Son solo... juegos

La rivalidad entre Dante y yo se intensificó en los días siguientes. Estaba determinada a mostrarle que no sería controlada por sus expectativas ni por las antiguas tradiciones de la mafia. Por otro lado, Dante parecía decidido a demostrar que estaba avanzando, aprovechando la presencia de Diana.

Cada movimiento mío con Michele estaba calculado para provocar celos en Dante. Paseábamos por las encantadoras calles de Florencia, disfrutábamos de comidas en pintorescos restaurantes y explorábamos los encantos de la Toscana. Me aseguraba de compartir esos momentos en las redes sociales, sabiendo que Dante estaba pendiente.

Al mismo tiempo, Dante no se quedaba atrás. Él y Diana eran vistos con frecuencia disfrutando de la lujosa piscina de la mansión. Sus risas resonaban por los pasillos, alimentando la creciente tensión entre nosotros. Aunque Dante estaba inmerso en su actuación, no podía ocultar las miradas de frustración al verme con Michele.

Mientras tanto, yo disfrutaba de la compañía
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