Con un jadeo, Soraya se despierta y, como una presa rota, el mundo real inunda su perspectiva.La lluvia ya ha parado y las nubes vuelven a rodar con tranquilidad. Ve el sol y siente el calor. Sin embargo, está empapada en sudor y jadea sin parar. Cuando mira hacia un lado, ve un grupo de brujos susurrando furiosamente en el otro extremo de la habitación.Algo tintinea a su lado y gira la cabeza para ver a la patriarca deshaciendo sus grilletes con una expresión inexpresiva.—¿Cómo te sientes, Soraya? —La ayuda a levantarse después de quitarle todos los grilletes.Sus rodillas todavía están débiles, así que se apoya en la cama.—Como si me hubiera atrapado un tornado. —Sacude la cabeza para detener la sensación de temblor dentro de su cráneo. Es como si tuviera gusanos en el cerebro o algo así—. Como si hubiera estado en la peor montaña rusa del mundo mientras sufría mareos.—¿Tienes náuseas? ¿Necesitas agua?—No, gracias. Creo que me sentaré. —Se sienta en la cama y trata de recupera
Soroya guarda silencio y mira al brujo Thulile aturdida.—Cuando perdiste la consciencia, el o los usuarios mágicos de la manada de osos habían utilizado las auras de los cadáveres que fueron asesinados de las formas más espantosas —declara el brujo Thulile—. Es por eso que ves muerte y destrucción todo el tiempo. Cuando una persona muere con miedo, queda una huella de ese terror. La violación mental realizada con tanta energía es difícil de deshacer, a veces imposible.Por un momento, hay silencio, demasiado sofocante.—Entonces, ¿mi problema —levanta la mirada para escrutar a los brujos— es irreversible?Se siente entumecida, muy entumecida.Fue allí en busca de respuestas, pero ahora siente que solo ha perdido la pequeña esperanza que tenía.—La mayoría de las veces, sí —responde él—, pero podemos intentarlo. Con la gracia de la diosa podrás curarte.—Mientras tanto —interviene la anciana bruja—, haremos lo que sea necesario para rastrear a la manada de los osos. Este tipo de práct
—Lo siento. —La pequeña voz de Soraya llego entre sollozos—No tienes por qué estarlo. —alfa Ace murmuró y le acaricia la espalda con el brazo—. Pero ¿qué pasó?Soraya alza un poco la cabeza de su hombro y solloza.—No están seguros de poder curarme.Alfa Ace siente como si le hubieran echado un balde de agua fría sobre la cabeza.—¿Por qué?—La magia que usaron provenía de cadáveres —murmura, y le aprieta los brazos. Él se estremece—. Y se llama magia de muerte. Una Cámara de la Desesperación siempre funciona con magia de muerte, y cuando usan cadáveres humanos para ello, los resultados son casi siempre imposibles de revertir.Alfa intenta comprenderlo. ¿Qué demonios le habían hecho allí? ¿Por qué lo hicieron? No tienen nada que reprocharle. Ni siquiera se adentró en su territorio. La secuestraron deliberadamente, le metieron magia negra e intentaron matarla, pero ¿para qué?Reprime su ira creciente. Necesita guardarla hasta que conozca a los imbéciles que le hicieron eso.—Pero, Sor
Soraya no supo de dónde sacó el coraje para hacerlo.Hace apenas unos meses no habría tenido el valor de siquiera pensarlo, pero ahora, al mirarlo a los ojos, le pareció lo más natural. El siguiente paso de su viaje, el siguiente paso para cimentar la nueva confianza entre él y ella, su nuevo comienzo en el que no se odiarán.Lo beso una vez más.Bajo el antiguo árbol que alberga vegetación, arrullados por una suave brisa que agita los aleros sobre ellos, se besan durante lo que parece una eternidad. Sus labios son suaves y firmes sobre los suyos, y la intensidad de su beso hace que se le doblen las rodillas. Apretados uno contra el otro, parece que son una sola entidad.«Fue real. Esto es real. Estoy consciente, y estoy besando al alfa Ace» penso extasiada Soraya para sua adentros.Su corazón se eleva hasta las nubes y todo lo que se rompió en ella cuando se convirtió en la ladrona comienza a sanar un poco.El beso llega a su fin, lenta y suavemente. Sus mejillas arden porque le cues
