Las armas fueron cambiadas por mordidas y gruñidos, zarpazos y patadas, no servía de nada para los lobos usar un arma en ese momento, el aire estaba impregnado con fuertes feromonas, los alfas y betas que formaban parte de la manada de Kiyan desprendían feromonas para intentar intimidar a los deltas, pero estos no se mostraban mal por estas, no parecían afectados por ello, al contrario, parecía más que aquello sólo les impulsaba más a seguir peleando. Detener una pelea entre lobos era imposible, todos lo sabían, ningún lobo se detendría nunca por su cuenta, la muerte es la que los detendría. Peleaban hasta que alguno muriera, y ese era su objetivo. Ese era el objetivo de Kiyan, no iba a dejar a ninguno de esos lobos con vida, haría pagar al líder de Dark claw con la vida de todos sus lobos y no le importa en absoluto quien fuera, lo encontraría y lo asesinaría. El sonido de truenos azotando en la distancia anunció la lluvia que no se hizo esperar, para cualquiera que entrará en ese mo
Un par de días pasaron después de la batalla, se sentían como una tortura para el joven alfa que solo podía acariciar la mano del delta en cama, el sonido del electrocardiógrafo retumbaba con fuerza en sus oídos y en la habitación, todo estaba tan silencioso que ese sonido era una verdadera pesadilla. La habitación también estaba cargada con el aroma de las feromonas del alfa, un aroma mezclado entre preocupación y un intento de llevar algo familiar al delta en cama, botes vacíos de soda estaban en el suelo, lo único que había entrado en el sistema del alfa en esos días. No era la primera vez que se veía en esa situación, la muerte de sus padres había sido tan trágica para el, por supuesto no los había perdido a una edad infantil, sin embargo, el saber que su padre había sido asesinado y estuvo a la espera tortuosa de saber que final tendría el hombre. Cuando este finalmente murió el golpe para el joven y su madre fue enorme, enviando a la mujer directo a la locura y finalmente a su mu
El resto de la tarde paso tranquila, Shi comenzaba a recuperar fuerzas tras comer un poco, Kiyan por su parte también se unió a la comida, decidido a pasar el mayor tiempo posible con el joven delta después del miedo que había sentido apenas horas antes tras la posibilidad de perderle. La conversación que mantenían era bastante tranquila, Shi se veía mejor con el pasar del tiempo, el color había vuelto a su ya natural pálido rostro y su mirada se veía con un poco más de brillo, no se veía tan acabado como antes. Incluso a pesar de seguir con el pesar y el dolor de haber perdido a su amigo, aunque no le gustara admitirlo, el estar con Kiyan lograba distraerle un poco de todo lo que había pasado. De algún modo, saber que podía compartir esos momentos con el alfa después de tantos años de haber estado separados le daba algo de calma, le hacía sentir bien. Sin embargo, podía notar el ligero brillo preocupado en los ojos bicolor del alfa, algo que por supuesto despertaba su curiosidad, en e
El comienzo del viaje fue tranquilo, igual que la primera vez que ambos condujeron juntos la radio reproducía música suave, Kiyan antes de salir tomo el celular del chico y el suyo propio así que cada uno ponía una canción, después de todo el viaje sería muy largo así que debían ponerse cómodos para ese camino. Shi estaba acurrucado en el asiento, este acomodado para poder estar recostado, mirando hacia el techo de la camioneta, por su parte Kiyan seguía concentrado en el camino, era tan natural la forma en la que se encontraban, conversando y riendo con la música de fondo. Se veían como una pareja cualquiera haciendo un viaje simple y normal. Incluso ambos chicos se sentían de esa forma, a pesar de que las dudas seguían instaladas en el alfa, darse la oportunidad de disfrutar un momento como ese junto al contrario era sin duda algo bastante agradable. Era cierto que nunca había hecho algo así, nunca se había preocupado por el y por hacer algo que quisiera más allá de solo liderar la m
