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Capítulo 03

Kira Douglas

Papá ha estado tres días completo en UCI, mamá dice que hay al menos una posibilidad de que él salga con vida de esto. Doblo la ropa de mi hermano pequeño mientras lo veo comer algo de fruta y leche. Hoy en la noche debo alistar mis cosas para mañana a primera hora irme a la mansión Ford a pagar la deuda de mi familia con ellos.

No sé en qué instante mi vida ha cambiado tanto, Kerem me hizo compañía todo este tiempo, pero creo que debo ser fuerte y valiente para poder continuar con mi vida y la vida de las personas que amo. Aprieto el diminuto suéter de Jack porque me siento tan frustrada y diminuta delante de un hombre como Tiger Ford.

Mi estómago se revuelve con solo recordar su horripilante rostro, algo tuvo que haber hecho para que alguien lo marcara de esa forma para toda la vida. Ese sujeto es un monstruo, una bestia sin corazón que no se tienta ante nadie. Verlo como con sus propias manos le arrebataba la vida a su víctima me hizo entender que debo de tener mucho cuidado con ese asesino.

—Ya he llegado… —mis ojos se iluminan al escuchar la voz de mi tía Dalia, ella es quien me va a estar ayudando con el cuidado de mi hermanito ahora que debo asumir las riendas de esta casa. Mamá tiene la cabeza demasiado grande por la salud de papá  y llevar la carga no es tarea fácil para ella, pero debo hacerlo por todos si quiero mantener a mi familia con vida.

—No sabes lo feliz que me pone que estés aquí.—Y era tan cierto. Dalia es la hermana mayor de mi madre, siempre ha sido la segunda mujer más importante de mi vida y sé que al igual que yo, daría cualquier cosa por los suyos. Me fundo con ella en un cálido y largo abrazo. Sería mentir si dijera que no tengo miedo, porque en realidad y siendo completamente honesta lo tengo. Algunos vecinos chismosos me han advertido sobre la vida criminal de aquel hombre que me colocó en esta encrucijada, pero no puedo hacer nada contra eso, mi sangre está primero.

—¿Cuánto tiempo estarás con él? —sorbo mi nariz al recordar que prácticamente ya no me pertenezco a mi misma, si no más bien ahora soy propiedad de un asesino. Uno que podría hacer con mi vida lo que se le venga en gana.

Me separo de ella y me giro para no verle la cara—Dos días y si es fin de semana tiene festivo, serían tres… Esto será hasta que él decida que es suficiente y no sé qué voy a hacer si para ese monstruo nunca lo es y terminé sirviéndole toda mi vida.

Mi tía vuelve a abrázame y me es imposible quebrarme delante de ella, prácticamente estoy dejando mis sueños, mi vida, mis amigos y tener la posibilidad de amar y ser amada a un lado.

—¿Él te va a…?—me congelo porque sé a qué se refiere. Doy un paso lejos de ella y niego tratando de convencerme de que algo así jamás pasará. Tiger es un asesino despiadado que no le interesa que piensen o sientan las demás personas. Dalia me ayuda a terminar los quehaceres del hogar y no puedo dejar de sentirme vacía al saber que ya no soy la chica libre que era hasta hace unos días.

Bajo por las escaleras corriendo al escuchar como tocan de manera insistente la puerta de mi casa. Me encuentro con los ojos claros de Zac y cuando intento tirarle la puerta en la cara para así hacer que este tipejo se marche, mete su mano izquierda para que no lo haga.

—Llamaré a la policía—espeto a la primera—, mi tía está en el segundo piso y con un solo grito la tendré aquí dándote una madriza—la vecina chismosa de al frente barre su terraza sin disimular por un instante que nos tiene vigilados.—¿Qué haces aquí, Zac?—le pregunto.

Antes vivía pensando que el amor que sentía por el hombre que tengo al frente no podría compararse con nada. En algunas ocasiones, Kerem me decía que lo que sentía por él se podría ir tan rápido como el viento de invierno, pero me reía en su cara al defender de una manera algo irreal el amor que sentía por este pedazo de escoria.

