—¡Beta Leo! —Alfa Ace, que estaba a punto de subirse a su auto y salir de las instalaciones de palacio, gritó cuando vio a Beta Leo aparecer desde la esquina—. Regresaré enseguida. —Les dijo a sus guardias y se acercó a Leo, quien había dejado de caminar, pero aún tenía el eterno ceño fruncido enmascarado en su rostro.Alfa Ace entrecerró los ojos y lo miró atentamente mientras intentaba descubrir en su mente por qué Beta Leo fruncía tanto el ceño.—Pareces completamente cabreado, hombre. ¿Quién te puso de tan mal humor? —preguntó con calma. Beta Leo dejó escapar un profundo suspiro y lo miró.—Créeme, en el momento en que te lo diga, tu cara se oscurecerá más que la mía. Tal vez incluso más.—Ahora estoy ansioso por saber qué es esa cosa. Adelante, dímelo.—Es el rey —Beta Leo informó.Alfa Ace frunció el ceño mientras lo miraba más de cerca. —¿Qué hizo esta vez? —preguntó con ojos escrutadores.Beta Leo lo miró y suspiró profundamente. Se puso ambas manos en la cintura y miró al ci
Beta lo había estado esperando y en el momento en que salió y vio la expresión del rostro del Alfa, entendió que la conversación con el rey Ares no había ido bien.—Ven conmigo.Llevó a Alpha Ace al calabozo y cuando llegaron al pasillo que conducía a la celda de Helena, señaló la puerta.—Ese es su celda. No quiero que te vea conmigo. Te estaré esperando afuera. —dijo Beta y luego se fue.No quería que Helena supiera que se preocupaba por ella.—Helena —Alfa Ace llamó mientras se acercaba a la puerta de la celda.Helena, que estaba acurrucada en el suelo, rápidamente se puso de pie y rompió a llorar cuando vio a Alfa Ace.—Alfa Ace, por favor sácame de aquí. Hace mucho frío aquí, por favor habla con el rey Ares y dile que me saque de aquí. —Helena lloró de agonía y eso provocó las lágrimas de Alfa Ace. Parpadeó mil veces para evitar que se le escaparan de los ojos—. Por favor —ella suplicó, sosteniendo sus manos a través de la puerta con barrotes y todo lo que él pudo hacer fue asent
Alfa Ace apretó los dientes porque sabía exactamente de lo que estaba hablando y no estaba lejos de la verdad.—Por alguna razón, ella no parece tener ningún autocontrol cuando está cerca de ti y el rey Ares se da cuenta cada vez que capta tu olor y eso hace que la envíe directamente al calabozo. Ahora que está encerrada, Finalmente podré tener a al rey para mí. Muchas gracias por hacer que esto suceda.Alfa Ace puso los ojos en blanco con tanta fuerza que casi se pierden en la parte posterior de su cabeza.—¿Por qué se supone que debo decirlo? ¿De nada?Tatiana se encogió de hombros. —No lo sé. Me divierte mucho, ¿sabes? Helena está embarazada del rey, pero no lo pensó dos veces antes de arrojarla al calabozo. Eso significa que realmente no se preocupa por ella. ¡La odia! —ella se rió entre dientes—. Oh, pobre Helena. Ella estará encerrada estos días. Supongo que esto le servirá como una llamada de atención. Cuanto antes comprenda que el rey no es su hombre, mejor.Él forzó una sonri
—¡Tatiana! —Beta Leo gritó horrorizado cuando la puerta de su oficina se abrió y Tatiana entró tambaleándose con la cara ensangrentada y lágrimas en los ojos. Rápidamente se puso de pie y corrió hacia ella y llegó a tiempo de agarrarla antes de que cayera al suelo porque sus rodillas habían cedido. La llevó a senatrse. —¿Qué pasó? ¿Quién te hizo esto? —preguntó, agitado. Tatiana lo miró débilmente y de repente se rió. Estaba impactada por lo que le había sucedido. Ella no lo vio venir. Helena no le dio ninguna advertencia. Primero, Helena le anunció casualmente el hecho de que conocía su identidad y luego procedió a golpearla como si fuera una ladrona. —¡Nada es gracioso, Tatiana, tienes que decirme quién te hizo esto! —Beta estaba preocupado por ella. —Helena. —Susurró con voz ronca mientras se obligaba a sentarse erguida en el sofá. —¿Helena? ¿Qué quieres decir con Helena? Ella está en una celda en el calabozo —Beta Leo dijo con total incredulidad mientras la ayudaba a s
