Por muchos años los híbridos de lobo se habían encargado de mantener su existencia en secreto, una raza como ellos, con capacidades de curación más rápida que un humano, inmunes a las enfermedades comunes en humanos, más rápidos y fuertes por naturaleza y por supuesto, su capacidad de convertirse en un lobo era algo que debían mantener en completo secreto de una sociedad que se encargaría de asesinarlos al ser algo diferente y cuya existencia por supuesto no serían capaces de comprender. Por muchas generaciones se les enseñó que nunca se debían convertir frente a un humano, nunca debían hablar sobre lo que eran y debían vivir ocultando su identidad en todo momento. Por supuesto había algunos lobos a los cuales esto no les agradaba, lobos que se sentían superiores a los humanos y creían que merecían reinar en la tierra, que eran quienes debían gobernar y ser la raza dominante, después de todo no era una sorpresa que la población de híbridos iba en aumento sobre la de los humanos, así qu
El dulce aroma de tocino cocinándose inundó por completo el departamento, era algo delicioso para cualquiera que lo sintiera cerca, pero para él alfa un aroma más delicioso estaba cerca de él, ese dulce aroma a té chai tan cerca era más delicioso que cualquier otro aroma. Se removió un poco para tener más cerca de él de ese delicioso elixir, aunque sólo recibió como respuesta un quejido y un ligero golpe en el pecho, algo demasiado suave como para ser un golpe con la intención de lastimar. -Deja de moverte tanto, quiero dormir. No seas tan molesto por las mañanas-Escucho murmurar a Shi, el cual seguía con los ojos cerrados, dejando en claro sus intenciones de seguir durmiendo. Esta acción sólo hizo reír al alfa, el cual se levantó de la cama procurando hacer el menor ruido posible para no despertar más al delta, suponía que estaría lo bastante agotado como para querer despertar temprano. Era extrañamente divertida toda esa escena, el delta durmiendo tan tranquilo, un dulce aroma de co
En cuanto los humanos se alejaron de la zona, Kiyan y el resto de lobos entraron en el bar, nuevamente las feromonas cargadas de medio y terror estaban impregnadas en el aire como si fueran un aromatizante que se compró, pero lo que estaba frente a ellos era peor que la última masacre que los lobos de Colmillo blanco habían presenciado, esto era peor. Había lobos cuyos rostros se habían plasmado de terror y habían muerto con esa expresión en su rostro, marcas de garras encajadas en sus cuellos dejaban ver que no solo habían sido estrangulados, sino que también habían sufrido un terrible dolor por esas garras. Eso no era algo que un lobo en su forma animal pudiera hacer, aunque lo intentarán. Había botellas y vasos rotos en el suelo, como si hubieran sido lanzados en forma de defensa, buscando retener a lo que sea que les haya atacado en ese momento y que había sido en vano, si algo de eso hubiera herido al atacante, o atacantes, la sangre que pudo haber caído estaba mezclada con la de
La sede del Consejo de lobos era todo lo que un escritor de fantasía podría adorar, un lugar perdido dentro del bosque, tan alejado de la mano humana que era fácil para los lobos mantenerse ocultos y sentirse seguros, nada podía entrar, ningún lobo que no tuviera conocimiento de su ubicación sería capaz de entrar tampoco, sólo los líderes de las manadas tenían conocimiento de dónde estaba oculta. Por fuera la sede del Consejo no era más que una cueva cubierta por la maleza, camuflada de esa forma para evitar extraños husmeando, por años los lobos se encargaron de crear el camuflaje perfecto. Sin embargo, eso por supuesto era solo un disfraz, la camioneta que se movía sin medir la velocidad se adentró en la cueva, no era la primera vez que Kiyan entraba ahí así que el complicado laberinto de seguridad no era ningún problema para él. - ¿Seguro que es este el camino correcto? - Adalrik, quien se sujetaba con fuerza al asiento por la violenta forma en que Kiyan estaba conduciendo por el c
