Cuando Soraya se despierta a la mañana siguiente, se siente más fresca que en mucho tiempo. No tuvo pesadillas la noche anterior y su mente está mucho menos atormentada que antes. Sus ojos y su cabeza no le duelen por haberse despertado varias veces y, por primera vez en mucho tiempo, puede disfrutar de la mañana, hasta que se da cuenta dónde está realmente.La luz del sol se cuela en el dormitorio protegido y el contraste con el frío del ambiente es casi delicioso. Deja que le toque la piel y la caliente por dentro.Cuando respira, ve niebla.«¿A qué altura estoy en el cielo?» murmura para sus dentros.Se estira y entra al baño. No tiene ganas de lavarse, pero quiere causar una buena impresión, así que, de mala gana, se mete bajo el agua. Es agradable y cálido mientras dura, pero en cuanto sale siente que se congela. No importa si la habitación está calentada, el frío del exterior se cuela de alguna manera.Se pone la ropa más abrigada que encuentra, se escapa a la sala de estar, que
—Oh —murmura Soraya. Se había olvidado por completo de ellos.—Personalmente, no creo que ataquen en un futuro próximo —interviene Diego—. O, aún están esperando el momento oportuno. No puedo decir qué.—Tiene sentido. Después de todo, somos la manada Guerrero Aullador —dice alfa Ace—. Nadie se ha atrevido a atacarnos en mucho tiempo.Al recordar las guerreros, más el sello de protección, Soraya siente que atacarlos sería la cosa más estúpida que alguien podría hacer.Terminan su comida en silencio y tan pronto como se levantan de la mesa las puertas del comedor se abren y entran tres figuras encapuchadas.—Buenos días, manada Guerrero Aullador —los saluda la patriarca de las brujas con una ligera reverencia—. Supongo que han pasado una noche agradable y han desayunado bien, ¿no?—Sí, muchas gracias —replica alfa Ace con una reverencia—. El alojamiento fue encantador. Agradecemos su hospitalidad.—Aceptamos tu agradecimiento. —La patriarca inclina la cabeza hacia ella—. ¿Cómo estás, S
Soraya se levanta con las rodillas temblorosas y se da vuelta para observarla. Tiene el pelo revuelto y la ropa alborotada por el viento. Debe parecer un espantapájaros.Al ver por encima de la barandilla, se percata de que prácticamente están en las nubes ahora.—¿Es necesario venir tan alto? —Mareada por la altura, aparta la vista de la barandilla y la contempla.—Me han dicho que te afecta tus episodios. Para manipular el clima es más fácil estar cerca de ella. —Empieza a caminar de nuevo—. Vamos, debemos apurarnos.La sigue y entra en el nivel superior. Hay cuatro personas de pie alrededor de una cama con esposas. Se habría visto bastante siniestro de no ser por la suave luz del sol y las nubes que se movían a su alrededor, enmarcadas por las diminutas hojas de la rama del árbol en la que se apoya.—Buenos días, Roque, Storm, Even y Thulile —los saluda la anciana con una reverencia—. He traído a la chica.Soraya se da cuenta de que nadie se ha referido a ella como la ladrona desde
—¿Algo más? ¿Algo peculiar?Soraya asiente.—Cuando estoy en un episodio, me olvido de todos los hombres que hay en mi vida, pero sí recuerdo a las mujeres. Eso es lo más extraño de lo que me está pasando.—Aun así, ves ambos, ¿verdad? —cuestiona el brujo Storm.—Sí. Y casi todo el tiempo quieren hacerme daño. El resto del tiempo quieren matarme.Sus rostros se tornan serios y se miran entre sí.No sabe cómo logran mantener una conversación entera solo con miradas, porque cuando le devuelven la mirada parece como si hubieran llegado a un acuerdo sobre algo.—Por favor, acuéstate en la cama, Soraya —le pide el brujo Thulile—. Necesitamos examinarte en un episodio.La sola idea de invocar voluntariamente un episodio en su mente la pone enferma, pero comprende que los exámenes nunca son cosas fáciles, así que se traga el miedo y sigue sus órdenes. Todo eso es por su propio bien.Mientras aprietan las esposas alrededor de sus tobillos y muñecas, asegurándola a la cama, se pregunta sobre l
