El ambiente que rodeaba a todos era pesado, podía notarse la tensión y fácilmente podría ser cortada con un cuchillo, todos se mantenían en silencio mientras esperaban a que Sakuma entrará, no era común que el alfa llegara tarde a una reunión, al contrario, Sakuma siempre solía estar antes que los demás, resultaba extraño que en esa ocasión el chico se estuviera tardando más de la cuenta. Nuevamente todos los lobos llevaban una ropa táctica especial que la gente de Phoenix se encargo de darles, pero en esa ocasión, ninguno se había dado la oportunidad de disfrutarlo como habían hecho anteriormente. En esta ocasión, saber que estaban a punto de planear como entrar en la base de Ryoichi y su ejército de bestias era suficiente para que nadie tuviera ganas de bromear ni siquiera. Los gemelos estaban recargados contra una pared, nuevamente no podían distingurise a simple vista, no parecía molestarles de todos modos. Adalrik estaba sentando en la mesa, con la cabeza entreas manos, más que
Los golpean llegaban uno tras otro, la espalda del joven lobo no dejaba de sangrar por los golpes del látigo que atizaban con fuerza y odio contra su oscura piel. La cinta en sus labios le impedían poder hacer cualquier tipo de ruido, sus brazos y piernas estaban atados, impidiendole poder escapar de la tortura a la que estaba siendo sometido. Su piel ardía, su cuerpo ya sudaba por el esfuerzo de intentar escapar, no estaba seguro cuantas horas llevaba ahí y menos en que momento Ryoichi tendría planeado dejarle ir, la falta de ventanas en la habitación hacia imposible que pudiera saber con certeza que hora era, ya había perdido la noción del tiempo. Todo lo que podía escucharse en la habitación eran los fuertes golpes y los quejidos del lobo, el sonido del aire siendo cortado con cada golpe del látigo y de vez en cuando el sonido del papel quemándose del cigarrillo que el alfa tenía en sus manos y mismo que usaba en ocasiones para quemar las heridas del lobo solo para satisfacer más
El viaje desde Phoenix a la base de la manada de Kiyan fue rápido, los lobos necesitaban llegar antes de que Ryoichi abandonará sus propias instalaciones y de esa forma poder tener un control del tiempo, considerando que Ryoichi podría volver, era preferible que no les encontrara, especialmente si lo que necesitaban en ese momento era buscar como detenerlo antes de que fuera demasiado tarde, y esperaban con todas sus fuerzas que no fuera demasiado tarde aún. Durante el viaje Kiyan no perdía ninguna oportunidad de estar cerca al delta, uno de sus brazos no dejaba su cintura en ningún momento y su mano libre no dejaba de jugar con la mano del chico, el cual sólo podía mantenerse en silencio, viendo lo que hacía, aún sin poder creerse que se encontraban así, juntos. Finalmente juntos, de algún modo se sentía como un sueño poder tener a Kiyan cerca suyo, poder sentir su aroma tan cerca, poder decir que era suyo, que era su alfa y le pertenecía solamente a él. Que su corazón era suyo únic
Los hombres de Ryoichi tenían todo listo, habían hackeado el sistema de seguridad de un importante mandatario del gobierno de Oryont, había logrado entrar a su computadora y encender una llamada con el. Por su parte tenían ya listo al miembro del consejo. Lucien estaba atado a una silla, aunque las ataduras no podían verse en la cámara, Ryoichi estaba a su lado, en su mano un arma apuntando en la espalda de lobo en caso de que intentará hacer algo que no debia. Todo listo para hablar en cuanto la llamada comenzará, -¿Qué demonios? ¿Qué le pasa a esta computadora? - Un hombre viejo y regordete apareció en una pantalla, gritando a la máquina que había comenzando una llamada sin que el la aceptará y sin poder terminarla -Señor alcalde, es un gusto verle. Le recomiendo que no pierda sus energías con eso, me temo que no será capaz de concluir esta llamada hasta que yo no desee que se termine - La voz de Ryoichi hizo que la atención del hombre fuera directo a la pantalla, sorprendiendose
Todo lo que rodeaba a los lobos en ese momento era el silencio, ninguno tenía nada que decir en ese momento, no encontraba nadie nada que decir. La señal en la computadora de Sakuma había terminado ya, quedándose con una simple pantalla negra y un aviso de "transmisión terminada". Lo que acababan de presenciar y que estaban seguros habían presenciado miles de humanos en todo el mundo y en Oryont era más de lo que podían imaginar. En ese momento sus planes podrían cambiar, entrar en la base de Ryoichi no era la prioridad ya, debían hacer todo lo posible por proteger la ciudad y a los lobos, a todos. Pero ninguno podía salir del estado de shock en el que se encontraban. Los minutos pasaron, Sakuma comenzó a teclear en la computadora, buscado todas las señales de noticias de Oryton, los cuales ya comenzaban a abarcar la noticia sobre la transmisión del alcalde y la bestia que lo había asesinado en directo. Cámaras de seguridad de las calles y reporteros mostraban imágenes de los humanos
El joven lobo se encontraba atado a una silla, sus manos y piernas atadas para evitar que escapara, aún si sus intenciones no eran esas, en un momento como ese no podían perder el tiempo yendo a buscar o confiando en alguien como ese lobo. Tenerlo atado era la mejor opción para ellos. Igualmente Kyu y Ryu se encontraban a cada lado de la silla, con las armas apuntando hacia el lobo, listas para disparar si hacia algo contra ellos o intentaba moverse siquiera intentando escapar. -Muy bien, empecemos con lo básico, ¿te parece? ¿Quién eres? - Kiyan estaba sentando frente al lobo, el arma en sus piernas, listas para disparar también pero más con la intención de amenazar al lobo. Y estaba funcionado, el chico se veía claramente asustado, su cola estaba entre sus piernas, asustado - ¿Qué estas haciendo aquí? Y más importante, ¿qué es esa cosa? -No me parece que mi nombre tenga algún tipo de relevancia en este momento. No ese el tipo de información que quieren obtener de mi - El lobo sonr
Los gritos salían de todos lados, el ruido de disparos rompiendo cristales, autos golpeando contra otros. El intento de los humanos por escapar de los ataques, el pánico era palpable en el aire, los llantos desesperados de los niños y los padres que corrían sólo para enfrentarse a Maas bestias o soldados. Los pocos policías que había en Oryton hacían todo lo posible para mantener a aquellas criaturas bajo control, pero sus armas no eran suficientes contra la velocidad que tenían las criaturas, mismas que parecían verse más afectadas por el hecho de ser atacadas que por las heridas que las armas pudieran provocarles. Las noticias hacían todo lo posible para abarcar todo lo que ocurría, pero poco a poco la ciudad comenzaba a verse sucumbida en el caos. Ryoichi observaba todo desde el auto en el que había llegado. Kion se encontraba a su lado, con un collar en el cuello y la correa sujeta al auto. Sus manos estaban atadas a sus espaldas, para ese momento había recuperado la consciencia,
Los lobos estaban reunimos en la sala de la base de Kiyan, el lobo que habían tomado de la base de Ryoichi ya había recuperado la consciencia, todos sólo lo observaban en silencio mientras este devoraba un plato de comida que había quedada almacenada antes de que dejarán la casa. No habían obtenido ningún tipo de información nueva de parte del lobo, sin embargo, si les había prometido que les explicaría todo lo que sabía después de comer algo, en sus palabras parecía que Ryoichi no se preocupaba por ese tipo de cosas, no alimentaba a sus soldados ni a las personas que tenía trabajando con el para crear el suero. No tenían más información que esa, todo lo que podían hacer en ese momento era esperar a que decidiera terminar de comer. Igualmente ellos hicieron lo mismo, ya habían pasado demasiadas horas desde la última vez que probaron bocado por lo que comer algo no parecía tan mala idea, en especial cuando sus estómagos comenzaron a gruñir ante el olor de la comida calenandose y el va