—Puedes hacerlo, Soraya. Las probabilidades pueden ser malas, pero tengo fe en ti —dice alfa Ace.—Gracias —contesta Soraya cuando se quedan de pie junto al carruaje—. Yo también lo espero.—Nos vemos pronto. —Le revuelve el pelo mientras ella protesta—. No te metas en problemas, ¿vale? Esta gente tiene unas malditas quimeras escondidas aquí en algún sitio, apuesto mi brazo izquierdo a que así es.—¿Problema yo? —se las arregla para decir con cara seria, haciéndolo reír y sacudir la cabeza.Alfa Ace toma su lugar y dice: —Oye.—¿Sí? —Se siente cálida y feliz por todas partes.—Cuídate. —Sonríe—. Creo en ti.Y antes de que Soraya pueda darse cuenta esta envuelta en los fuertes brazos de alfa Ace, en un apasionado abrazó, aspirando su aroma. El lobo de Alfa Ace no puede estar mas que feliz que no puede dejar de ronronear como un lindo cachorrito..... Por otro lado.Un ser se encuentra frente a la barrera, rodeado por el bosque oscuro.Puede sentir la energía que fluye dentro de los á
—Entonces —Soraya los contempla con desconfianza—, hablaron durante cinco días y llegaron a la conclusión de que la cura que necesito es… ¿meditación?Intenta no sonar demasiado condescendiente, porque, aunque la idea parezca tonta, esos tipos son brujos con un inmenso poder mágico, y nunca fue una buena idea contrariarlos, pero aun así, ¡meditación! ¡Tienen magia y quieren que haga meditación!Debe ser una jodida broma.La patriarca la mira con serenidad, sin preocuparse por lo que trata de insinuar.—Sí, meditación, mientras los brujos intentan reemplazar la magia oscura que reside en tu mente con luz —añade la parte que convenientemente omitió.Han pasado cinco días desde que llegó al gremio de brujas. Después de que el alfa Ace se fue, la patriarca del gremio le dijo que podía seguir usando la habitación hasta que la trasladaran a la zona para recibir sus futuros tratamientos, según su decisión.Durante cinco días lo único que consiguió fue silencio. Mientras tanto, le dijeron que
—En realidad, no —confirma Soraya ya que es demasiada información para ella—, pero lo haré.—Los fragmentos oscuros rotos se guardarán en estas velas. —Hace un gesto con las manos sobre la mesa de las velas, y Soraya siente un cambio en el aire. Ni un segundo después las velas se encienden.—¡Guau!—Es un truco sencillo que hasta nuestros hijos conocen —le resta importancia a su asombro—. ¿Has meditado alguna vez?«¿Yo? ¿Meditación?».—No se me ocurre. Nunca había pensado en esas cosas.—Bueno entonces. —Pasa junto a ella y se queda parada entre los grandes ventanales—. Sígueme el ejemplo.Con gracia, se deja caer sobre un cojín que cubre el suelo de madera, con las piernas cruzadas. Junta los brazos, uno sobre el otro, con los dedos entrelazados. Con la columna recta, la mira.Sigue su postura y se sienta en el cojín a su lado.—Ahora, cierra los ojos e inhala. Aguanta la respiración un segundo y luego suéltala lentamente. En un momento oirás a los brujos empezar a recitar el hechizo
—No te pertenece —susurra el extraño—. No deberías tocar lo que no te pertenece.—¡¿Quién eres?! —Soraya se apresura a aferrarse al canto que se aleja.—Me olvidaste tan fácilmente, ¿no? Soy Farris —exclama el extraño—. Soy tu alfa.—¿Alfa?—Sí, y tú eres mi compañera de manada. Deberías obedecerme«Alfa… ¿De verdad es mi alfa? Pero eso no me parece bien. El hombre que se hace llamar Farris no me parece mi alfa».La mente de Soraya empieza a nublarse y el canto suena muy lejano.Su respiración se entrecorta.«Concéntrate —se dice—. Concéntrate».Un par de ojos oscuros aparecen en su mente y jadea. La claridad la invade, atravesando la niebla como un rayo de sol.—Lo juro —susurra una voz familiar—. Lo juro.—No eres mi alfa —le dice al hombre que se hace llamar Farris—. Yo no te pertenezco.El fantasma grita cuando toca la oscuridad. La escena se disipa como un cristal que se rompe, y ella jadea. El canto vuelve con toda su fuerza, como un huracán, y se tambalea hacia atrás con él.La