Abrumado

—No quiero hablar contigo, Beta. Sal de mi oficina —el rey Ares ordenó con firmeza en el momento en que su Beta entró en su oficina.

Leo, que estaba listo para recibirlo, entró de todos modos y cerró la puerta detrás de él.

—¡Dije que te fueras! —repitió el rey Ares, pero no lo hizo.

En cambio, se acercó, pero se aseguró de pararse a unos metros de él.

—No puedo. No lo haré. Necesitamos hablar. Me has estado evitando durante dos días.

El rey le lanzó una mirada penetrante; Beta Leo lo sintió directamente en su corazón.

—Estás desafiando las órdenes de tu rey, tu Alfa.

—No me importa que me castiguen por eso.

—¡Dije que te fueras! ¡Ahora! —El rey rugió de ira, usando su tono alfa. Ver a Beta Leo lo agitó. Tenía los puños cerrados a los costados y estaba luchando contra el impulso de golpear a Leo en la cara.

—¡Me quedaré! Ya no somos cachorros. No podemos permanecer separados cuando tenemos un problema porque no sólo es perjudicial para nosotros, sino para todo el reino. Resolvamos est
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