Para el momento en que los lobos llegaron a la casa de seguridad Sakuma y los demás ya se encontraban dentro, Edel esperaba algo mas ostentoso, considerando lo que conocía del alfa, pero en realidad lo que tenía frente a él era una pequeña casa, lo bastante grande como para contenerlos a todos, pero al mismo tiempo lo bastante pequeña como para que no hubiera suficientes habitaciones. Aun así, el calor de la misma, además de la chimenea eléctrica que poseía era suficiente para que no importara lo pequeña que era, debía admitir incluso que era algo acogedor. Y de algún modo tenía que admitir que, bajo otras circunstancias, le gustaría tener algo parecido con Kiyan.Posiblemente en otra vida podrían tener esa oportunidad.Kaya ya estaba durmiendo cuando los lobos llegaron, Sakuma le dejo uno de los cuartos, además de explicar a Edel y Kiyan que si querían podían quedarse también junto al niño en la misma habitación, asigno también una a Kion y la ultima para los gemelos, explicando que
En cuanto todos los lobos se fueron a las habitaciones asignadas Sakuma aprovecho ese momento para salir de la casa, quedándose en lo que era la parte trasera de la misma, protegido de la lluvia con el techo del porche, sentándose en la pequeña banca vieja que se encontraba ahí. En sus manos se encontraba una taza de chocolate caliente, aunque esta quedo olvidada al tener toda su atención fija en el cielo, el recuerdo de todas las veces que estuvo en la misma situación, solo que, con su hermano, su madre y Tsuki en su antigua casa, observando el cielo, disfrutando de una taza de chocolate, bromeando y siendo felices le ataco, haciéndole suspirar largo.—Ese fue un muy largo suspiro —La voz de Kion a sus espaldas le hicieron saltar un poco por la sorpresa, alejando todos sus pensamientos para poder verle—Creía que estarías en tu habitación descansando—Me es difícil dormir sabiendo en la situación en la que estamos, una guerra no es un momento en el que alguien pueda relajarse —Sakuma
El día llegó con calma, una suave lluvia seguía cayendo, pero esta no era ni la mitad de lo que fue la tormenta durante la madrugada, ocasionalmente un par de truenos se escuchaban en la lejanía. El único lobo que estaba despierto era Sakuma, una taza de café fresco le mantenía alerta, aunque para ese momento esa ya era la quinta taza que tomaba. En algún momento en la madruga el frio y la fuerte tormenta había sido lo bastante fuerte como para obligarle a él y Kion a regresar a la casa y terminar recostándose en el sofá, donde aún yacía Kion dormido con calma, removiéndose apenas de vez en cuando, pero aun durmiendo sin que nada le perturbara. El sonido de la televisión era el único ruido que llenaba la casa por dentro. Sakuma debía admitir que había algo demasiado domestico en el asunto, y si no fuera por las noticias que estaba viendo, se habría dado el tiempo de disfrutarlo.Reporteros comenzaban a dar visibilidad al trato que los humanos habían hecho con Ryoichi, y aunque ninguno
La habitación se encontraba llena de las feromonas de ambos alfas cuando Kiyan se lanzó contra Sakuma, sin pensarlo demasiado para comenzar a golpearlo, aunque a diferencia de antes, esta vez Sakuma si comenzó a defenderse, los golpes caían desde ambas direcciones, forcejeaban para ver cual terminaba encima del otro en el suelo, incluso en algún momento habían mordidas de parte de ambos, sangre ya comenzaba a salpicar el suelo, y aunque Kion deseaba separarlos, sabía que meterse en la pelea de dos alfas era una pésima idea. Y aun cuando el ruido de pasos se hizo presente, ninguno de los lobos que habían llegado estaban dispuestos a correr el riesgo.—¿Qué mierda ocurrió? ¿Por qué están peleando? —La voz de Edel se escuchaba preocupada, principalmente porque no sabía como poder detener a ninguno de los dos o que hacer en ese caso, y aunque supiera que hacer, no estaba seguro que pudiera ser suficiente para detenerlos—No pudieron aguantar sus instintos, comenzaron a discutir y terminar
