Mi guardaespaldas, el señor Jabir, me acompañó a realizar el mercado por una semana. Una de las pocas cosas que nunca delegué, lo hacía para estar ocupada y porque me gustaba. Ahora tendríamos más miembros en la casa por mi seguridad. —Era extraño, solo le he importado a mi hermano y a mis tres únicas amigas… aparte de mi perra Gardenia—. El estar con tanto personal en pro a mi seguridad me había reconfortado.Sí, era rara como se lo dije a la psicóloga y una psiquiatra. Desde mi matrimonio la he pasado muy mal. Aparte de no tener una buena aceptación con mis padres. Al año de mi boda, conocí a Salomé, ella me recomendó a la persona quien me ayuda con la autoestima.El mantener en secreto lo de mi enfermedad cardíaca y el no ser aceptada por mis padres; no tenía idea de las razones por las cuales me odiaban tanto. El sufrir de bullying en la escuela y en la universidad por ser gorda, al casarme de ese modo abrupto y por una deuda, pero sentía que había algo más en el tintero.Mi espos
Decir que estaba tranquila era pura mentira. El señor Gamal nos había puesto al tanto de que nos seguían y me preocupaba el saber que Onely estaría en plena situación de persecución.—Hijo, mantente con la cabeza abajo.—¿Qué piensan hacer?—Jabir los perseguirá para que sientan presión, trataremos de sacarlos del camino y si no se logra Yaro lo hará. —sonó su celular.—Dime, Yaro.—Sal del pueblo, Jabir ya se encuentra detrás de ellos, no queremos tener civiles heridos por alguna bala perdida.—Entendido. —Salomé vivía en una villa a las afueras de Chía.—Lo atacaremos cuál sándwich. Yasar ya llegó a la casa de la señora Salomé y nos enlazará a los tres. Así sabremos en qué posición real nos encontramos. —parecían tranquilos o más bien acostumbrados a este tipo de situaciones. Aceleró para salir del pueblo, tomó la carretera. Al hacerlo los que nos seguían también aceleraron y a tres autos vi el mismo carro en el que estábamos. Los autos de los cuatro escoltas eran el mismo modelo
Era el día, me miré al espejo, tenía un pantalón negro y una camisa de seda azul turquesa. El cabello ondulado y suelto, muy poco maquillaje, eso sí, con mis labios pintados de un tono fucsia. Mis tacones y cartera de diseñador. Tomé la gabardina, cerré mis ojos, respiré profundo. No podía dejar que los nervios me dominaran. Eres Salomé Carvajal. —Vamos Canela.No tenía hambre, me fui a la habitación de mi padre, quien ha evolucionado muy bien. Pero en unos diez días lo valorarán de nuevo. Ramón, seguía evolucionando, aunque aún permanece en cuidados intensivos.—Buenos días, hija.—Hola, papá.—¿Quieres provocar a la madre de Orlando?, a esa vieja cacatúa le dará un infarto al no verte de luto. —sonrió, me hizo señas para sentarme en la cama—Mi pantalón y los zapatos son negros. —soltó una carcajada.—Eres igual de elegante a tu madre, un amor de persona, sin embargo, cuando detestaba a alguien con elegancia la aplastaba. —pocas veces hablábamos de ella—. El señor Yaro me pidió qu
Los padres de Guillermo me miraron horrible, si tuvieran un arma escogerían la metralleta para descargarla en mi pequeño cuerpo. La señora Magali parecía una garza de lo estirada que andaba, torciendo sus macabros ojos, como si ese acto infantil me afectara. Esto se iba a poner muy caliente. No solo eran mis suegros los molestos, los de mis amigas se veían igual. —Buenos días, a todos. —habló el abogado. —Buenos días —contestamos los presentes. Miré al lado derecho donde se encontraba Gamal y él me miraba serio, con una expresión indescifrable. Podría estar mandándome al infierno o al cielo y ni cuenta te darías. Le hice un intento de sonrisa, pero él permaneció impávido. En la mañana tomé la decisión de molestar a la suegra. Oculté mi bello cabello en un turbante en tonos cálidos; una combinación de colores que iban desde el amarillo al rojo. A la señora Magali le daba mucha ira vérmelos, porque decía que me veía más negra. Me puse un pantalón negro con una blusa de seda roja y un
