*CAPÍTULO 2*

¡Vendría!

Ivette, vendría al día siguiente. Aquellas palabras no salían de su cabeza, tendría que verla nuevamente. El Príncipe, no había dejado de pensar en aquella dulce chica, tan buena, pero que cuando la había hecho enojar, se había mostrado fría e indiferente. No sabía ni por qué razón no podía sacarla de sus pensamientos.

Era solo una mujer más.

Sí, una mujer dulce y de hermosos ojos, ojos que no podría olvidar y esa boca. . . Los recuerdos de esa boca le atormentaban.

-¡Vamos Zahir, eres el Príncipe!- se dijo a sí mismo- puedes tener a la mujer que desees, ni siquiera esa rosa inglesa puede resistirse a ti. – se dio ánimos y trato de controlar su respiración agitada.

Un llamado a la puerta de sus aposentos lo sobresaltó. Bien, su invitada había llegado, sonrió con picardía. Al abrir la puerta se encontró con Maishea, una hermosa joven que trabajaba en Palacio, muy bajo perfil, nunca era muy nombrada, ni solicitada, pero él si solicitaba servicios especiales de su parte, porque con su largo y lacio cabello, esos hermosos ojos oscuros y su perfecta piel morena era toda un belleza oriental exótica, que levantaría el libido de cualquier hombre. 

Maishea, era justo lo que necesitaba para liberar el repentino estrés que se apoderó de él. 

-Alteza- le hizo una reverencia, en cuanto él abrió la puerta- Nazir, me anunció que usted solicita mi presencia.

-Adelante- le sonrió, cerró la puerta tras ella. La joven estaba de espaldas a él, a la espera de las órdenes reales. Se acercó a ella y se quedó muy pegado a su cuerpo, pero sin tocarla, inclinó su cabeza y habló contra su cuello- tu Príncipe, desea atenciones especiales el día de hoy. 

-Pensé que jamás volvería a llamarme, Alteza- le dijo con voz lenta y cargada de sensualidad, mientras se recargaba de él, restregando su delicado cuerpo, contra el masculino- Al parecer desea usted un masaje.

-Deseo mucho más que un masaje- le besó el hombro por encima de la tela de su humilde túnica, luego comenzó a deshacerse de la prenda, hasta que cayó al suelo convertida en un pequeño bulto. La ropa interior cubría aquel magnifico cuerpo, el largo cabello que llegaba casi hasta la cintura. Entonces llevó sus expertos dedos al broche de su sujetador y se deshizo de él, la giró delicadamente hasta que estuvo frente a él. Sus hermosos ojos grises la recorrieron, estaban oscurecidos y llenos de deseo. 

-¿Puedo tocarlo, Alteza?- le preguntó con voz melosa y los ojos llenos de brillo, mientras se mordía con suavidad el labio inferior.

-Puedes- le concedió, pero no le permitió hacerlo, pues la tomó de las caderas y la elevó del suelo, pegándola a su cuerpo y guiándola hasta la amplia cama, mientras reclamaba sus labios, con su ardiente boca. 

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Ivette. . . 

Bajamos del vehículo y me quedo observando la imponente fachada de Palacio, suspiro tranquilamente.

-¡De vuelta!- grita Suseth- lo único que detesto aquí es el incesante calor, ¡por Dios!- gime horrorizada- sé que estamos muy cerca del desierto, pero juro que siento que me derrito.

-Siempre tan exagerada, mi amor- le dice Matt, rodeándole la cintura y estampando un dulce beso en sus labios. 

-¡¿Exagerada?!. . . supongo que tu mente está en Alaska, junto con tus sentidos y tu alma. Me imagino que eso es lo que ocurre, porque de otro modo no me explico como no sientes el asfixiante calor, por Dios.

-¿Quieres luna de miel en Alaska?- le pregunta cariñoso.

-No bromees, guapo- le toca la punta de la nariz- iré de luna de miel a Paris, con o sin ti- le besa rápidamente y luego se aleja, con dirección a la entrada.

Ivette, está pasmada, quizás hasta temblando internamente y dándose fuerzas para poder enfrentarse a esto. 

-Tu hermana está loca- le dice Matt, con una amplia sonrisa.

-Siempre lo has sabido, Matt- le sonríe- aquí nadie te ha engañado. Su, siempre ha estado demente. 

-Aún así, la amo.- responde con orgullo.

-Entonces no te quejes, guapo- le tocó la punta de la nariz, imitando a su hermana y emprendió el camino a la entrada de Palacio. 

