Alex:
Greg estaba en peligro de muerte, pero Daniell sabía que el brujo y Claire harían buen trabajo, así no se molestó en ayudar. Solo se acercó a donde Alex, que estaba un poco más alejada que todos los demás, él sabía que ella había hecho algo especial y difícil sin decírselo a nadie.
— ¿Por qué lo has hecho? —Interrogó viendo a Mila, que estaba junto a su amigo.
—No he hecho nada —mintió ella, lo que a Daniell le sacó una sonrisa y ella repuso—. ¿Qué?
—Nada, me impresiona que no admitas que has mentido y además de que has hecho que esta noche fuera luna sangrienta.
—Nadie puede hacer eso.
—Uno de los guardianes de las Veintiocho Mansiones de Levana, sí.
Ella no le miraba, no quería admitir que hab&iacu
En un profundo lago de recuerdos aparecía una serie de imágenes que cambiaban de momentos, la sonrisa de una hermosa joven en una escuela y su amiga, cambiándose muchas veces a que la observaban de lejos y la salvaban de los peligros. Cada parte de ella pasaba una y otra vez, en especial sus ojos cafés y sus labios rosas. Un bosque y una pareja, ella temiendo, un joven apuesto rondándola como un depredador. Él era un ángel, con alas negras con ojos de igual color y después se fueron convirtiendo en espirales rojos, el sonido de alas desplegándose para emprender un largo vuelo, él se había mostrado a ella.Y se la llevó, después de eso me volví, estaba dentro de un enorme circulo que se asimilaba como el gran salón del palacio de la reina, pero en vez de ser flores extrañas; en el centro, había una especie de baptisterio pequeño, y todo se mezclaba con
Había estado dormida todo ese tiempo en el que recordé ese gran suceso, estaba en una cama blanda, con sábanas blancas, y al parecer alguien me había cambiado de ropa y esto me hacía sentir apenada. También había alguien despierto a mi lado, viéndome a los ojos profundamente, lo que me hizo sentir extraña.Daniell.—Buenos días —dijo acariciándome la mejilla.— ¿Dónde estamos? —Pedí saber incorporándome lentamente, él estaba sentado en la cama, con toda esa vestimenta de siempre, aunque llevaba ya una camisa blanca que lo hacía verse demasiado angelical.—En la casa de Cedric.— ¿Por qué no fuiste a tu casa? —Interrogué pasándome los dedos por entre mi cabello que caía en mi frente, el color azul aún estaba ahí, llegué a creer qu
—No te acerques. —Expuse, poniendo el Libro sobre mi regazo, aun siendo grande seguía estando pesado.—Descuida, no quiero tocarlo, solo... —dijo alzando sus manos.—Juré que no dejaría que ningún ángel caído bueno o malo pondría sus manos —le interrumpí.—Lo sé. Pero quiero decirte algo por si todo sale mal, ¿confías en mí? —Me preguntó sentándose a mí lado, viendo el libro.Asentí.—Lo que buscan no es el Libro de Enoc en su totalidad, sino lo que tiene en una de sus páginas: El Libro del ángel Raziel, los Misterios del Cielo.—Eso es lo mismo que dijo mi padre —dije observando, pasando mis dedos sobre el marco del libro, se veía tan antiguo ahora, la pasta era dura, los bordes fríos por el bronce, las líneas garabateadas en ella,
Cuando todos vitorearon a las palabras de Jack, nosotros no hicimos nada más que vernos uno al otro, sabiendo lo que quizás iba a pasar, pero saber lo que era realmente el que tenía a un lado de mí me hizo sentir lejana a él. Cuando tomó mi mano con la suya me hizo sentir ese cosquilleo y el latido rítmico-rápido de mi corazón que sentía desde la primera vez que lo vi, pero ¿Cuándo fue realmente me enamoré de él? No importa, esto que sentía podría sentirlo aun sabiendo que me había mentido.—Oh. Qué bello es ver esto, lo que no se ve a diario, especialmente si estás en el infierno; un Arcángel protege a la hija de un caído, oh, encantador, encantador. Pero me vas a disculpar, nena —dijo Jack con una voz suave a mí cuando me quitó a Uriel, soltándome; él no dijo nada más que decirme con
—Bien, oh. Hemos esperado tanto este momento… —dijo Jack aun con el libro en sus pálidas manos, buscando algo más en el Libro de los Misterios.Pude zafarme de las manos de la vampiresa y corrí a lado de Uriel, él estaba débil pero seguía de pie. Ellos no me detuvieron, simplemente Jack estaba poniendo el Libro del Ángel Raziel encima del de Enoc en el atril, justo como se pondría un dirigente de la orquesta sinfónica, y cuando estuve a lado de Uriel no podía llamarlo como era llamado verdaderamente, era como si me hubiera olvidado de cómo pronunciarlo o algo en lo que me impidiera llamarlo, así que simplemente tomé sus manos, que se estaban heladas, sus ojos azules me veían, aunque estaba palideciendo todo él seguía siendo lo más hermoso de este lugar.— ¿Estás bien? —Pregunté, vaya idiotez.&
No morí.¿O los muertos podrían seguir soñando los ojos de la persona que más amabas? No lo sabía, pero era lindo; ver a Josh junto con mamá, la abuela y el peludo Aris. Ellos estarían bien. Lo había logrado «Los he protegido, papá.» cerraba los ojos. Después, lo único que estaba en mi mente era Uriel con los ojos cerrados y el corazón sin latir, el haber sido mordida por Cadmie me debilitó tanto que hizo que no fuera capaz de hacer más por salvar al ángel que había intercedido por mi padre.Desperté con la sensación de Déjà Vu. Con la vista adaptándose a la claridad de la habitación. Greg se asomó en mi campo de visión, sus ojos me parecieron diferentes, había algo en ellos, justo ahora solo me importaba saber algo, intenté levantarme de la cama apoyándom
— ¿En serio tengo que usar un vestido?, solo es una cena y ya. —Refunfuñé viéndome al espejo-portal de mi habitación, también era Navidad.El vestido que Caila, es decir, Claire me había regalado como un regalo de cumpleaños dieciocho era hermoso, uno rojo y largo con los tirantes en encaje de cintura alta que hacía que mis curvas se vieran poco pronunciadas y con escote en corazón adornada de piedrecitas y debajo de ellas mis botas negras con agujetas que Bella me había regalado en la mañana.—Es justo y necesario. —Respondió mamá arreglándome el cabello, que estaba en ondas pero como era lacio eso se desharía más tarde, extrañaba tenerlo largo y no crecía tan rápido como deseaba aunque había sido por buena causa cortarlo, para no ir al abismo con Akibeel hacía más de un mes.Aun
Algunos años atrás.El aire nocturno era anormal en aquella zona del embarcadero, pero el hombre que caminaba por el callejón no le inhibía de sus deberes. El viento agitaba su oscura cabellera, sus ojos verdes que recordaba al de una pantera en plena cacería solo miraba al frente con las manos metidas en los bolsillos de su cazadora. Y pensaba, pensaba en muchas cosas y contrariedades eran los que se asomaban, tenía que aclarar las cosas que rondaban por su obnubilada mente, y quería volver, estar con ella siempre. Pero tenía una misión que cumplir. Algo sumamente valioso para la vida humana.Más que su propia vida.Viento helado se hizo presente en conjunto con una densa neblina, un ruido de botes de basura en la esquina hizo pensar al hombre que se trataba de gatos o perros. Sin embargo, se repitió el mismo ruido al otro lado.Alguien lo seguía. De eso est