Un pitido constante era la señal de que era momento de despertar, pero el beta no tenia muchos ánimos de hacerlo, los últimos días su cuerpo había sido puesto al límite por los constantes “entrenamientos” como Ryoichi solía llamarlos, en el caso de Kion no era más que hacerlo pelear constantemente, cuando no peleaba y dejaban que su cuerpo empezara a curar por su cuenta se veía en la terrible situación de tener que soportar más inyecciones del suero. Poco a poco su cuerpo había comenzado a cambiar, entre cicatrices que no desaparecían de las heridas más graves hasta el color de sus ojos. Lo oscuro de su iris mezclándose con el resto de sus ojos, tomando una apariencia más misteriosa y aterradora para cualquiera que lo mirase. Aunque esto para Raz y Elza no resultaba atemorizante o algo de lo que deberían huir, al contrario, suponían que, aún con lo atemorizante que podía resultar esa mirada, el chico estaba completamente destrozado por su terrible destino. Raz se acerco a la cama, sen
El anochecer llegó sin demasiados problemas, Kion siguió con el entrenamiento del día, Raz y Elza haciendo el suyo por su parte. Cuando llegó el momento de ir a descansar el beta estaba agotado, cada musculo de su cuerpo gritaba de dolor, y aún así, no pasaba de tener un par de moretones y cortadas leves, lo más grave había sanado casi de inmediato. Igualmente esta vez se encargo de escuchar atento lo que los soldados dijeran, por su parte, Elza había hecho lo mismo, siendo la que obtuvo mayor información, aunque nada era lo suficientemente útil para ser enviado a Shi así que por el momento sólo podía enviar lo que sabía que era importante, avisarle que había espías dentro de las manadas y que tuviera cuidado, que se encargará de su manada y se moviera con cuidado dentro de Colmillo blanco. Por supuesto, también informarle que estaba bien y que no debía preocuparse demasiado por el, pero todo debía ser hecho con cuidado, por lo que mandaría el mensaje en un código secreto que sabía sol
La tormenta no espero demasiado, apenas le dio tiempo a Kiyan de poder llevar el auto a la gasolinera antes de que comenzará a llover, el fuerte ruido de la lluvia contra el auto, los truenos retumbando con fuerza hacían que el delta acurrucado en el asiento de estremeciera, el alfa acerco su mano a su cabello una vez estuvieron estacionados, una caricia con el fin de calmarlo y al mismo tiempo irlo despertando. -Shi, encanto. Llegamos, es hora de despertar- El delta frunció un poco la nariz, negando con la cabeza mientras se acurrucada un poco más, quejándose bajo, dando a entender que no estaba en sus planes despertar aún, se veía cómodo a pesar de sus quejidos por cada trueno nuevo que sonaba. El alfa suspiro, negando con la cabeza mientras le observaba - ¿Planeas que te lleve en brazos dentro? Será difícil pedir un habitación- Nuevamente recibió solo quejidos de parte del delta, sacándole una ligera risa. Se inclino para poder depositar un beso en sus labios, acariciando suavement
La mañana llegó con el canto de las aves, la tormenta había pasado, dejando sólo el frescor característico de algo tan fuerte y algunas gotas de agua que aún caían de las hojas de los árboles, la joven pareja descansaba aún en la cama, Kiyan sostenía en brazos al delta que suspiraba tranquilo, las pesadillas que solían perseguirle permitiéndole dormir con tranquilidad gracias a tener al alfa cerca. Por su parte, Kiyan ya había despertado, aunque no tenía ningún interés aún de levantarse, prefería esperar a que Shi despertará sólo antes de decidir comer algo y emprender su camino nuevamente. Aquello no tardo demasiado, al contrario, parecía que las caricias suaves en su cabello, las cuales tenían el objetivo de relajar al chico que dormitaba, había tenido un resultado distinto. Shi abrió sus ojos con cuidado, cruzando mirada con el alfa, el cual le sonrió en cuanto se percató de esos ojos adormilados, inclinándose para dejar un beso en sus labios y frente -Buenos días, me esta comenzan