— anunció.—¿No hay qué?— Belinda cu
Edmond estaba sentado en el suelo, con los ojos a nivel de la mesa que había preparado en el comedor con el tren para Anthony.—Le va a encantar,— dijo Belinda mientras se acercaba suavemente por detrás de Edmond y observaba la máquina de juguete guiar varios vagones a lo largo de las vías.—Si,— dijo Edmond sin prestar atención. Era difícil no mirar el juguete, que solía ser suyo, sin recordar el olor de los rollos de canela en la mañana Navidad, o a su padre enseñándole cómo frenar el tren cuando se acercaba al puente o su hermana en el fondo tocando un silbato de madera esforzándose para ser incluida.Belinda frotó los hombros de Edmond suavemente antes de apartarse hacia la puerta principal.—Bueno… parece que ya tienes todo listo. Haz muchas fotos y vendré más tarde en la mañana.—Eran poco más de las doce y acaban de terminar de colocar todos los regalos de Santa y rellenado el calcetín Navideño de Anthony. En realidad Belinda había hecho eso mientras Edmond había montado el tre
Ernest y Camille, que no tenían a nadie a quien comprar regalos durante las vacaciones, le hicieron a Anthony cuatro regalos, y aunque el estado de su relación era desconocido, Edmond no pudo evitar fijarse en que estaban relacionados, dando señales de que lo más probables es que fueran comprados como un set.Jayden, ahora un pasajero dispuesto y lleno de júbilo a bordo del tren de los bebés, estaba enganchado a los juguetes y videos que decían ser de un valor educativo extremo. Y a juzgar por el nivel de habilidad requerido para averiguar el rompecabezas de madera que Jayden y Ariana le habían regalado, Edmond estaba seguro de que MENSA* extendería a Anthony una invitación personal a su organización si era capaz de resolverlo.—¿Te gustan todos tus regalos, Anthony?— Belinda preguntó desde su lugar cerca de la mesa de tren. Enfocó la cámara en la cara de Anthony para gravar su reacción, y cuando se volvió para responderle, es cuando vio lo que su padre había pasado horas montando la
—¿Qué ibas a decir?— Edmond preguntó.—No es importante. Adelante—. Era obvio que Edmond tenía algo que quería preguntarle a Ernest, y creó una nube de tensión sobre ellos mientras esperaban a que continuara.—Eh… me preguntaba—, Edmond miró fugazmente a Ernest y luego miró hacia otro lado. —¿Alguna vez Camille te pide que hagas cosas… en la cama… que crees que son… raras?—Ernest rio. —¿Se trata de comerle el coño otra vez? Colega, pensé que ya habías superado eso—.—No, no es eso—.—Oh. Bueno… Rose está bastante dispuesta a cualquier cosa, pero, de nuevo, yo también, así que no. No creo que alguna vez me haya preguntado … ¡oh, espera un minuto!— Ernest chasqueó los dedos.—Hubo una vez que ella quería hacerlo durante el juego de playoffs. Pero creo que solo estaba tratando de decir que la ignoro cuando empiezan los partidos—.Ahora era el turno de Edmond de devolverle una mirada vacía a Ernest. Se reprendió en silencio por tratar de tener una conversación seria con Ernest. Un esfuer