—He venido a disculparme contigo por lo de la otra noche, la verdad estaba con algunos tragos encima y… —me cruzo de brazos y no quiero seguir escuchándole. Nada justifica la manera en cómo se comportó conmigo. Parpadeo al observarlo sacar un ramo de rosas rojas que guardaba detrás de su cuerpo—¿Podrías darme una nueva oportunidad?—esto es un chiste.

¡¿Soy la madre Teresa de Calcuta, acaso?!

Los vellos de mi piel se erizan al ver una camioneta enorme y lujosa parquearse al otro lado de la cera. Un tipo vestido de negro baja el vidrio y me hace una seña con la mano para darme a entender se que son matones que ha enviado Tiger. Mi barbilla tiembla mientras que doy un paso hacia atrás asustada.

No era posta cuando este lunático me dijo que no podía tener amistades con nadie y mucho menos tener citas. Tiro el ramo de flores al suelo al verlos salir del coche.

—No… —Zac borra la sonrisa—No puedo darte una oportunidad y te agradezco que te vayas de mi casa ahora.—agarro las flores y se las tiro en la cara. Cierro la puerta con rapidez antes que ese par de gorilas me terminen haciendo daño o en el peor de los casos avisarle a Tiger que he roto una de sus regla.

Corro hacia mi habitación ignorando el llamado de mi tía, tiro la puerta de mi habitación y la aseguro con llave. Me tiro en mi cama con mi corazón latiendo a mil y la sensación de que esto me va a terminar trayendo un muy mal rato.

(***)

Me levanto agitada y miro el reloj en mi nochero para darme cuenta que son casi las ocho de la mañana… ¡Del día siguiente! Salgo de la cama y me dirijo hacia el baño para asearme, lavarme el cabello y los dientes.

La tía Dalia me sirve unos huevos revueltos que solo pruebo por un instante, le doy un beso a Jack y me apresuro en mi bicicleta para llegar al bosque antes de que sea demasiado tarde para mi familia. Ayer no pude darme cuenta cuánto tiempo estuvieron los matones de Tiger afuera de la casa y la verdad tampoco tengo cabeza en este instante para estar pensando en eso.

Tiro mi vehículo sobre el jardín apenas llego a la propiedad y muevo mis pies lo mas rápido posible sin dejar de mirar mi reloj de pulsera ni un solo instante. La mujer mayor que me brindó una toalla cuando escurría agua por toda la casa, me sonríe de nuevo con calidez señalando la hora en la pared.

—Te he tapado con Tiger, él está en el jardín y es mejor que te pongas a limpiar la cocina antes de que se dé cuenta que le mentí—inclino mi cabeza hacia ella para brindarle mi respeto. No puedo evitar acercarme a la mujer y darle un beso en su mejilla en agradecimiento por cubrirme en mi primer día de trabajo.

Un sujeto obeso me da un tanque con agua y jabón para que restriegue el suelo y el dolor de espalda que esto me proporciona es insoportable. Una chica joven me observa desde lejos y brinco asustada cuando me tira agua encima. Me levanto porque lleva el mismo traje de empleada que yo y no puedo creer lo que me acaba de hacer.

—¿Por qué…? —sus ojos azules se abren y es ahora el bote que usaba para lavar el suelo el que cae encima de mi cuerpo llenándome de espuma y jabón.

Chasquea la lengua—Vez a limpiar el jardín antes de que el agua que te caiga no sea fría sino caliente—suelta logrando que mi cuerpo sienta un espasmo horrendo. Salgo de la cocina empapada y con el cabello lleno de espuma blanca. Camino maldiciendo por todo el jardín.

Tomo una escoba para barrer todas las hojas y me detengo al ver un enorme laberinto de maleza. Miro para todos lados porque este lugar me recuerda a un libro que ya había leído antes en mi adolescencia. No lo dudo dos veces y me adentro a él sabiendo que tengo la posibilidad de extraviarme o dado caso, meterme en más problemas.

