El viento golpeaba con fuerza contra el ventanal de la casa haciendo retumbar los cristales, la fuerte tormenta que estaba cayendo no parecía tener intenciones de detenerse en ningún momento, para muchos en la manada eso era un mal presagio y la pelea que estaba tomando lugar en la oficina del alfa dejaba en claro que, en efecto, algo malo estaba pasando.
- ¡¿Cómo pueden traicionarnos de esta forma?! ¡Hemos sido sus amigos desde años! Los ayudamos a formar esta manada- El alfa más bajo se enfrentaba a su líder, su esposa Eloise, a su lado intentando calmarle para evitar que esa pelea empeorará, conocía a su amigo y sabía que no podrían ganarle. Era el líder de la manada después de todo, era un alfa fuerte e inteligente, capaz de guiar a cualquiera de esos lobos por el camino correcto.
-Por favor, tienes que calmarte. No tengo otra alternativa. Tú hijo es un defectuoso, no puedo permitir que alguien como él esté en la manada. Esto no se trata de nuestra amistad- La voz del alfa era seria pero calmada, intentando mantener sus instintos bajo control y no herir a su amigo. La amistad que tenían seguía ahí después de todo, no podía dejar de lado algo que construyeron con el paso de los años.
- ¡¿Es una m*****a broma?! No es culpa de Edel haber nacido de esta forma. No puedes lanzarlo a la calle y darle la espalda, Joseph. Sabes que es un guerrero fuerte y daría todo por mantener la manada a salvo
-Esto no se trata de eso, Ivan. Los deltas son inestables y lo sabes, no puedo permitir que alguien así permanezca más tiempo en la manada. Es peligroso para el resto de nosotros- Esas palabras fueron suficientes para que el otro hombre perdiera la poca paciencia que el aroma de su esposa le generaba. Por supuesto, no iba a permitir que hablara de esa forma de su hijo, su único hijo. En un instante un gran lobo negro estaba frente al alfa, gruñendo de forma amenazante dispuesto a atacar a su líder, dispuesto a traicionar y levantarse contra él. Y eso fue suficiente para provocar que Joseph tomará su forma animal de igual forma.
La pelea no tardó en llegar, ambos lobos tiraban mordidas y patadas con la intención de hacer daño, las mujeres tratando de hacerles entrar en razón, pero era imposible, el instinto de ambos estaba fuera de control. El ruido atrajo finalmente la atención del resto de la manada, algunos veían aterrados la escena, veían con miedo como el segundo al mano, la mano derecha del líder lo atacaba como si fueran enemigos, como si hubiera una rivalidad de años entre ellos, no les importaba nada en ese momento. Ni quienes les rodeaban, ni la imagen ante sus hijos, eran dos alfas peleando por ganar, por mantener su orgullo intacto, por el orgullo y honor de su familia. Era lo único que importaba en la mente de los hombres.
Las mordidas eran cada vez más fuertes, las heridas ya se notaban en el pelaje de ambos lobos, incluso aunque su manto fuese tan oscuro como la noche, la sangre brillaba sobre este, dejando en evidencia que esa sería una pelea a muerte y ninguno pensaría en ceder. El resto de la manada sólo podía ver en silencio la masacre que se estaba llevando a cabo frente a sus ojos, en la distancia los hijos de ambos alfas incapaces de saber cómo actuar o que hacer. Ambos eran demasiado jóvenes aún como para poder saber que hacer en una situación así. El más joven de ellos, la razón de toda esa pelea, Edel, estaba ocultándose detrás del cuerpo del otro chico, no porque hubiera una gran diferencia entre ellos, pero su amigo siempre había demostrado más valentía en esos casos. Era un alfa después de todo. Nacido para guiar y dirigir a su gente igual que su padre. Kiyan, como era su nombre, sólo intentaba calmar al más joven con las únicas palabras de aliento que podía encontrar. Diciendo que estarían bien, que todo estaría bien. Creía que la pelea no podría durar por siempre y se arrepentirían de lastimarse.
Y no podía estar más equivocado.
Un aullido fuerte fue lo que les hizo parar, o al menos al líder de la manada. El cuerpo de su amigo yacía agonizante en el suelo, manteniendo aún su forma animal, su esposa había corrido hasta su lado para abrazarlo, apretando su pelaje mientras gritaba con desesperación por la inminente muerte de su amado. Edel corrió hacia ella, observando aterrado el cuerpo sin vida de su padre, el hombre que había preferido dar su vida por el que permitir que su líder se deshiciera de él. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin poder contenerse. No podía creer que su líder había asesinado a su padre a sangre fría, a su amigo, a su mano derecha. Al hombre que le había seguido en tantas aventuras y había peleado a su lado tantas batallas. La habitación quedó en completo silencio, sólo se escuchaba el llanto desesperado de Eloise mientras seguía aferrándose al cuerpo sin vida del lobo, su hijo sólo lloraba en silencio. Nadie era capaz de decir nada, nadie era capaz de hacer nada. La manada temía meterse en el camino de Joseph y más ahora que había demostrado que no tendría piedad contra quien pensara en desafiarle.