El viento golpeaba con fuerza contra el ventanal de la casa haciendo retumbar los cristales, la fuerte tormenta que estaba cayendo no parecía tener intenciones de detenerse en ningún momento, para muchos en la manada eso era un mal presagio y la pelea que estaba tomando lugar en la oficina del alfa dejaba en claro que, en efecto, algo malo estaba pasando. - ¡¿Cómo pueden traicionarnos de esta forma?! ¡Hemos sido sus amigos desde años! Los ayudamos a formar esta manada- El alfa más bajo se enfrentaba a su líder, su esposa Eloise, a su lado intentando calmarle para evitar que esa pelea empeorará, conocía a su amigo y sabía que no podrían ganarle. Era el líder de la manada después de todo, era un alfa fuerte e inteligente, capaz de guiar a cualquiera de esos lobos por el camino correcto. -Por favor, tienes que calmarte. No tengo otra alternativa. Tú hijo es un defectuoso, no puedo permitir que alguien como él esté en la manada. Esto no se trata de nuestra amistad- La vo
-Ugh… Esto es demasiado aburrido. ¿No podemos hacer otra cosa o ir a otro lado? - Recostado sobre una mesa de picnic en el parque se encontraba un joven de rubios cabellos, observando con sus azules ojos a su amigo, el cual estaba demasiado concentrado con la cámara que sostenían sus manos como para molestarse en prestarle atención a sus quejidos. -Vamos Kiyan, ¿para qué me hiciste venir contigo si vas a ignorarme? -No te hice venir. Quisiste venir porque cuando dije que vendría al parque tu asumiste que habría chicas lindas- Kiyan, como lo llamo su amigo, un joven de larga y rojiza cabellera, ni siquiera se había molestado en dirigir su vista al beta que le acompañaba aún al hablar, aunque su tono era juguetón y divertido, dejando en claro que no le molestaba en absoluto que le hubiera acompañado, pero claro, no iba a perder la oportunidad de molestar a su amigo sobre la verdadera razón de haberle acompañado. -Creía que íbamos a una zona con chicas lindas. No a la m*****a nada a que
El lugar no era nada exótico como Kiyan pensaba, después de todo conocía los gustos de su amigo. En realidad, era algo bastante tranquilo, en medio del lugar había una barra circular con una chica preparando las bebidas de quienes estaban ahí sentados. Había algunas mesas alejadas y una zona un poco más privada con un gran letrero arriba donde se leía “La cueva”, parecía ser un lugar donde las parejas podían estar más tranquilas sin tanta gente viendo o molestando. Era algo bastante acogedor si era honesto, las luces tenues del lugar de algún modo hacían que todo luciera mejor. Y en el fondo, junto a unas cuentas mesas, estaba un pequeño escenario, lo bastante grande para que un grupo se presentará, pero no tanto para ocupar demasiado espacio. Aún no había nadie, pero Kiyan suponía que la banda que su amigo le mencionó debería presentarse pronto. Después de todo a esa hora era cuando la gente comenzaba a salir para pasarla bien. Los lobos debían mantener una vida como si fueran un hu
Un molesto y repetitivo sonido inundaba la fría habitación del joven, la mañana era fresca, posiblemente por la tormenta que cayó la noche anterior y no había parado hasta altas horas de la madrugada. Aún podía olerse en el aire el característico aroma de tierra mojada y humedad, algo que para cualquier lobo era un deleite. El joven albino se quejó, negándose a querer despertar por más insistente que fuera su alarma, sabía que tenía cosas que hacer, pero su pereza era más grande. Siempre había sido el tipo de persona que prefería estar en cama en días fríos y nublados, pero para su mala suerte un líder debía estar siempre disponible así que no tenía otra opción más que despertar. Tomó su celular para apagar la molesta alarma y se estiró para desperezarse, bostezando en el proceso. Su torso desnudo estremeciéndose ante la sensación de liberarse de las cálidas mantas y ser golpeado por el frescor de la mañana, era una costumbre para el dormir de esa forma, después de todo, nadie tenía