Las rosas crecen en las paredes de este lugar de peligro y me dejo deslumbrar por su maravilla belleza. Ahogo un grito cuando la aguja de una de las flores pincha de manera dolorosa la piel de mi dedo índice.

—¿Qué haces aquí…?—la voz ronca y varonil del asesino que me retiene en este lugar logra que pegue un brinco. Gimoteo cuando agarra con fuerza antebrazo derecho—¿Quién te dejó entrar a este lugar? ¿No viste el letrero de advertencia? ¡Habla! —grita con fuerza.

Bajo la mirada porque no quiero verlo, este hombre es un asesino que no siente remordimiento en matar a otros. Me suelto de su agarre logrando que Tiger suelte una pequeña risa que me hace volver a mirarlo.

—Me han mandado a limpiar el jardín ¡Y esto está en el jardín! —el pelinegro se cruza de brazos. Le miro fijamente dándome cuenta que tiene el ceño ligeramente fruncido. Hay una jaula de pájaros en el fondo y es allí donde caigo en cuenta. Este es su refugio de las personas que siempre están a su alrededor.

El asesino me jala del hombro—¿Cómo te atreves a hablarme así, chiquilla insolente? La vida de tu familia está en mis manos y puedo hacerte polvo cuando me plazca.—me suelta con brusquedad. Me quito de su lado cuando el libro que está en el borde de una fuente de agua capta mi atención.

Romeo y Julieta.

Mis ojos se iluminan—Este es mi libro favorito… He traído una copia cuando traje mis cosas a la mansión.—inquiero dándole la espalda.

El sujeto me quita la pieza de mis manos—Por undécima vez, no toques mis cosas… No quiero enojarme contigo y terminar matándote.

Dejo de respirar—¿Serías capaz de matar a una mujer inocente? —Tiger sonríe a medio lado. Su respuesta es, sí.

Da un paso hacia adelante—¿Si lo pruebas ahora mismo? —me tapo mi pecho tratando de protegerme. Puedo sentir el escozor de las hojas que forman las paredes del laberinto picar sobre la piel de mi cuerpo. El hombre enorme me observa de una forma macabra y siniestra. No debí entrar en este lugar.

Tiger coloca ambas manos por encima de mi cabeza, mis ojos sólo logran ver su fuerte y endurecido pecho.—No puedo respirar…—suelto de la nada. Durante toda mi vida he odiado sentirme acorralada ante alguien o cualquiera situación. Sus ojos verdes brincan como si algo dentro de mí, le hubiese llamado la atención.

—¿Qué te pasó en la mano? —la alza para mostrármela . La sangre que fluye de mi dedo se escurre por mi mano.

—No es nada del otro mundo, mi sangre es muy aguada y… —abro la boca al verlo introducirse mi dedo en su boca caliente. Tiger succiona con fuerza y debo agarrarme con ahínco de la estatua de un  ángel que está a mi lado, para no caer. Sus ojos no dejan de mirarme. Su lengua juguetea con mi dedo y en un abrir y cerrar de ojos siento mi cuerpo desfallecer.

—¿Qué cree que hace? —mascullo exaltada. Saca mi dedo de su boca.

—Mal agradecida… —sonríe con malicia.

—Amargado.—ataco.

—Tonta.

Aprieto los dientes—Abusivo.

Intenta no reírse—Eres demasiado tierna, corderito, tan tierna que siento que podría comerte de un solo bocado—hace el amague de que me va morder y me echo hacia atrás.

—Largo de aquí…—le señalo el camino.

—Esta es mi casa. —¡Mierda!—Y como aquí se hace lo que yo ordene, te espero esta noche en mi habitación… con lo que trajiste puesto o no será problema para mí si decides ir desnuda…

¡Idiota! Y lo peor de todo, es que terminaré yendo a la boca del lobo esta noche y nadie me va a salvar. Dios ya vi que no soy tu favorita.

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