La tormenta había presagiado no sólo la muerte de Ivan, Eloise le siguió tiempo después, ser desterrada con su hijo de su único hogar y perder a su marido la llevo al borde de la locura, terminando con su vida unos meses después. Edel, con tan solo 16 años se había vuelto un solitario. Un lobo destinado a vivir en soledad al ser desterrado de su manada. Y crecería con el rencor y odio dentro de él hacia la manada Colmillo blanco.
-Ugh… Esto es demasiado aburrido. ¿No podemos hacer otra cosa o ir a otro lado? - Recostado sobre una mesa de picnic en el parque se encontraba un joven de rubios cabellos, observando con sus azules ojos a su amigo, el cual estaba demasiado concentrado con la cámara que sostenían sus manos como para molestarse en prestarle atención a sus quejidos. -Vamos Kiyan, ¿para qué me hiciste venir contigo si vas a ignorarme? -No te hice venir. Quisiste venir porque cuando dije que vendría al parque tu asumiste que habría chicas lindas- Kiyan, como lo llamo su amigo, un joven de larga y rojiza cabellera, ni siquiera se había molestado en dirigir su vista al beta que le acompañaba aún al hablar, aunque su tono era juguetón y divertido, dejando en claro que no le molestaba en absoluto que le hubiera acompañado, pero claro, no iba a perder la oportunidad de molestar a su amigo sobre la verdadera razón de haberle acompañado. -Creía que íbamos a una zona con chicas lindas. No a la m*****a nada a que
El lugar no era nada exótico como Kiyan pensaba, después de todo conocía los gustos de su amigo. En realidad, era algo bastante tranquilo, en medio del lugar había una barra circular con una chica preparando las bebidas de quienes estaban ahí sentados. Había algunas mesas alejadas y una zona un poco más privada con un gran letrero arriba donde se leía “La cueva”, parecía ser un lugar donde las parejas podían estar más tranquilas sin tanta gente viendo o molestando. Era algo bastante acogedor si era honesto, las luces tenues del lugar de algún modo hacían que todo luciera mejor. Y en el fondo, junto a unas cuentas mesas, estaba un pequeño escenario, lo bastante grande para que un grupo se presentará, pero no tanto para ocupar demasiado espacio. Aún no había nadie, pero Kiyan suponía que la banda que su amigo le mencionó debería presentarse pronto. Después de todo a esa hora era cuando la gente comenzaba a salir para pasarla bien. Los lobos debían mantener una vida como si fueran un hu
Un molesto y repetitivo sonido inundaba la fría habitación del joven, la mañana era fresca, posiblemente por la tormenta que cayó la noche anterior y no había parado hasta altas horas de la madrugada. Aún podía olerse en el aire el característico aroma de tierra mojada y humedad, algo que para cualquier lobo era un deleite. El joven albino se quejó, negándose a querer despertar por más insistente que fuera su alarma, sabía que tenía cosas que hacer, pero su pereza era más grande. Siempre había sido el tipo de persona que prefería estar en cama en días fríos y nublados, pero para su mala suerte un líder debía estar siempre disponible así que no tenía otra opción más que despertar. Tomó su celular para apagar la molesta alarma y se estiró para desperezarse, bostezando en el proceso. Su torso desnudo estremeciéndose ante la sensación de liberarse de las cálidas mantas y ser golpeado por el frescor de la mañana, era una costumbre para el dormir de esa forma, después de todo, nadie tenía
Un suave aroma a lavanda hizo que arrugara la nariz, ¿conocía a alguien que oliera así? No, no era un olor normal, eso era algo que un alfa usaba para calmar a otros. ¿Por qué había un olor a alfa en su cuarto? Se levantó, sintiendo un fuerte dolor en su cabeza, observando a su alrededor. Eso no era su habitación, definitivamente no era su habitación. ¿Dónde estaba? -Oh, ya despertaste. Temía que hubiera sido peor y tuviéramos que enterrarte en el jardín- Esa voz… Observo en dirección hacia el dueño de esa voz, el alfa que le miraba desde del otro lado de la cama sonreía con calma, casi con alivio de que no hubiera muerto. Shi sólo pudo mirarle con confusión, no entendía que estaba pasando. ¿Él era quien lo había rescatado después de ese pequeño accidente? - ¿El gato te comió la lengua? ¿Dónde quedó el mocoso agresivo que quería golpearme ayer? No puedes decirme que realmente te afecta este olor como para estar tan tranquilo. ¿O realmente estás herido? ¿Te duele algo? -Cállate, las a
