Un amplio campo de flores se extendía bajo el cuerpo del alfa, una brisa fresca movía las mismas junto a su cabello, el cálido sol golpeaba su rostro, pero no era molesto o incómodo, sus ojos se mantenían cerrados a pesar de que no dormía, sólo estaba relajado, sintiendo una extraña calma que no estaba seguro de dónde venía. No podía expresar porqué se sentía de esa forma, pero no deseaba abrir los ojos. No deseaba alejarse de esa calma. Todo era demasiado mágico como para desear romperlo. Sin embargo algo le pedía que abiera los ojos, que se levantará. Era como una voz que le indicaba lo que debía hacer, una voz que estaba dispuesta a enseñarle un camino. "Kiyan" Escucho a lo lejos, una dulce y cálida voz que conocía muy bien. Pero aún con eso no deseaba abrir los ojos, sabía que si los abría entonces toda esa magia se rompería, ese hechizo en el que se encontraba se rompería, se destruiría en mil pedazos, y no deseaba que fuera así. No se había sentido así de tranquilo desde hace
La zona hasta donde Ryoichi condujo no era otra que el camino hacia su base, pasando por supuesto por la base de Kiyan, todo con el único objetivo de probar que tanto era capaz de recordar o no. En la distancia ya comenzaba a iluminar el sol del amanecer, iluminando el camino del bosque y claro, iluminando el amplio inmueble que era la antigua base de Kiyan. Sin embargo, el alfa no parecía tener ningún tipo de reacción, ni siquiera se veía interesado en mirar alrededor y ver lo que le rodeaba, al contrario, su mirada seguía fijada en la nada. Ni Ryoichi ni Gaia podían saber con exactitud si realmente estaba mirando algo o simplemente era su mirada perdida en la nada, cualquiera fuera el caso, el que no mostrará ningún tipo de reacción era una buena señal para ellos. Eso significaba que no les estaba mintiendo, no estaba engañandolos para hacerles creer que había perdido la memoria, y por supuesto, que podían usarlo a su gusto sin preocuparse de que algo ocurriera. Y esa era la mejor p
El grupo de lobos estaba en silencio, no habían presentado ningún tipo de problema para llegar a Phoenix, sin embargo, el viaje había sido silencioso, tranquilo, ninguno se había atrevido a decir nada. Tampoco sabían que decir en realidad. Aunque alguien se atreviera a decir algo, nada de lo que fuera dicho podría ayudar con el ambiente tenso que rodeaba a todos. Ni siquiera se despidieron de Shura y Mika, los cuales solo emprendieron su camino a la ciudad. Ellos tampoco dijeron nada antes de desaparecer en la ciudad. Ahora dentro de Phoenix todos estaban juntos en la mesa, la comida enfriandose frente a ellos, ninguno quería come, eso era claro, pero sabían que lo necesitarían para lo que seguiría. Aunque tampoco sabían que es lo que seguirían, todo lo que podían hacer era quedarse en silencio, Shi jugeteaba con la comida, incapaz de poder quedarse solo quieto, Kion a su lado solo miraba en silencio el plato frente a él. Los gemelos ni siquiera estaban sentados en la mesa, Tsuki, Ad
El amanecer cayó, y con el cayó la pequeña esperanza en todos los lobos. La frescura que había todo el tiempo en Phoenix les había recibido con nuevos aires una vez se encontraron todos en la sala principal de Phoenix, la sala de control, misma que ahora estaba llena de lobos monitoreando los canales de noticias de todo el mundo, el levantamiento de Ryoichi se había interpretado de michas formas dependiendo la zona donde estuvieran viéndolo. Pero por suerte, no se había desatado nada peor, al contrario, parecía que los humanos estaban manejando con cuidado la situación y no la estaban llevando más allá de la zona de Oryton y regiones cercanas, las cuales si habían comenzado a atacar el ejército de Ryoichi, pero claro, el médico podía estar perdiendo lobos en la batalla, pero estaba ganando un ejército mayor con cada lobo nuevo que caía en sus manos. A nadie le gustaba la idea de ser obligado a algo como es, sin embargo, estaba claro que era su única opción. Para muchos era su única op
