—No te acerques. —Expuse, poniendo el Libro sobre mi regazo, aun siendo grande seguía estando pesado.
—Descuida, no quiero tocarlo, solo... —dijo alzando sus manos.
—Juré que no dejaría que ningún ángel caído bueno o malo pondría sus manos —le interrumpí.
—Lo sé. Pero quiero decirte algo por si todo sale mal, ¿confías en mí? —Me preguntó sentándose a mí lado, viendo el libro.
Asentí.
—Lo que buscan no es el Libro de Enoc en su totalidad, sino lo que tiene en una de sus páginas: El Libro del ángel Raziel, los Misterios del Cielo.
—Eso es lo mismo que dijo mi padre —dije observando, pasando mis dedos sobre el marco del libro, se veía tan antiguo ahora, la pasta era dura, los bordes fríos por el bronce, las líneas garabateadas en ella,
Cuando todos vitorearon a las palabras de Jack, nosotros no hicimos nada más que vernos uno al otro, sabiendo lo que quizás iba a pasar, pero saber lo que era realmente el que tenía a un lado de mí me hizo sentir lejana a él. Cuando tomó mi mano con la suya me hizo sentir ese cosquilleo y el latido rítmico-rápido de mi corazón que sentía desde la primera vez que lo vi, pero ¿Cuándo fue realmente me enamoré de él? No importa, esto que sentía podría sentirlo aun sabiendo que me había mentido.—Oh. Qué bello es ver esto, lo que no se ve a diario, especialmente si estás en el infierno; un Arcángel protege a la hija de un caído, oh, encantador, encantador. Pero me vas a disculpar, nena —dijo Jack con una voz suave a mí cuando me quitó a Uriel, soltándome; él no dijo nada más que decirme con
—Bien, oh. Hemos esperado tanto este momento… —dijo Jack aun con el libro en sus pálidas manos, buscando algo más en el Libro de los Misterios.Pude zafarme de las manos de la vampiresa y corrí a lado de Uriel, él estaba débil pero seguía de pie. Ellos no me detuvieron, simplemente Jack estaba poniendo el Libro del Ángel Raziel encima del de Enoc en el atril, justo como se pondría un dirigente de la orquesta sinfónica, y cuando estuve a lado de Uriel no podía llamarlo como era llamado verdaderamente, era como si me hubiera olvidado de cómo pronunciarlo o algo en lo que me impidiera llamarlo, así que simplemente tomé sus manos, que se estaban heladas, sus ojos azules me veían, aunque estaba palideciendo todo él seguía siendo lo más hermoso de este lugar.— ¿Estás bien? —Pregunté, vaya idiotez.&
No morí.¿O los muertos podrían seguir soñando los ojos de la persona que más amabas? No lo sabía, pero era lindo; ver a Josh junto con mamá, la abuela y el peludo Aris. Ellos estarían bien. Lo había logrado «Los he protegido, papá.» cerraba los ojos. Después, lo único que estaba en mi mente era Uriel con los ojos cerrados y el corazón sin latir, el haber sido mordida por Cadmie me debilitó tanto que hizo que no fuera capaz de hacer más por salvar al ángel que había intercedido por mi padre.Desperté con la sensación de Déjà Vu. Con la vista adaptándose a la claridad de la habitación. Greg se asomó en mi campo de visión, sus ojos me parecieron diferentes, había algo en ellos, justo ahora solo me importaba saber algo, intenté levantarme de la cama apoyándom
— ¿En serio tengo que usar un vestido?, solo es una cena y ya. —Refunfuñé viéndome al espejo-portal de mi habitación, también era Navidad.El vestido que Caila, es decir, Claire me había regalado como un regalo de cumpleaños dieciocho era hermoso, uno rojo y largo con los tirantes en encaje de cintura alta que hacía que mis curvas se vieran poco pronunciadas y con escote en corazón adornada de piedrecitas y debajo de ellas mis botas negras con agujetas que Bella me había regalado en la mañana.—Es justo y necesario. —Respondió mamá arreglándome el cabello, que estaba en ondas pero como era lacio eso se desharía más tarde, extrañaba tenerlo largo y no crecía tan rápido como deseaba aunque había sido por buena causa cortarlo, para no ir al abismo con Akibeel hacía más de un mes.Aun
Algunos años atrás.El aire nocturno era anormal en aquella zona del embarcadero, pero el hombre que caminaba por el callejón no le inhibía de sus deberes. El viento agitaba su oscura cabellera, sus ojos verdes que recordaba al de una pantera en plena cacería solo miraba al frente con las manos metidas en los bolsillos de su cazadora. Y pensaba, pensaba en muchas cosas y contrariedades eran los que se asomaban, tenía que aclarar las cosas que rondaban por su obnubilada mente, y quería volver, estar con ella siempre. Pero tenía una misión que cumplir. Algo sumamente valioso para la vida humana.Más que su propia vida.Viento helado se hizo presente en conjunto con una densa neblina, un ruido de botes de basura en la esquina hizo pensar al hombre que se trataba de gatos o perros. Sin embargo, se repitió el mismo ruido al otro lado.Alguien lo seguía. De eso est
Corriendo sin aliento. Y no era por hacer ejercicio o ganar una maratón de 15 kilómetros, empero, estaba corriendo.Amaba correr, pero ¡Dios! Estaba quedándome sin aliento y no era por una alucinación por haber consumido algo, además, no había consumido ese algo desde hacía meses. Estaba tan desesperada y cansada que al gritar no emití ningún sonido, de todos modos nadie, ni siquiera el viento me oiría, deseaba que alguien corriera para ayudarme. No sabía ni tenía idea de lo que huía, solo que era algo con lo que nadie quisiera toparse.Era una noche a pleno inicio de agosto, llovía como jamás había visto nunca, mi cabello caía pesadamente sobre mi espalda, en ese momento deseé no tenerlo tan largo. Mi rostro era un completo poema dramático. No sentía mis manos y mucho menos mis dedos que temblaban
Es sorprendente como pueden cambiar las cosas, la luz era intensa y estaba sola. No había nadie, pensé en mamá y en Josh. «Si hubiera sabido que hoy moría probablemente le habría pedido al menos una disculpa a mamá… ¿Cómo fue que vine a parar aquí? Hoy estaba en casa de Polly… regresaba a casa y… ¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí!» todo era de un blanco cegador, en la nada ¿en serio había muerto? Lo que más me asustaba era no ver nada, no sabía si soñaba o era una transición. « ¿Estoy muerta?» esa fue la pregunta que temía que alguien me la respondiera, pero no hubo nadie.Sentí algo, como un destello a través de mis parpados, después la blancura desapareció y solo quedaba la negrura y una voz lejana que me decía:—Despierta…
Después de varias caídas, a Aaron le pareció correcto cargarme aunque protestara, y aunque tenía razón y mi testarudez estaba al borde, el cansancio físico había vencido a la esperanza de conservar mi orgullo. Ya me había hecho la valiente al ver la herida que tanto me dolía y noté que no solo era un rasguño, eran cuatro largos y profundos cortes. Parecían hechos por filosas navajas. Mi jean estaba todo andrajoso, tieso por la sangre, por el lodo y rotos por las garras de aquel monstruo y esto era prueba de que no me había imaginado nada.Mientras iba en los brazos de Aaron, me preguntaba ¿Qué eran esas criaturas? ¿Cómo se llamaban? Porque a decir verdad, no había leído nada con la descripción de ellos. «Aunque tuviesen nombre no me lo hubieran dicho, si hubieran tenido la oportunidad de devorarme lo habrían hecho antes de re