¿Impotente?

—La señorita Anna está a salvo en casa de unos pueblerinos pero vine a buscarlo para que repare el carruaje, señor, si no llego con él pueden pensar algo malo de mí, señor.

—¡Algo malo de ti! —Sacude la cabeza—. ¡Deja a mi hija tranquila y vamos hacia allá!

—Sí, sí, como ordene, señor —dice Julián, nervioso por la cara del hombre.

Mientras tanto, Teresa se ríe por la situación. Sabe que su padre daría todo porque ellas fueran unas niñas de nuevo, pero eso jamás sucederá.

Una vez que Pedro ensilla su cabello y todo lo que necesitará para arreglar el carruaje, él y Julián parten de regreso a donde está accidentado el coche real. El recorrido sólo les dura unos cinco minutos, así que rápido Julián ayuda con nerviosismo a quien pretende sea su suegro, algún día. Las ruedas vuelven a ser instaladas, algunos que otros problemas también se solucionan, y en cuanto ya está perfectamente listo, Pedro le pide que se encargue de llevar a salvo a Anna al palacio. Así es como minutos después la
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