2

Capítulo 02

Kira Douglas

Quizás aún estoy algo aturdida por lo que sucedió con Zac o solo es mi imaginación que me está jugando una muy mala pasada. Me froto mis ojos para poder entender que es lo que está sucediendo. Mamá sigue  a mi lado con Jack escondido entre sus piernas, mientras que mi padre se desangra.

¡Esto es una pesadilla! Una tan horrible que me está carcomiendo el alma, doy un paso hacia adelante, porque en primera instancia ni siquiera sabía que mi papá era un apostador en potencia ni mucho menos sé quien es ese hombre llamado «Tiger»

—¿Qué quiere decir esto? —mamá me mira de una forma acusadora, es como su mis palabras podrían ofender a alguien. Sujeto de la mano a mi pequeño hermano para cuidarlo de sea lo que sea que vaya a suceder.

—Debes estar agradecida que no los matamos a todos, has contado con la suerte que el señor Tiger te quiera en su casa.—le veo sacar un cigarrillo del bolsillo derecho de su pantalón trayéndose consigo una mechera para prenderlo. El hombre vestido de traje elegante cala un poco exhalando el humo en mi rostro en señal de superioridad.

Niego—¡No tengo por qué ir a ningún lado! Hay otros medios de pago, yo podría seguir trabajando en donde lo hago y si su jefe me da dos meses, le podría pagar todo lo que mi papá les debe.

Ambos sueltan a reír a carcajadas.

Mamá interfiere—Mi hija tiene razón, nosotros podemos… —pego un grito cuando uno de los matones golpea con fuerza a mi madre en el rostro. Le digo a Jack que suba a su cuarto y no salga hasta que yo misma vaya por él. Le toco la cara ensangrentada a mi madre y los miro con odio, porque no puedo creer que le hagan esto a una familia que no tiene nada que ver con la mafia.

—¡Hijos de puta!—suelto con todo el rencor posible. El hombre mayor toma del cabello a mi padre y lo estrella contra el suelo. El charco de sangre en el piso es enorme. Me arrastro hasta él para auxiliarlo. Sus ojos están cerrados y su respiración casi no se siente. Mi papá se está muriendo.

Los matones arrastran el cuerpo de mi padre hasta la entrada de mi hogar, mamá grita con todas sus fuerzas y los vecinos en la calle no son capaces de hacer o decir algo. Es como si todo el mundo supiese quien es Tiger Ford menos yo. Los observo detenerse, quizás sólo querían darnos un susto y a la final se han apiadado de nosotros, o solo quizás quieren que veamos como muere el hombre que me dio la vida.

—Sí quieres a tu papá de vuelta, vez a la mansión en medio del bosque de Green Town mañana a primera hora. Si no lo haces, da a tu papá por muerto.

Ellos se marchan y la desesperación se apodera de mi cuerpo. Abrazo a mamá con todas mis fuerzas.

Mi hermano esta dormido y solo le hemos dicho que todo se ha tratado de una broma para papá. Mi madre está desecha, he ido hasta la cocina para traerle un poco de té y así poder calmar sus nervios. Sé que llamar a la policía sería un caso perdido ya que la mafia en esta ciudad tiene más poder que los políticos del país.

Me desplomo sobre el sofá, apoyo mis manos sobre mis rodillas y hundo mi cara en las palmas de mis manos. Yo haría cualquier cosa por mi familia, tanto que estoy decidida a servirle a ese señor si eso salva la vida de mi padre. Percibo los ojos de mamá puestos sobre mí.

—¿Qué vamos a hacer, Kira? —sorbo mi nariz con un pañuelo, no sé qué vaya a suceder con todo esto. No sé si terminaremos peor que ahora, pero mi papá necesita de mí y él siempre ha estado cuando más lo he necesitado y es por eso que no lo puedo dejar solo.

—Voy a irme con él… —ella empieza a llorar de nuevo, pero creo que es la mejor solución a todo esto. Mi prima Kerem entra por la puerta principal y corro hasta ella para tumbarme sobre sus brazos. Su olor a cerezas llena mis fosas nasales y claro que tengo miedo, pero la familia siempre debe ser primero.