-¡Están aquí!- grita Isabella corriendo hasta ellos y echándose en sus brazos.

-¡Obvio que estamos aquí!- responde Su, rodando los ojos.

-No podíamos soportar un día más sin conocer a nuestro sobrino.

-Me tienen loco, no dejan de hablar de Nael. 

Se abrazaron con mucho cariño, mientras reían alegres.

-Bienvenidos nuevamente a Norusakistan- dijo El Jeque, quién aparecía con el pequeño en brazos. - Que Alá bendiga su estadía en nuestras tierras. 

-¡Por Dios!- Exclamó Su, llevándose ambas manos a la boca, al ver aquel bultito rosado y hermoso.- ¡Es hermoso!- gimió.

-Un gusto verle, Excelencia- dijo Ivette.

-Un placer que nos reciba nuevamente, Majestad- añadió Matt.

-Palacio es su casa, pueden venir cuándo quieran, nosotros somos los dichosos de tenerles aquí y nuestra Reina, evidentemente está muy feliz. Norusakistan, es también su pueblo.

-Muchas gracias- respondió Ivette- ¿puedo cargarlo?

-¡No!- exclamó Su- ¡yo primero!

-Lo siento Suseth Cooper, pero yo le cargaré primero- exclamó Ivette, quién ya lo tomaba en brazos con una hermosa sonrisa.

-Eso es trampa. Yo soy la mayor- dijo Suseth, con un puchero.

-Y yo la más rápida- le dijo riendo- ¡míralo nada más!- exclamó emocionada-¡es hermoso!

-Es todo un Príncipe- dice Suseth, tomándole un dedito.

-Nada de eso Suseth, es todo un Jeque- dice Zabdiel, con una orgullosa sonrisa.

-Todo un Jeque, futura Excelencia- responde ella y todos ríen alegremente.

-Pasemos al salón- dice Isabella- pediré que nos lleven té y galletas, luego podrán descansar un poco.

-Es tan lindo- decía Suseth, mientras mecía al niño en sus brazos.

-Si quieres puedo darte uno muy hermoso- le dijo Matt, con picardía mientras movía ambas cejas arriba y abajo. Todos rieron.

-Calma, calma guapote. Ni te has casado y ya quieres babys- los presentes rieron felices.

-Pues no soy yo el que está babeando por el futuro Jeque- responde Matt, elevando ambas manos en señal de defensa.

-Deja los celos, no seas tonto, mi amor. Sabes que te quiero sólo a ti- Ivette, los miró con una triste sonrisa. 

Isabella, tenía a Zabdiel que la hacía feliz. Su, tenía a Matt, y ella. . . bueno, ella tenía a su almohada, suponía. 

-¿Han llegado al fin nuestros invitados?- la profunda voz del Príncipe reclamó la atención de los presentes.

-Así es, Alteza- le dijo Isabella, con una gran sonrisa- al fin han llegado.

-Veo que eso le ha otorgado una infinita felicidad, Majestad.

-Así es- responde Isabella- tengo aquí a mis amigos, mis hermanos, son una parte importante de mi- Responde la rubia con una sonrisa. 

-En un placer saludarles, bienvenidos a Norusakistan, Que Alá bendiga su estadía en nuestras tierras- sus ojos fueron directamente a los de Ivette, quién lo miró un momento.

-Gracias, Alteza- dijo y luego desvió la mirada.

-Muchas gracias, Alteza. Es maravilloso estar aquí nuevamente- añadió Suseth- vinimos especialmente a conocer a Nael, este hermoso ya nos robó el corazón.

-Es algo irremediable, señorita Cooper- le dedicó una enorme sonrisa- según mi madre, Nael es lo más hermoso de la casa. Evidentemente se ha olvidado que su hijo pequeño soy yo. 

-Lamentable Alteza, sé lo que es pasar a segundo plano- lo miró con malicia- Cuando Vetty nació, hasta allí llegó mi reinado- se encogió de hombros- lo superará, usted al menos ya es adulto. 

-Buen consejo, Suseth- le sonrió, sentándose en un hermoso sillón, frente a Ivette- seguramente lo supero en un par de siglos- dijo con tono dramático y todos rieron. 

-¿Cómo está usted, señorita Ivette?- le preguntó con un tono dulce. Ivette, levantó sus ojos hasta él y lo enfocó, negándose a ceder nuevamente desviando la mirada.

-Estoy muy bien Alteza, afortunadamente me ha ido de maravilla.