Con un jadeo, Soraya se despierta y, como una presa rota, el mundo real inunda su perspectiva.La lluvia ya ha parado y las nubes vuelven a rodar con tranquilidad. Ve el sol y siente el calor. Sin embargo, está empapada en sudor y jadea sin parar. Cuando mira hacia un lado, ve un grupo de brujos susurrando furiosamente en el otro extremo de la habitación.Algo tintinea a su lado y gira la cabeza para ver a la patriarca deshaciendo sus grilletes con una expresión inexpresiva.—¿Cómo te sientes, Soraya? —La ayuda a levantarse después de quitarle todos los grilletes.Sus rodillas todavía están débiles, así que se apoya en la cama.—Como si me hubiera atrapado un tornado. —Sacude la cabeza para detener la sensación de temblor dentro de su cráneo. Es como si tuviera gusanos en el cerebro o algo así—. Como si hubiera estado en la peor montaña rusa del mundo mientras sufría mareos.—¿Tienes náuseas? ¿Necesitas agua?—No, gracias. Creo que me sentaré. —Se sienta en la cama y trata de recupera
Soroya guarda silencio y mira al brujo Thulile aturdida.—Cuando perdiste la consciencia, el o los usuarios mágicos de la manada de osos habían utilizado las auras de los cadáveres que fueron asesinados de las formas más espantosas —declara el brujo Thulile—. Es por eso que ves muerte y destrucción todo el tiempo. Cuando una persona muere con miedo, queda una huella de ese terror. La violación mental realizada con tanta energía es difícil de deshacer, a veces imposible.Por un momento, hay silencio, demasiado sofocante.—Entonces, ¿mi problema —levanta la mirada para escrutar a los brujos— es irreversible?Se siente entumecida, muy entumecida.Fue allí en busca de respuestas, pero ahora siente que solo ha perdido la pequeña esperanza que tenía.—La mayoría de las veces, sí —responde él—, pero podemos intentarlo. Con la gracia de la diosa podrás curarte.—Mientras tanto —interviene la anciana bruja—, haremos lo que sea necesario para rastrear a la manada de los osos. Este tipo de práct
—Lo siento. —La pequeña voz de Soraya llego entre sollozos—No tienes por qué estarlo. —alfa Ace murmuró y le acaricia la espalda con el brazo—. Pero ¿qué pasó?Soraya alza un poco la cabeza de su hombro y solloza.—No están seguros de poder curarme.Alfa Ace siente como si le hubieran echado un balde de agua fría sobre la cabeza.—¿Por qué?—La magia que usaron provenía de cadáveres —murmura, y le aprieta los brazos. Él se estremece—. Y se llama magia de muerte. Una Cámara de la Desesperación siempre funciona con magia de muerte, y cuando usan cadáveres humanos para ello, los resultados son casi siempre imposibles de revertir.Alfa intenta comprenderlo. ¿Qué demonios le habían hecho allí? ¿Por qué lo hicieron? No tienen nada que reprocharle. Ni siquiera se adentró en su territorio. La secuestraron deliberadamente, le metieron magia negra e intentaron matarla, pero ¿para qué?Reprime su ira creciente. Necesita guardarla hasta que conozca a los imbéciles que le hicieron eso.—Pero, Sor
Soraya no supo de dónde sacó el coraje para hacerlo.Hace apenas unos meses no habría tenido el valor de siquiera pensarlo, pero ahora, al mirarlo a los ojos, le pareció lo más natural. El siguiente paso de su viaje, el siguiente paso para cimentar la nueva confianza entre él y ella, su nuevo comienzo en el que no se odiarán.Lo beso una vez más.Bajo el antiguo árbol que alberga vegetación, arrullados por una suave brisa que agita los aleros sobre ellos, se besan durante lo que parece una eternidad. Sus labios son suaves y firmes sobre los suyos, y la intensidad de su beso hace que se le doblen las rodillas. Apretados uno contra el otro, parece que son una sola entidad.«Fue real. Esto es real. Estoy consciente, y estoy besando al alfa Ace» penso extasiada Soraya para sua adentros.Su corazón se eleva hasta las nubes y todo lo que se rompió en ella cuando se convirtió en la ladrona comienza a sanar un poco.El beso llega a su fin, lenta y suavemente. Sus mejillas arden porque le cues