—¿Dónde está el tío Dereck? —pregunta y no quiero ni imaginar lo que él debe estar sintiendo en este momento.—¿Él está…? —abro los ojos y niego.—Me he enterado por un vecino cuando venía para acá ¿Qué piensan a hacer?

—Darles lo que quieren…

(***)

Guardo algunas cosas en un pequeño bolso que tengo desde hace un par de años, me hago una coleta alta aunque mi cabello no me da tregua para hacerme algo más. El vaquero que llevo puesto está más desgastado que mi propia existencia y ni hablar de la camiseta que uso desde el verano pasado.

Mamá está en la entrada de mi habitación, sé que todo esto nos duele a ambas, pero quizás si llego a un acuerdo con Tiger pueda volver a casa y buscar otra manera para pagar la deuda millonaria que tenemos con él.

Abrazo a mi madre porque estoy segura de que pronto volveré con ella, porque sé y algo dentro de mi corazón me dice que volveremos a ser la familia feliz que éramos antes de Tiger Ford. El llanto se hace presente y no era para menos, ella es una mamá que tiene miedo de perder a un hijo y yo soy una hija que tiene miedo de perder a sus padres.

—¿Estarás bien, monita? —niego, porque no lo estaré. No sé qué me depara el futuro pero lucharé con todas mis fuerzas para volver pronto. Antes de salir corro hasta el estante al lado de mi cama para llevarme un pedazo de mi vida junto conmigo, mi libro favorito Romeo y Julieta.

Manejo mi bicicleta lo mas rápido que puedo, el cielo se vuelve oscuro quizás porque los dioses se han dado cuenta de mi tristeza. El agua comienza a caer tapando consigo las lágrimas que caen de mis ojos. Veo a las personas correr hacia sus hogares mientras que yo debo alejarme del mío.

Mamá intentó convencerme para que no me fuera, que debía haber otras soluciones pero yo no puedo poner la vida de papá en peligro. Mis piernas empiezan a arderme por todo el camino que he recorrido. Me duele tanto que Zac no hay sido lo que pensé y creo que me odio en cierta manera por no haberme dando cuenta a tiempo de sus verdaderas intenciones.

Me detengo porque el bosque ha quedo sin camino, tomo mi bicicleta y empiezo a caminar con la lluvia densa. El frío comienza a hacer estragos y si no llego lo mas rápido posible podrían morir de hipotermia. A lo lejos logro ver algunas luces y sé que por fin he encontrado la mansión en donde mi vida cambiará a partir de este instante.

Un hombre mayor con apariencia tétrica me invita a pasar, me instalo en la entrada de la propiedad y entierro mi cabeza al escuchar las gotas de agua escurrirse entre mis ropas y mojar el suelo pulcro de este lugar. Una mujer que al parecer es empleada del sitio me sonríe dejándome una toalla enorme de algodón para que me seque.

—El señor está trabajando, pero me ha pedido de que le haga pasar… —aprieto mi bolso. Los nervios se apoderan de mi cuerpo y las ganas de vomitar se hacen presentes. Le sigo y brinco al escuchar la voz desgarradora de una persona al parecer que esta siendo torturada. El mayordomo camina como si nada; quizás está acostumbrado a este tipo de cosas. La mansión tiene un estilo gótico y tenebrosos. Puedo sentir como el aura de este lugar está impregnado de muerte, llanto y lamento.

Alguien me empuja hacia una habitación, un hombre de cabello rubio y ojos enormes verdes me observa con el ceño fruncido. Tiene un cuchillo en una de sus manos y la sangre me ha bajado hasta los pies a tal punto que creo que me voy a desmallar. Antes de esto creía que era la mujer más aguerrida del mundo, pero veo que en realidad no lo soy.

—¿Y este corderito de donde ha salido? —su acento ruso capta mi atención, le veo dar algunos pasos hasta mi posición logrando que me eche hacia atrás y golpee mi cabeza contra la pared—¿Qué edad tienes? ¿Desde cuando somos niñeros, joder?

Al fondo en medio de la penumbra veo a un tipo enorme amarrar las manos de su víctima. Quiero hacerme la valiente y que no logren ver mi miedo, pero se me está haciendo casi imposible mantenerme en pie.