Camino en silencio por un par de pasillos hasta llegar a lo que parecía ser la puerta trasera, la abrió con cuidado para no hacer ruido y una vez fuera dejó que su lobo tomará posesión de su cuerpo, poco a poco su piel fue convirtiéndose en un suave pelaje blanco, dando lugar al gran lobo blanco que estaba en su interior. Los lobos podían tener una personalidad completamente diferente a la forma humana del individuo, muchas veces estos podían ser más infantiles y juguetones, dependiendo de la edad. Un lobo de edad avanzada no disfrutaría de correr en el lodo y brincar en charcos en la lluvia. Incluso muchas veces estos solían regañar a los más jóvenes por exponerse de esa forma. Muchas veces, como ocurría con Shi, su lobo se permitía ese tipo de cosas, a pesar de estar gran parte a la defensiva y esperando un ataque, para el joven lobo el jugar en la lluvia era algo que no podía evitar. Lo disfrutaba demasiado. Su blanco pelaje comenzaba a mancharse con el lodo y pasto, pero eso no l
Finalmente, pasado un tiempo Kiyan se levantó con la misma calma que había tenido durante toda la plática, estirándose antes de ofrecer la misma sonrisa -Ya es tarde, si tienes planes de irte por la mañana es mejor que duermas de una vez. Cuando quieras volver eres bienvenido -Espera. ¿Por qué me ofreces eso después de la forma en que te he tratado? ¿Qué quieres conseguir? - Shi se levantó también, mirándole con desconfianza nuevamente, subiendo todas sus barreras al comprender que no podía solo ser amable sin querer algo a cambio. No podía estar haciendo eso solo porque si -Shi, no quiero conseguir nada. Entiendo tu odio hacia los alfas, no conozco tus razones y tampoco es algo que necesite saber. Pero si el querer mostrarte que no todos somos tan terribles como crees entonces sí, quiero algo a cambio. No tienes una manada, no la necesitas, pero siempre es bueno tener aliados. Y si puedo hacerte ver que tienes un aliado aquí entonces lo haré Tras decir eso camino a la puerta, abr
La mañana llegó con el brillo del sol atravesando la cortina, el canto de las aves avisaba también que la mañana había llegado. El alfa se estiró con pereza, analizando aún adormilado el espacio vacío en su cama, aunque este siguiera oliendo a las feromonas del delta, era distinto a lo que había desprendido antes, este era más suave y dulce. Era una agradable mezcla entre té chai con miel y canela. De algún modo se mezclaba perfecto con sus propias feromonas, era un aroma bastante agradable, demasiado agradable. Le sorprendía que hubiera alguien con un olor tan agradable, o más bien, le sorprendía que hubiera un delta que oliera tan bien. Por un par de minutos más se quedó abrazando la almohada que el chico había usado, de algún modo se sentía demasiado atraído hacia Shi, su lobo se sentía atraído y pocas veces ocurría que su lobo se sentía de esa forma. En realidad, como muchas veces lo había dicho, no había visto a una persona de forma romántica desde que perdió a su mejor amigo, él
El gama abrió los ojos, intentando acostumbrar su vista al brillo del sol, no sabía dónde estaba ni que era ese lugar, el pánico le invadió de inmediato al percatarse que estaba atado a una silla, su boca estaba cubierta con cinta, y sabía perfectamente bien lo que todo eso significaría. Era su fin, de eso estaba seguro. Podía notar unas cuantas personas en la sala, pero lo que más le aterraba era el alfa que se encontraba ahí. Kiyan, quien estaba vestido completamente de negro, sus manos cubiertas con unos guantes de cuero, se acercó al gama, acariciando su mejilla con el filo de su navaja le sonreía con calma, pero la mirada asesina en sus ojos le transmitía todo menos calma. -Menos mal has despertado, no quería tener que seguir esperando más tiempo a que decidieras volver con los vivos, voy a quitarte esto, pero no grites. Nadie va a escucharte aquí y no quiero escuchar nada salir de esa boca más que las respuestas que necesito, ¿de acuerdo? - El gama asintió con la cabeza, su cuer