Los presentes se quedaron en silencio después de la pregunta de la señora Amira. En teoría, ellas serían las cabecillas enfrente de la organización y nosotros pasaremos a defender a la mafia. ¡Joda! Esta m****a se jodió toda. Miré a Yaro, Jabir y a Yasar y al parecer todos pensábamos lo mismo. El rostro de la señora Lía Luz se veía desconcertado. El fin de semana que la vi interactuando con mi hijo y sus hermanos se vio jovial e inocente, he tratado de encontrar en ella una expresión de arpía, un ser mezquino, mala hija, hermana, ser humano y nada, por el contrario, se mostraba honesta, decente y cariñosa. Lo fue con mi hijo, con quien compaginó como si se conocieran desde hace años. Vieron películas, ella se vio todas las que Gibran quiso; las de acción no fueron de sus favoritas, a ella le gustan más las series orientales. Aun así, compartió con él. Ayer me acompañó a dejarlo de regreso a la casa de su madre y en esta ocasión la señora Lía Luz se había arreglado nada más para acom
Llegamos al centro comercial, Yasar se quedó con los perros en el área para animales, en media hora espero estar ya de camino, si tardan más otro lo relevará o él devolverá los perros a los autos. Jabir, Gamal y yo esperábamos en los sillones a que ellas se compraran un vestido de baño. ¿Qué tanto podrían tardar?—¿Qué piensas? —Gamal esperaba mi respuesta.—Se ven muy tranquilas a pesar de lo que ahora saben —respondí—. Las dejaron como líderes de las organizaciones ilícitas de sus esposos. Nosotros sabemos cuáles eran y míralas, se ven tranquilas, sonrientes. No se imaginan lo que les viene pierna arriba u ocultan algo. Sin duda Salomé era la líder de ese cuarteto, no digo que sea mala. Pero mi instinto me dice que algo oculta. Ahora bien, fue evidente su malestar cuando le notificaron que era la heredera de lo ilegal. El aferrarse al pantalón hasta el punto de arrugarlo era muestra de que no se lo esperaba, no lo aceptaba, pero callaba… ¿Callaba qué?, si lo hacía era porque algo
Al llegar a las sillas con mi perra, mis amigas también se sentaron con sus mascotas. Ellos se alejaron, viajaron con su uniforme, otro que tenía un trasero apetecible era Yasar. Los otros dos normalitos, aunque uno era acuerpado y el otro atlético. Desde nuestra mesa los vimos hablar con el señor que atendía.—¡Ea Ave María, pero quien pidió pollo! —soltamos una carcajada—. No me digan que no les han echado el ojo a esos bombones.—Son profesionales… —miramos a Lía—. Y sin ser unas bellezas de manera física… Son atractivos, ellos se ven. —pasó saliva de manera forzada—. Dios santo, machotes. —Corrección, mi escolta es un bollazo. Es el más bonito de los cuatro. —miramos a Onely—. Los ojos se hicieron para ver.—En eso tienen razón. —comenté—, pero en conjunto están como quieren. —dije.—¡Qué calor hace aquí!Afirmé ante el comentario de Amira. Los hombres llegaron, nos entregaron unos vasos enormes llenos de jugo.—Es jugo de corozo. —Recibí el jugo entregado por Yaro. —Gracias.
He tratado de no darle mucha importancia al estar de regreso aquí. Sin embargo, cuando cenamos se sintió tan familiar, lo que siempre quise para la casa, se sintió con mi grupo de amigos. Iba a ser un lugar de esparcimiento familiar. —Me crucé de brazos.Se arregló en la parte interna, ocho habitaciones, la cocina, el comedor, una de las salas. Pero varias áreas quedaron vacías. En cambio, el exterior se encontraba abandonado, había mucho por arreglar, La maleza rodeaba el lugar y no sé si terminar de hacerlo. —El pecho se me comprimió, mi hija tuviera once años recién cumplidos…—¿Todo bien? —Gamal me puso la mano en el hombro.—Sí.—La casa es increíble, necesita una mano de pintura, recortar la maleza de los alrededores, arreglar una que otra cosa y le devuelves la vida a este sitio. —Gracias. Y sí, aún falta mucho por hacer. —ambos nos recostamos en las barandas—. El kiosco está destruido, el área de la piscina es la peor parte. Los dos portones…—Poco a poco la arreglarás como