El silencio inundaba la habitación en la que se encontraban los lobos, ninguno encontraba las palabras suficientes para poder decir algo. El más impactado por las imágenes que habían aparecido era Shi, el cual sólo podía mantener su mirada en la nada, jugando con el peluche de lobo que yacía en sus manos. Kion a su lado solo podía acariciar su cabello con calma, tampoco encontrando las palabras adecuadas para poder consolarlo, y ni siquiera estaba seguro de que su amigo deseara ser consolado. Ninguno de los lobos sabían que es lo que estaba pasando por la mente de Shi. Ni por su mente ni por la de ninguno de los demás. Aún en silencio Sakuma comenzó a guardar todo lo que había preparado, ya tenían una mejor idea de lo que estaba ocurriendo así que no irían hacia la siguiente ciudad sin tener idea de a lo que se enfrentarian. Adalrik y los gemelos se encargaron de ayudar a Sakuma, de esa forma podrían tener todo preparado más pronto. Sin embargo, todos se detuvieron cuando vieron a Sh
[DISCLAIMER: EL SIGUIENTE CAPITULO CONTIENE MENCIÓN DE USO Y VENTA DE SUSTANCIAS ILÍCITAS, VENTA DE ARMAS, LENGUAJE VULGAR. MENCIÓN DE TRABAJO SEXUAL. NADA DE LO QUE SE REPRESENTA AQUÍ DEBE SER REPETIDO EN LA VIDA REAL. ES UNA OBRA DW FICCIÓN. SE RECOMIENDA LA DISCRECIÓN DEL LECTOR. NO SE RECOMIENDA LEERSE SI ES MENOR DE EDAD O NO SE TIENE UN CRITERIO BIEN FORMADO] El camino hacia el bajo mundo era corto desde donde estaban, con el subterráneo detenido los lobos podían llegar más fácil. La ciudad de Oryont, según explicaba Sakuma, había sido construida por antiguos lobos antes de que la guerra entre humanos y lobos explotará hace años, por lo que había ciertas zonas en los subterráneos que podía llevarles a distintos lugares. Los lobos no eran conocidos por esconderse bajo tierra, al contrario, sin embargo, muchos de los lobos habían optado por hacer esto al ser la forma más simple de evitar a los humanos. Y era esa la razón principal por la que el bajo mundo estaba tan oculto. Duran
Después del poco agradable encuentro que tuvieron los lobos en el mercado del barrio bajo el aire que les rodeaba era tenso, ninguno de los presentes estaba seguro de lo que había pasado, sabían que lo ocurrido era causa de todo el estrés que estaba enfrentando Edel, lo sabían perfectamente bien, pero no podían entender del todo el porque deseaba cuidar tanto a ese niño o si el ataque que había hecho sin piedad contra los otros lobos era provocado por todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Sabían que los sentimientos de los deltas eran mas inestables que de cualquier otro, los thetas, los sigma o cualquier otro género, podían ser más comunes que el resto, pero también eran más inestables en cuestión de sus sentimientos, muchos no podían controlarlo, y menos si eran un delta puro como era el caso de Edel. Los deltas puros presentaban características mas fuertes que cualquier otro, en muchos casos los presentaban también después de estar enlazados a alguien, eran pocos los informes
El ambiente cambio considerablemente rápido, en un hábil movimiento de Kiyan el arma en las manos de Kion termino en el suelo junto al dueño de esta, la fuerza que tenia era mayor a la que poseía el beta, aun para ser una bestia como el, era claro que el suero si había afectado mas al joven alfa de lo que había hecho a todos los demás, fue así como Kiyan pudo acercarse a Edel, el cual solo mantuvo el arma arriba, aunque sus manos temblaban un poco, intentaba que el agarre fuera lo mas firme posible para poder atacar en el momento que fuera necesario. Esta acción no pasó desapercibida por el alfa, el cual solo sonrió, tomando el arma que apuntaba a su pecho para acercarla directo a su frente, sonriendo divertido, retando al delta con la mirada, sabiendo perfectamente bien que no seria capaz de atacarle, sabía perfectamente bien que si utilizaba sus feromonas podría encargarse de desestabilizar al delta, pero no deseaba utilizar eso aun, no entraba dentro de sus planes. Quería que el de