-¡SIII!- gritó Suseth- había olvidado contarte Isabe. . . Majestad- se corrigió- es una gran noticia.

-¿A sí?- la miró sonriente-¿De qué se trata?

-Suseth, creo que. . . – comenzó Ivette.

-¡Vetty, está saliendo con James!- gritó alegremente. Y luego cuando Nael, gimoteó un poco, lo meció hasta que volvió a quedarse tranquilo.

-¿James?. . . – Isabella, frunció el ceño- ¿Quién es James?

-Vamos, Excelencia- le dijo en tono burlón- sé que lleva algún tiempo en Norusakistan pero no puede haberte olvidado de James. . .James Maxwell- le dijo sonriente. Nadie en a sala se había percatado de que El Príncipe, había tensado la mandíbula y sus ojos se habían quedado fijos en Ivette, quién sentía su mirada, pero se negaba a mirarlo de frente. 

-¡No puede ser!- exclamó Isabella, mirando a Ivette.

-No es para tanto- dijo Ivette, con un gesto en la mano, restándole importancia.

-Sì claro- intervino Matt- no es para tanto, el pobre hombre viene botando la baba por Vetty, la invita a cenar, le lleva flores, chocolates, la lleva a donde ella quiera. La trata como a una reina- dice Matt- yo la verdad aún no estoy muy convencido. . . 

-No seas aguafiestas, Matt- lo reprendió Isabella.

-Su Excelencia, tiene razón, cariño. James, es un buen muchacho, dulce, bueno y trabajador.

-Lo que en mi diccionario significa: lento y aburrido- intervino Zahir, despreocupadamente.

-Para nada, Alteza- le respondió Vetty, con una enorme sonrisa- no es nada aburrido, si viera como nos divertimos juntos.

-Oww, oww no queremos detalles Vetty- dice Matt y Zahir, vuelve a tensarse inconscientemente. 

-¡Cochino!- lo reprende Su, con la mirada- estamos hablando de mi hermanita.

-Que sea tu hermanita no significa que no. . . 

-¡Basta!- intervino Ivette, con una seria mirada- es suficiente. No tengo intenciones de ventilar mis intimidades.

-No tiene que hacerlo- dice Zabdiel, quien hasta el momento se había mantenido en silencio- sus intimidades son cosas suyas Ivette y nadie aquí puede pedirle que las comparta.

-La verdad es que yo si quisiera que. . . – empezó Isabella.

-Mi señora, Mi reina, es evidente que la jovencita Cooper, se encuentra escandalizada y no veo motivos para seguirla avergonzando.

-Pero Majestad. . . – Isabella suplica, pero el Jeque no cede.

-Bien sabes que no puedo negarte nada amada mía, pero esta vez creo que lo más prudente es que lo conversen a solas. Además no veo inconvenientes, la joven Cooper, es mayor de edad, hermosa como pocas, dulce, buena y si el joven al cual hacen referencia es un conocido y buen muchacho, no existen inconvenientes para que estén juntos.

-Quizás Matt, tenga razón- intervino Zahir- como anda el mundo uno no sabe quien es quien.

-James, es un buen hombre. Él. . . 

-Siento interrumpir- la voz de Haimir, les impide seguir la conversación.

-No te preocupes Haimir- le dice Zabdiel- ¿Qué ocurre?

-Tiene usted una visita, mi señor.

-¿Una visita?- frunce el ceño- nuestros visitantes ya han llegado. No sabía que esperábamos a nadie más.

-La verdad es que no creo que esta visita sea esperada- le dice- ni agradable, Excelencia.

-¿Quién es?- Zabdiel se tensó.

-El señor Esquizbel Mubarack- Zabdiel, tensó la mandíbula. ¿Qué quería su detestable primo ahora?, había pasado varios meses sin tener noticias de él. ¿Qué sucedía a hora? Se preguntó con todas sus terminaciones nerviosas en alerta.

-Bien. No es una visita esperada y menos deseada. Hazle pasar.

-¿Qué querrá esa alimaña del desierto?- preguntó Zahir, frunciendo el ceño.

-No lo sé- respondió Zabdiel, igualmente con el ceño fruncido- pero seguramente nada bueno.

-¡Buenas tardes!- exclamó Esquizbel, llegando detrás de Haimir. Quién hizo una reverencia y se marchó- que bueno ver a toda la familia real reunida. Bueno, no toda. Falta la tía Hayffa. 

-Buenas tardes- respondieron Isabella, Suseth, Ivette y Matt a coro, pero Zabdiel y Zahir lo miraron en silencio.

