Kiyan se mantuvo en silencio durante el viaje, principalmente porque estaba intentando encontrar la mejor explicación para tener con el a una de las bestias de Ryoichi, que lo había llevado sin pensarlo demasiado, había decidió ayudarlo y por supuesto, lo había desatado después de unos minutos porque no creía que fuera buena idea mantenerlo atado si no tenía intenciones de atacar, además de haberle pasado una sudadera por lo rasgada que estaba su ropa y ahora aló tenía cerca de él como si fuera un cachorro agradecido de haber sido salvado. Todo era bastante bizarro y encontrar las palabras adecuadas para explicarlo lo era aún más. Sólo esperaba que pudieran entender que lo había hecho con la intención de sacarle información, no porque fuera un pequeño lobo indefenso en ese estado y sintiera que debía protegerlo como a cualquier otro lobo, especialmente si el lobo parecía ser demasiado joven como para cuidarse a si mismo. Claro, sabía que el chico era un genocida, pero seguía siendo un
Hace un tiempo atrás El pequeño lobo observaba desde la terraza de su habitación hacia el cielo, perdido mientras contaba con calma las estrellas y constelaciones que podía ver desde ahí, sus brazos apenas lograban llegar a la baranda, debía sostenerse de puntillas para poder alcanzar, pero aquello era lo mejor que podía hacer mientras su hermano mayor estaba ocupado al igual que su padre. Debían preparar el funeral de uno de los lobos de la manada de su padre, así que tenía sentido que ambos tuvieran cosas más importantes que hacer que prestarle atención, su única compañía en ese momento era el ruido del viento moviendo las hojas de los árboles y el cielo estrellado encima de él. Era una noche preciosa, su tía siempre se encargaba de decirle que cada vez que un lobo de buen corazón moría, el cielo les recibía con un campo de estrellas, y cada vez que viera una nueva estrella significaba que un lobo había llegado a ese lugar. Su padre y su hermano le decían que esa era una idea estúp
El ambiente que rodeaba a todos era pesado, podía notarse la tensión y fácilmente podría ser cortada con un cuchillo, todos se mantenían en silencio mientras esperaban a que Sakuma entrará, no era común que el alfa llegara tarde a una reunión, al contrario, Sakuma siempre solía estar antes que los demás, resultaba extraño que en esa ocasión el chico se estuviera tardando más de la cuenta. Nuevamente todos los lobos llevaban una ropa táctica especial que la gente de Phoenix se encargo de darles, pero en esa ocasión, ninguno se había dado la oportunidad de disfrutarlo como habían hecho anteriormente. En esta ocasión, saber que estaban a punto de planear como entrar en la base de Ryoichi y su ejército de bestias era suficiente para que nadie tuviera ganas de bromear ni siquiera. Los gemelos estaban recargados contra una pared, nuevamente no podían distingurise a simple vista, no parecía molestarles de todos modos. Adalrik estaba sentando en la mesa, con la cabeza entreas manos, más que
Los golpean llegaban uno tras otro, la espalda del joven lobo no dejaba de sangrar por los golpes del látigo que atizaban con fuerza y odio contra su oscura piel. La cinta en sus labios le impedían poder hacer cualquier tipo de ruido, sus brazos y piernas estaban atados, impidiendole poder escapar de la tortura a la que estaba siendo sometido. Su piel ardía, su cuerpo ya sudaba por el esfuerzo de intentar escapar, no estaba seguro cuantas horas llevaba ahí y menos en que momento Ryoichi tendría planeado dejarle ir, la falta de ventanas en la habitación hacia imposible que pudiera saber con certeza que hora era, ya había perdido la noción del tiempo. Todo lo que podía escucharse en la habitación eran los fuertes golpes y los quejidos del lobo, el sonido del aire siendo cortado con cada golpe del látigo y de vez en cuando el sonido del papel quemándose del cigarrillo que el alfa tenía en sus manos y mismo que usaba en ocasiones para quemar las heridas del lobo solo para satisfacer más
El viaje desde Phoenix a la base de la manada de Kiyan fue rápido, los lobos necesitaban llegar antes de que Ryoichi abandonará sus propias instalaciones y de esa forma poder tener un control del tiempo, considerando que Ryoichi podría volver, era preferible que no les encontrara, especialmente si lo que necesitaban en ese momento era buscar como detenerlo antes de que fuera demasiado tarde, y esperaban con todas sus fuerzas que no fuera demasiado tarde aún. Durante el viaje Kiyan no perdía ninguna oportunidad de estar cerca al delta, uno de sus brazos no dejaba su cintura en ningún momento y su mano libre no dejaba de jugar con la mano del chico, el cual sólo podía mantenerse en silencio, viendo lo que hacía, aún sin poder creerse que se encontraban así, juntos. Finalmente juntos, de algún modo se sentía como un sueño poder tener a Kiyan cerca suyo, poder sentir su aroma tan cerca, poder decir que era suyo, que era su alfa y le pertenecía solamente a él. Que su corazón era suyo únic
Los hombres de Ryoichi tenían todo listo, habían hackeado el sistema de seguridad de un importante mandatario del gobierno de Oryont, había logrado entrar a su computadora y encender una llamada con el. Por su parte tenían ya listo al miembro del consejo. Lucien estaba atado a una silla, aunque las ataduras no podían verse en la cámara, Ryoichi estaba a su lado, en su mano un arma apuntando en la espalda de lobo en caso de que intentará hacer algo que no debia. Todo listo para hablar en cuanto la llamada comenzará, -¿Qué demonios? ¿Qué le pasa a esta computadora? - Un hombre viejo y regordete apareció en una pantalla, gritando a la máquina que había comenzando una llamada sin que el la aceptará y sin poder terminarla -Señor alcalde, es un gusto verle. Le recomiendo que no pierda sus energías con eso, me temo que no será capaz de concluir esta llamada hasta que yo no desee que se termine - La voz de Ryoichi hizo que la atención del hombre fuera directo a la pantalla, sorprendiendose
Todo lo que rodeaba a los lobos en ese momento era el silencio, ninguno tenía nada que decir en ese momento, no encontraba nadie nada que decir. La señal en la computadora de Sakuma había terminado ya, quedándose con una simple pantalla negra y un aviso de "transmisión terminada". Lo que acababan de presenciar y que estaban seguros habían presenciado miles de humanos en todo el mundo y en Oryont era más de lo que podían imaginar. En ese momento sus planes podrían cambiar, entrar en la base de Ryoichi no era la prioridad ya, debían hacer todo lo posible por proteger la ciudad y a los lobos, a todos. Pero ninguno podía salir del estado de shock en el que se encontraban. Los minutos pasaron, Sakuma comenzó a teclear en la computadora, buscado todas las señales de noticias de Oryton, los cuales ya comenzaban a abarcar la noticia sobre la transmisión del alcalde y la bestia que lo había asesinado en directo. Cámaras de seguridad de las calles y reporteros mostraban imágenes de los humanos
El joven lobo se encontraba atado a una silla, sus manos y piernas atadas para evitar que escapara, aún si sus intenciones no eran esas, en un momento como ese no podían perder el tiempo yendo a buscar o confiando en alguien como ese lobo. Tenerlo atado era la mejor opción para ellos. Igualmente Kyu y Ryu se encontraban a cada lado de la silla, con las armas apuntando hacia el lobo, listas para disparar si hacia algo contra ellos o intentaba moverse siquiera intentando escapar. -Muy bien, empecemos con lo básico, ¿te parece? ¿Quién eres? - Kiyan estaba sentando frente al lobo, el arma en sus piernas, listas para disparar también pero más con la intención de amenazar al lobo. Y estaba funcionado, el chico se veía claramente asustado, su cola estaba entre sus piernas, asustado - ¿Qué estas haciendo aquí? Y más importante, ¿qué es esa cosa? -No me parece que mi nombre tenga algún tipo de relevancia en este momento. No ese el tipo de información que quieren obtener de mi - El lobo sonr