—Su majestad. —Helena llamó secamente cuando levantó la cabeza y vio al rey Ares mirándola. Había estado tan inmersa en sus pensamientos que sólo notó su presencia cuando la llamó por su nombre. Ella se levantó tranquilamente, con los ojos fijos en su rostro neutral.—Has estado llorando. —Señaló después de ver sus ojos rojos y su rostro húmedo. Helena simplemente asintió con la cabeza.—No puedo evitarlo. —Su voz era temblorosa. El rey Ares tragó saliva y apartó la mirada de ella. Verla hizo que le doliera el corazón. Quería sacarla de esa celda de la prisión en ese instante, pero algo lo detenía. —¿Por qué me haces esto? —su voz se quebró mientras hablaba—. Su majestad, sé que esto no es lo que quieres. Verme en este estado te está matando por dentro. Está escrito en toda tu cara, así que ¿por qué sigues haciéndome sufrir así? ¿Qué hice para merecer este tratamiento? En un momento eres dulce, agradable y cariñoso y al siguiente te conviertes en una bestia. ¿¡Por qué te comportas
«Tatiana, ven. Vístete lo más ligera posible». Esas palabras han estado resonando en la mente de Tatiana durante los últimos diez minutos y dejaban una gran sonrisa en su rostro cada vez que aparecían. El rey Ares la había convocado después de casi semanas de tratarla como si no existiera. Él la extrañaba. Quería tocarla, sentirla. Tener sexo con ella. Eso pensó ella. Se había puesto el vestido más ligero de su armario y un camisón negro transparente. Sin sujetador. Ella estaba parada frente a la oficina de trabajo del rey Ares en sus habitaciones. Era extraño que la hubiera convocado a su oficina y no a su dormitorio como de costumbre, pero decidió no pensar demasiado en ello. En cambio, ella sonreía de muela en muela con su escandalosamente escaso atuendo y previendo la placentera noche que iba a tener con él. —Helena… —ella susurró y se rió—. Se acabó para ti, porque cuando entre allí y le dé a este hombre lo que tengo, él nunca más te dedicará ni una sola mirada. —Ella se r
El rey Ares pensó que tener sexo con Tatiana sacaría a Helena de su mente. Pensó que eso lo haría dormir sin pensar ni preocuparse por ella, pero se dio cuenta de que estaba equivocado.Helena estuvo en su mente todo el tiempo que folló a Tatiana e incluso ahora que se estaba bañando, estaba pensando en ella. Preocuparse por cómo estaba ella y él en realidad se estaba bañando para ir a liberarla él mismo del calabozo.Helena le había robado el corazón. Ella había cautivado su mente. Lo hechizó.No había nada que pudiera hacer para evitar que su corazón latiera tanto por ella y moriría si la dejaba pasar una sola noche en ese calabozo.Después de ducharse, se vistió y corrió al calabozo para verla, pero para su mayor horror, cuando llegó allí, no la vio sentada sobre su trasero con la cabeza sobre las rodillas y llorando como se esperaba. Estaba tumbada en el frío suelo en una posición inusual y su espeso cabello negro estaba desparramado por todas partes, ocultando su rostro.—Helena
Después de largas horas de pelear con el rey Ares sobre si debía irse o quedarse, cuando Helena finalmente se dio cuenta de que hablaba en serio acerca de no dejar su pupilo, se quedó dormida y el rey Ares se quedó con ella toda la noche y la observó dormir.No pudo dormir esa noche y a la mañana siguiente estaba de mal humor y sentía sus ojos como si le hubieran vertido una bolsa de grava. Necesitaba descansar un poco, pero primero debía ocuparse de algo.Mirar a Helena dormida le había hecho reflexionar sobre lo que ella le había dicho en el calabozo cuando fue a verla. Ella le había dicho que Tatiana era su enemigo. Que ella era la hija de Alfa Mason de la manada Plata y que él la había enviado aquí en una misión.También dijo que Alfa Mason estaba planeando destronarlo y asumir el cargo del rey Alfa Supremo.Esas palabras nunca habían abandonado su mente.Había estado reflexionando, contemplando, preguntándose si esas palabras provenían de un lugar de desesperación. Quería dejarlos