Conmocionado

El rey no podía creer lo que oía. Con calma colocó su vaso sobre la mesa y se giró para mirarla, esperando haber escuchado mal.

—¿Qué dijiste?

—¡Dije que no! —Helen repitió su negación.

El rey la miró, completamente desconcertado por su audacia.

—¿Me estás diciendo que no?

—Si —la respuesta de Helen fue descuidada.

El rey buscó su rostro para ver si se reiría o rompería a llorar y le diría que estaba bromeando, pero pasaron los momentos y nada de eso sucedió. Ella hablaba muy en serio.

—Hablas en serio, ¿no? —Helen asintió tranquilamente con la cabeza.

A pesar de la mirada de confianza que tenía en su corazón se había vuelto errático y todo su cuerpo estaba flácido por el miedo a las consecuencias de negarse a tener relaciones sexuales con él. Estaba a sólo un grito de desmayarse de puro terror.

—Sí... —tragó secamente—. Si quieres tenerme esta noche, será yo solo o yo antes que ella. No al revés.

El rey Ares se rió entre dientes. Se rió un poco. Su rostro se dividió en una sonrisa ta
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