Tras haber dejado a sus compañeros Kiyan se adentró en la sede del consejo, conocía bien esos pasillos al derecho y al revés, no era la primera vez que estaba ahí y estaba seguro que no sería la última vez que lo haría, la posición que su padre había tenido le permitió que le dejaran la entrada a Kiyan cuando era más joven, para conocer al Consejo y conocer lo que debía hacer cuando el tomará el liderazgo, aunque claro, lo que nadie en el consejo esperaba era que Kiyan tuviera ideas muy diferentes a las que su padre poseía, entre ellas permitir que deltas y gammas formarán parte de Colmillo blanco o que, como en ese caso, llegará rompiendo los protocolos como si no existieran. Para el alfa algo como eso eran cosas que les detenían de lo importante, Kiyan prefería actuar antes y después pensar en todas las consecuencias. Se detuvo frente a unas puertas amplias de color dorado decorada con algunas ilustraciones de lobos y la palabra Lupus escrita por todo el marco varias veces. El alfa
Las horas pasaron, Kion parecía haber recuperado las suficientes fuerzas para que Fukuda le dejara irse, aunque ya era bastante tarde para que Kiyan y Adalrik volvieran a su manada por lo que Shi nuevamente ofreció que se quedarán con ellos, esta vez estaba dispuesto a sacarle a Kiyan la suficiente información para conocer su punto débil y poder usarlo a su favor, y también por supuesto deseaba que Kion cumpliera su parte del plan con Adalrik, desafortunadamente tendrían que dejar su plan inicial debido a la trampa en la que cayeron, pero tendrían ahora más tiempo para conseguir la información necesaria para atacarles donde más les doliera. Eso sería lo mejor de su venganza. Esta vez el viaje al departamento fue más tranquilo, Adalrik había decidido tomar el volante para evitar que Kiyan les metiera en un accidente de auto, en especial con lo molesto que aún parecía estar, aún a pesar de la charlan que habían mantenido en la sede del consejo no parecía haber sido suficiente para contr
El viaje fue más largo de lo que Shi esperaba, salir de la ciudad en mitad de la noche sin avisarle a nadie le causaba un poco de gracia, muchas veces se había imaginado escapando de la manda junto a Kiyan cuando eran más chicos, y ahora ahí estaban, viajando en silencio por el camino que les alejaba de la ajetreada ciudad con rumbo a lo desconocido, al menos para él. Kiyan se mostraba bastante seguro hacia donde se dirigían, seguía insistiendo en mantener su destino como un secreto, pero mientras más se acercaban más aumentaba la curiosidad de Shi. Adentrarse en el bosque en mitad de la noche le recordaba a todas las veces que Kiyan y el jugaron en las afueras de la manada a mitad de la noche, con sus padres asustados buscándolos porque terminaban durmiendo a orillas de un lago. Era perfecto. Y ese recuerdo le hizo suspirar. - ¿Estas bien? - La voz de Kiyan le sacó de sus recuerdos, no se había percatado que se había quedado en silencio mientras el alfa seguía hablando, sólo asintió
-Todo comenzó cuando tenía 17 años, me desterraron de mi manada y no tuve otra opción que vivir por mi cuenta. Había muchas cosas que no sabía hacer, no sabía sobrevivir por mi cuenta, pero lo intentaba- Mientras hablaba los recuerdos fueron llegando como si de una tormenta se tratase, inundando por completo sus pensamientos, las imágenes reproduciéndose en su cabeza como si fuera solo una película. La lluvia caía con fuerza haciendo difícil el correr, incluso para alguien como un lobo correr en mitad de una tormenta de esa magnitud era algo complicado, sus patas se resbalaban por el fango haciendo complicado que escapar fuera fácil. Sumado a eso el dejar un camino de sus huellas no le facilitaban las cosas. Debía encontrar un lugar donde esconderse de aquellos cazadores, tenía que hacerlo sí quería vivir. Un ruido fuerte retumbó en el silencio de la noche, un ligero ardor en una de sus patas traseras le dejó en claro que no se trataba de un trueno, los cazadores habían comenzado a di