-¿A qué debemos el terrible deshonor de tu visita?- pregunta Zahir, mirándolo con desprecio.

-Usted siempre haciendo gala de sus buenos modales , Alteza. 

-Guardo mis modales para quienes son dignos de ellos, es evidente que tu no produces en mí, la necesidad de ser educado- le escupe con desprecio.

-Es una suerte entonces que el Jeque sea Zabdiel y no tú.

-Ciertamente.- le da la razón- de ser yo El Jeque, estarías desterrado hace mucho. . . en el mejor de los casos- le dice con una cínica sonrisa y Esquizbel, responde con una igual.

-Es suficiente- interviene Zabdiel- ¿y bien?, ¿a qué has venido?

-Solo a traer un presente al nuevo miembro de la familia.

-¿Una cobra, tal vez?- le pregunta con odio Zahir.

-Esas nos son tácticas mías- dice ríendo- y menos para el Príncipe heredero.

-Entonces, ¿Un escorpión?

-Ese sería un regalo ideal para el padre de la criatura, no para un bebé inocente- le dice mostrándole una hilera de hermosos dientes- además es mi primo. . . 

-Y futuro Jeque. . . 

-Dejemos el asunto, Alteza. Solo he traído un regalo, como dictan las costumbres. No había podido venir a traerlo, pero aquí estoy. 

-No creo en ti alimaña ponzoñosa- le dice Zahir.

-Eso lo tengo presente primito. ¿Puedo acercarme, Su Majestad?- le pregunta a Isabella, quién mira a Zabdiel y luego a Esquizbel.

-Por supuesto - le dice con voz dulce.

Esquizbel, se acerca y le tiende a Isabella, un envoltorio con hermosos colores vivos.

-Espero que disfrute mucho el regalo, de seguro le será útil- le dice mirando a Isabella, enfundada en su Caftán azul cielo con dorado.

-Muchas gracias- responde ella, tomando el presente.

-¡Oh por Alá!- gime él mirando a Nael. Suseth, tiene la sensación de sujetarlo con más fuerza. Zabdiel y Zahir están ceñudos e Isabella, un poco incomoda. Mientras que Matt e Ivette, observan atentos y en silencio- ¡es un bebé precioso, sin duda alguna ha salido idéntico a su madre!- la adula y Zabdiel contrae la mandíbula. 

-Gracias- repite Isabella.

-El pequeño Nael Jamal, en Norusakistan aún retumba el nombre de nuestro futuro Rey- sonríe- Alá mediante, crezca lleno de  salud y prospoeridad- dijo elevando ambas manos.  

-Es bueno que reconozcan a su futuro Soberano- le dice Zahir- Su Excelencia, no solo se ha casado, sino que ha sido bendecido con un hijo varón. Sin duda Alá está de su parte- Esquizbel, lo mira con desprecio.

-Es incapaz de ocular que me detesta, Alteza.

-No tendría porqué- se encoje de hombros- siempre he sabido que eres una animal más del desierto. Sucio, ponzoñoso, peligroso. Pero alimaña al fin.  

-Gracias por el presente Esquizbel. Si nos disculpas tendré que pedirte que te retires. Nuestros invitados acaban de llegar y necesitan descansar, les llevaremos a sus habitaciones.

-Por su puesto, Excelencia- su tono no ocultaba el odio hacia él, era evidente que lo humillaba que lo echara de Palacio- quizás vuelva pronto.

-Vuelve nunca- le dijo Zahir- no te extrañaremos- Esquizbel, lo mira fijamente con una burlona sonrisa en el rostro. Se da media vuelta y se marcha.

-¿Qué diablos fue eso?- pregunta Suseth, dejando escapar la respiración que contenía.

-Precisamente eso. . . el diablo- responde Zahir con el ceño fruncido.

-Ese hombre me da escalofríos- dice Ivette, mirando fijamente la puerta por donde ha salido.

-¿Qué le trajo a Nael?- pregunta Suseth,  nerviosa. 

-No lo sé- responde Isabella abriendo el hermoso envoltorio para encontrarse con una suave y delicada tela. 

-¿Qué es eso?- pregunta Matt.

-Parece ser una manta- respondió Isabella,  cuándo abría la bella tela y constataba que si era eso. Una manta para el bebé, con una hermosa decoración de una enorme corona realizada con henna.

-Parece ser un lindo gesto- dice Ivette.

-Esa sabandija, nunca tiene buenos gestos. Algo trama, lo sé- dice Zahir

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