— ¿En serio tengo que usar un vestido?, solo es una cena y ya. —Refunfuñé viéndome al espejo-portal de mi habitación, también era Navidad.
El vestido que Caila, es decir, Claire me había regalado como un regalo de cumpleaños dieciocho era hermoso, uno rojo y largo con los tirantes en encaje de cintura alta que hacía que mis curvas se vieran poco pronunciadas y con escote en corazón adornada de piedrecitas y debajo de ellas mis botas negras con agujetas que Bella me había regalado en la mañana.
—Es justo y necesario. —Respondió mamá arreglándome el cabello, que estaba en ondas pero como era lacio eso se desharía más tarde, extrañaba tenerlo largo y no crecía tan rápido como deseaba aunque había sido por buena causa cortarlo, para no ir al abismo con Akibeel hacía más de un mes.
Aun
Algunos años atrás.El aire nocturno era anormal en aquella zona del embarcadero, pero el hombre que caminaba por el callejón no le inhibía de sus deberes. El viento agitaba su oscura cabellera, sus ojos verdes que recordaba al de una pantera en plena cacería solo miraba al frente con las manos metidas en los bolsillos de su cazadora. Y pensaba, pensaba en muchas cosas y contrariedades eran los que se asomaban, tenía que aclarar las cosas que rondaban por su obnubilada mente, y quería volver, estar con ella siempre. Pero tenía una misión que cumplir. Algo sumamente valioso para la vida humana.Más que su propia vida.Viento helado se hizo presente en conjunto con una densa neblina, un ruido de botes de basura en la esquina hizo pensar al hombre que se trataba de gatos o perros. Sin embargo, se repitió el mismo ruido al otro lado.Alguien lo seguía. De eso est
Corriendo sin aliento. Y no era por hacer ejercicio o ganar una maratón de 15 kilómetros, empero, estaba corriendo.Amaba correr, pero ¡Dios! Estaba quedándome sin aliento y no era por una alucinación por haber consumido algo, además, no había consumido ese algo desde hacía meses. Estaba tan desesperada y cansada que al gritar no emití ningún sonido, de todos modos nadie, ni siquiera el viento me oiría, deseaba que alguien corriera para ayudarme. No sabía ni tenía idea de lo que huía, solo que era algo con lo que nadie quisiera toparse.Era una noche a pleno inicio de agosto, llovía como jamás había visto nunca, mi cabello caía pesadamente sobre mi espalda, en ese momento deseé no tenerlo tan largo. Mi rostro era un completo poema dramático. No sentía mis manos y mucho menos mis dedos que temblaban
Es sorprendente como pueden cambiar las cosas, la luz era intensa y estaba sola. No había nadie, pensé en mamá y en Josh. «Si hubiera sabido que hoy moría probablemente le habría pedido al menos una disculpa a mamá… ¿Cómo fue que vine a parar aquí? Hoy estaba en casa de Polly… regresaba a casa y… ¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí!» todo era de un blanco cegador, en la nada ¿en serio había muerto? Lo que más me asustaba era no ver nada, no sabía si soñaba o era una transición. « ¿Estoy muerta?» esa fue la pregunta que temía que alguien me la respondiera, pero no hubo nadie.Sentí algo, como un destello a través de mis parpados, después la blancura desapareció y solo quedaba la negrura y una voz lejana que me decía:—Despierta…
Después de varias caídas, a Aaron le pareció correcto cargarme aunque protestara, y aunque tenía razón y mi testarudez estaba al borde, el cansancio físico había vencido a la esperanza de conservar mi orgullo. Ya me había hecho la valiente al ver la herida que tanto me dolía y noté que no solo era un rasguño, eran cuatro largos y profundos cortes. Parecían hechos por filosas navajas. Mi jean estaba todo andrajoso, tieso por la sangre, por el lodo y rotos por las garras de aquel monstruo y esto era prueba de que no me había imaginado nada.Mientras iba en los brazos de Aaron, me preguntaba ¿Qué eran esas criaturas? ¿Cómo se llamaban? Porque a decir verdad, no había leído nada con la descripción de ellos. «Aunque tuviesen nombre no me lo hubieran dicho, si hubieran tenido la oportunidad de devorarme lo habrían hecho antes de re
Mamá fue la que se encargó de suturarme las heridas, me preguntó qué animal había sido y yo solo respondí que había sido uno grande. No podía describirlo, ni siquiera el ataque, nadie me creería, mucho menos ella. Siempre daba créditos a los otros antes que a mí. Ella decía que el tiempo que llevaba trabajando en el hospital no había visto heridas semejantes provocadas por un animal, dejé de poner atención cuando se me vino a la cabeza todo lo que había pasado. No podía ser real, sin embargo, aquí estaba la prueba, las cicatrices que me dejaría. Los puntos que mamá iba dejando.«Que no piense ni un solo instante en decir que soy una suicida» me dije, pues en algunas ocasiones ella pensaba que podría hacerme daño cuando pensaba en muchas cosas, que si tuviera una navaja filosa en mano no lo pensaría dos vec
Algo me estrujaba la garganta en mis sueños, por lo que al parecer balbuceaba.—Mila…, Mila, querida, despierta —alguien estaba susurrándome.Era la voz de la abuela dándome una leve sacudida en el hombro, y poco a poco fui despertando, ella había descorrido las cortinas blancas, el sol comenzaba a alzarse por las colinas, la abuela se encontraba sentada a un lado de la cama, en mi mesita de noche yacía otra bandeja con un vaso de agua, una taza de té humeante y medicamentos que debía de tomar.Iuggh.—Buenos días —saludé incorporándome.—Oh, buenos días, no quería despertarte, pero debes tomar los medicamentos que dijo Mabel, ella se acaba de ir y Josh se está dando un baño, le expliqué que por hoy no podrás ir a la librería con él.—No —la interrumpí&m
Si esto no es drama, entonces díganme ¿Qué es? ¿Alguien podría decirme que estaba haciendo en un lugar como éste? Era por supuesto extraño. Y el vestido. No recordaba haberme puesto un vestido; con volantes y encajes que ceñían mi cintura y caían en cascadas por mi cadera. Era uno extraño y hermoso, como que me gustaba lo singular. Mis hombros estaban al descubierto y tenía el cabello suelto que ondeaba por mi espalda y estaba recogido a la mitad por una peineta. Mis hombros hacían verme flacucha ya que hacían resaltar mis clavículas. Pero mi delgadez no era lo importante, estaba descalza y las hojas estaban húmedas y frías bajo las plantas de mis pies.Todo había comenzado al salir de la casa de Joane, era su cumpleaños número dieciocho y lo celebró a lo grande, pero el bullicio que había adentro era insoportable que hab&ia
Me había dormido de nuevo y eso solo había sido un sueño o una pesadilla.—Estas muy pálida ¿Te sientes mal?—Oh no, joder, me quedé dormida. Lo siento —musité bostezando y observando el colegio que estaba igual, con esos árboles intactos.— ¿Te disculpas por dormir? Yo lo hago todo el tiempo y no me disculpo. Me di cuenta. Y creo que estabas soñando ¿o era una pesadilla? Gritabas “Greg, Greg…”.—Eso creo, no sé porque estoy soñando con esas cosas…— ¿Hablas de los monstruos? ¿O de mí? —Me interrumpió.—De los monstruos. Hoy sentí que perdía a Josh, es extraño.—Creo que es un trauma o algo así, deberías ir con la psicóloga.—No estoy loca —dije de inmediato.Hubo un tiemp