—Mi edad no le interesa, señor, estoy aquí para acordar el pago de una deuda… —el hombre con ojos verdes sonríe de manera ladina. Observo cómo el asesino del fondo se levanta del suelo dejándome ver su enorme y ancha espalda. Arrugo la frente cuando dentro de mí algo me dice que ya le había visto en otro lugar.

El rubio sujeta mis mejillas apretándolas con fuerza.

—Suelta a la chica, Gabriel, ya te he dicho que odio que toquen lo que es mío… —la voz grave del hombre misterioso me hace dar un brinco. El ruso me fulmina con la mirada soltándome con tanta brusquedad que caigo sentada sobre el suelo.

La iluminación no es muy buena, así que me es imposible ver al tipo que ha metido a mi padre en todo esto.

—Vengo para… —me callo al escucharlo chistar.

—Nadie te ha dicho que puedes hablar… —espeta aquel asesino notoriamente molesto; Gabriel juega con el filo del cuchillo que sostiene entre sus dedos y su mirada amenazadora me dice que cualquier equivocación que cometa no dudará en enterarme el arma en cualquier parte de mi cuerpo—Tú papá está en algunas de las cientos de habitaciones de esta mansión, no será fácil para ti encontrarlo y menos con el tiempo que le queda de vida.

Me arrodillo a unos pasos de él—¿Qué quiere decir con eso?—llevo las manos hacia mi boca cuando por fin puedo ver su apariencia. La zona de su ojo derecho tiene una máscara de color negro tal vez ocultando su horroroso rostro. Estoy estática y no puedo moverme, espabilo in par de veces. Las palabras no quieren salir de mi boca. El hombre se gira para volver a ocultarse y puedo jurar que sus expresiones son de vergüenza y dolor.

—¡Llévatela!—Gabriel no hace nada—¡¡Llévatela, m*****a sea!!—el ruso toma mi mano y me arrastra lejos de allí. Los empleados empiezan a verme con lástima y no sé en dónde he terminado metida. Le veo abrir la puerta de una enorme uhabitación y corro cuando observo a papá tirado en el suelo y con sus ropas ensangrentadas.

Lo abrazo con fuerza, tiene golpes en casi todo su cuerpo y uno de sus ojos está morado e hinchado. Coloco su cabeza sobre mis piernas, él intenta mirarme pero no puede hacerlo.

—¿K.. KIRA? —lo soy papi, aquí esta tu hija…

La puerta se abre y mi corazón bombea con fuerza al ver a Tiger, el traje negro de dos piezas italiano está vuelto un desastre. Su cabello negro está peinado a la perfección hacia atrás, sus ojos me miran con odio, pero aparto la mirada porque no soy capaz de seguir viéndolo.

—¿Te doy tanto asco que no eres capaz de mirarme? —su voz varonil eriza mi piel.

—Eres un monstruo—inquiero entre dientes, giro mi cabeza hacia él y lo veo con odio.

Él aprieta los puños de sus manos—Este monstruo tiene el control de la vida de toda tu familia… ¿Aceptaras mi término para perdonarlos? —una corriente eléctrica pasa por todo mi cuerpo.

—¿Qué es lo que quieres realmente?

—A ti, deseo que te quedes en la mansión los fines de semana, sin excusas, sin faltas… Deseo que me sirvas de manera fiel.

—¿A qué precio?

—Por la vida de los tuyos. Podrás continuar con tus cosas, pero no podrás tener citas, ni salir con nadie además deberás conservar tu virginidad.—¡¿Qué demonios?! —Te pagaré por cada día que estés a mi lado y ayudaré con los gastos de tu casa si es necesario para que siempre vuelvas a tiempo.

—¿Por qué?

—Porque quiero y puedo hacerlo.

—¿Qué pasará con papá?

—Les perdonaré la vida apenas que aceptes y podrán irse de aquí… Pero Kira, si haces algo que no me gusta no me va a temblar la mano para causarte daño…

—¿Por qué yo? —sonríe con arrogancia.

—Acepta de una buena vez… —hasta ahora me doy cuenta que en una de sus manos lleva un revolver. Si digo que no, nos va a matar.

—Acepto… Tiger… Acepto… —escupo por fin.

¡He hecho un pacto con el mismo Lucifer!

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP