ADAMOFue lo mejor.Haberle dicho aquello y haberle hablado de aquel modo había sido lo mejor para ella. Al principio me odiará, pero con el tiempo lo olvidará todo. Soy consciente, que cuando se entere el golpe será muy duro para ella, y lo que menos quiero es que sufra.La única forma es que me odie para que olvide todo lo que pasó entre nosotros y pueda continuar con su vida, esto es lo mejor para Ivanna. Aunque me sea difícil renunciar a ella.Maldita sea, me había encaprichado con ella. La quería de nuevo, ya sea sobre mi regazo, o yo encima de su maravilloso cuerpo o como demonios sea, pero estar con Ivanna era todo lo que quería ahora.No sé cómo voy a hacerle cada vez que la tenga cerca, el no tocarla será una tortura, de hecho ya estaba sintiéndolo de esa manera.Luego de no haber podido pegar el ojo en toda la madrugada, decidí salir e irme al gimnasio de luchas que hay en Sicilia, antes de que amaneciera para no cruzarme con nadie más.Al volver ya pasaba de las seis de la
ADAMOMis músculos seguían tensos. Después de que llegue a la locación, me quedé un poco sorprendido, pues no pensé que Caruso iba a hallar un lugar en todo Sicilia para reunirse conmigo.Y de esa manera fue. El sitio estaba a las afueras de la ciudad, se trataba de un hotel pequeño y nada llamativo, había hallado el lugar correcto para esconderse de la organización Italia.Mis ojos estudiaron el área. Dos de los hombres de Caruso me empujaron al interior del hotel llevándome a lo que parecía una oficina. La puerta se abrió y me dejó ver a tres hombres, uno de ellos era Caruso y los otros dos sus guardias principales que le acompañaron aquel día.Los otros malditos me vuelven a empujar, pues me había quedado situado a cierta distancia.Gruñó en el instante cuando uno de ellos ejerce más fuerza para conseguir que avance.Clavo mis ojos en Caruso. Su forma parecía relajada, a diferencia de la mía.—¿Dónde está? —es lo primero que solté cuando me coloque frente a él.—Primero hablemos —d
IVANNAMis lágrimas no se hacen esperar y ruedan por mis mejillas. Respondiendo a su beso, no puedo dejarlo de hacer, quiero esto, lo quiero a él aunque sé que no está bien, ahora ya nada lo está.Los dos nos perdemos entre el deseo y esa pasión que ambos despertamos el uno por el otro. Él me necesita y yo a él, solo será única vez.Las lágrimas no me abandonan en ningún momento, es una mezcla de sensaciones abrumadoras. Estoy rota por dentro, pero por fuera siento fuego, un fuego que muy pronto me consumirá y solo quedarán cenizas de aquel sentimiento.Cuando su lengua se desliza dentro de mi boca, dejo de respirar, dejo de pensar quién soy y dónde estoy, solamente disfrutando el ahora.Su cuerpo me inmoviliza contra la que parece ser la puerta de mi habitación. Rodeo su cuello con mis brazos para atraerlo completamente hacia mí y nos consumimos plenamente con muestras bocas.—Dime si quieres que me detenga, lo haré, aunque desee lo contrario —soltó entre jadeos sobre mis labios.Est
IVANNA—¿Qué significa esto? —vocifero mi madre alterada.—Mamá, no es asunto nuestro —la detengo apretando mi brazo con el suyo.—Como de que no, ese chico no puede hacerte esto —lo señala furiosa —Me va a escuchar.Sin embargo, antes de que avanzara más, la jale y la llevé conmigo. Entre protestas y maldiciones que iba soltando en el camino puso de su parte y dejo que la arrastrara hasta la cocina.—¿De dónde salió esa maldita trepadora? ¿Y cómo es qué Lillie no me lo dijo?Mi madre está dando vueltas en la cocina, nunca la había visto tan furiosa. Sus ojos llenos de ira y una vena resalta en su cuello cuando mascullo insultos hacía la futura esposa de Adamo.Su futura esposa... No podía hacerme la idea de que él se casará muy pronto.—Madre —musite y me coloque el taburete junto a la barra —No nos deben ninguna explicación.Y es que así era, aunque quería sacar todo y gritarle el porqué ella y yo no, al final mi lado prudente ganaba.Ella se detiene en seco y me observa con esa mir
IVANNA—¡Ahhh! Estoy tan molesta, no, molesta es poco, estoy malditamente furiosa —expreso Anto.Luego de la dichosa comida que tuvieron, vino y se dejó caer a mi lado en la cama, como siempre acostumbramos a hacer esto juntas.—Tranquila, no te hará bien —le dije.Estaba esforzándome para no mostrarme afectada con ese asunto.—No tienes por qué fingir que no te duele. Llora, maldice, patalea y si es necesario también dale una patada en las bolas al tarado de mi hermano, se lo merece por idiota —resoplo.—No, no quiero lastimarlo —musito.—Oh, Ivy tontita —me abraza —Tú eres mucho para todos esos idiotas de allí afuera.—Solo abrázame, Anto, y quédate conmigo está noche.—Y así será, nunca te dejaré sola.Y así fue. El tiempo que estaba ella, hacíamos todo juntas. Vimos varias películas de amor, no podía faltar nuestro helado de chocolate y unos pañuelos para seguir llorando.¿Cuándo se supone que mi alma se vaciara?Quisiera ser fuerte como Antonella, pero ella y yo éramos muy distin
IVANNA—Adamo saldará cuentas conmigo, nomás lo tenga enfrente...—No —lo cortó, antes de que siga —No quiero que hagas nada, papá —lo miro directamente a los ojos, necesito que me lo prometa —Prométemelo.No quería que le hiciera nada a Adamo, ni lo intentara, alguno de los dos iba a salir lastimado y eso nunca me lo perdonaría.—Hija...—Papá, por favor —le suplicó.Él no podrá negarse a mi solicitud, nunca lo hacía. No es que sea caprichosa y le pida todo el tiempo cosas, sin embargo, por esta ocasión lo ameritaba.—Está bien —responde por fin, pero en su voz se escucha el pesar por aceptar.—Hazle caso a la nena —irrumpe Leo —Si lo haces, se molestará más Diablo, lo conoces.Es bueno que se lo recuerde, quizás eso ayude en algo. Tampoco quiero que su amistad de hace muchos años se vea afectada por culpa mía.Ellos no tenían la culpa de que yo me enamorará.—Por mi que le corten el pene, ya no va a poder meterlo en cualquier vagina —espeto mi madre quien seguía de pie dónde mismo —
IVANNA El camino se me hizo eterno. Tanto yo como Anto íbamos apurando a nuestros guardias para que conduzcan a toda velocidad. Antonella había escuchado que la pelea comenzaba cómo eso de las seis, y cuando el auto se detuvo faltaban menos de veinte minutos. Rápido nos bajamos y entramos juntas al lugar, sin esperar a ninguno de nuestros guardias, y la verdad ni le tome importancia. Había mucha gente, diría que estaba completamente lleno y muy apenas podíamos alcanzar a ver el ring. Estaba vacío, eso quería decir que todavía no subían o ya habían peleado, pero no creo, Anto había dicho que comenzaba a las seis, aún había tiempo para buscar a mi padre y hacerlo cambiar de opinión Mientras nos movimos entre el gentío. Le pregunté a Anto algo: —¿Le avisaste a mi madre? —Ya lo sabía, yo me enteré porque la escuché hablando con su guardia para que la trajera hasta aquí —respondió, aún sujetando mi brazo para no perdernos entre el alboroto. Sé qué mamá no me lo iba a decir, así que
EN ALGUNA PARTE DE CHICAGO Dante comenzó a dar vueltas por la explanada casi desierta, si no fuera por los hombres presentes. Dándole varias calas a su cigarro, furioso y a poco de perder el control, pues solamente cuando encontraba inquieto se comportaba de esa forma. Sin embargo, era consciente de que si hacía cualquier movimiento no razonable, estaría poniendo en peligro a su familia, y era lo que menos quería. —Te entrego lo que quieras, pero a cambio debes ordenar que dejen libre a mi hijo —comunico Dante, tratando de sonar calmado —Luego de eso, podrá ser borrón y cuenta nueva. —le recordó, ya que ellos habían tenido tratos en el pasado y él, en algún momento, lo podría necesitar para algún otro trabajo. —Has venido a mi territorio a decirme que, le diga a uno de mis lugartenientes que no puede seguir sus tradiciones italianas porque el jodido Diablo vino a ofrecerme un gran trato a cambio de salvarle el pellejo a uno de tus nenes —una sonrisa torcida le mostró al otro capo.