Ryan Neeson

Han pasado alrededor de veinte minutos desde que Larissa salió corriendo tras la persona misteriosa que la hizo volver a Australia. Los de seguridad me han notificado que no se marchó del club, sino que fue a encerrarse en el servicio de damas y luego salió en compañía de una mujer para volver al área vip y tomar uno de los reservados especiales que posee este lugar.

No es muy difícil para mí suponer que ella está ahora mismo dándose un festín lésbico; al cual, no quiso invitarme... y admito que siento envidia de no estar con ellas en este momento; después de muchos meses sin verse, el sexo entre ellas seguro será alucinante.

—Señor, ¿le apetece alguna otra cosa? —Miro la copa en mi mano a medio beber y ni siquiera me molesto en disimular en bulto que se ha formado en mi bragueta a causa de las imágenes que están proyectándose en mi cabeza.

—Estoy bien así, Carol —la miro de soslayo y le guiño un ojo—. Si algún cliente pidió tus servicios esta noche, tú ve y ponte a su ent