Freya Cranston Intento prestar atención a lo que dice el profesor, pero realmente es muy difícil, mi cabeza se ha vuelto un caos después del lunes y concentrarme es complicado, más aún, cuando Kenzie no deja de sisear para llamar mi atención. Llevo varios días ignorandola, y no porque este enojada con ella por lo que paso, tengo muy claro que fue mi responsabilidad; sin embargo, he decidido no hablarle porque no quiero dar explicaciones de nada y si le doy entrada, ella no parará hasta detener todos los detalles. Ni siquiera deseo recordar lo que sucedió con Larissa. —¡Ps! ¡Ps! —cierro los ojos y aprieto el tabique de mi nariz con mi dedo pulgar y el índice—. ¿Hasta cuando vas a seguir con la ley del hielo, Freya?Miro sobre mi hombro y prácticamente tengo el rostro de Kenzie a centímetros del mío, con sus ojitos azules pizpiretos y un puchero bastante patetico.—Intento entender esta clase, ¿Podrías dejar de molestar? —enderece la cabeza sin prestarle mayor interés, pero obviamen
Freya Cranston Miró mi taza de café entre mis manos y suspiro; el peso de una mirada azulada esta sobre mí, ansiosa y llena de curiosidad a la espera de una respuesta que no se si sea la más adecuada en este momento.Volteo de soslayo y Ezra, vestido con su habitual traje ejecutivo, mueve las cejas de arriba abajo con impaciencia. —No creo que sea buena idea que Blair vaya al hospital —al fin respondo y doy un trago a mi bebida que ya se encuentra un poco tibia—. Cara no está emocionalmente estable y no sé qué reacción pueda tener cuando vea a Blair.Anoche ni siquiera pude dormir pensando en lo poco que hablamos y en el rechazo que su mente generó hacia Blair. El punto de lanza por el que todo comenzó dos años atrás, había sido porque ella se creía locamente enamorada de su mejor amiga, la que a su vez estuvo a punto de casarse con el que creía el amor de su vida y de repente acabó embarazada y siendo la esposa de otro, quedando Cara desilusionada y con un amor no correspondido y u
Ryan Neeson Madrugar nunca ha sido lo mío, y mucho menos un sábado. Sin embargo, a mis oídos había llegado el rumor de que mi adorable y dulce prima Larissa llevaba varias noches haciendo de las suyas en mi club. A la primera queja decidí pasarla por alto, porque bueno, ella aún es una jovencita ansiosa por disfrutar la vida, la segunda vez ya no me pareció tan comprensible cuando me dijeron que ella se había pasado de copas y se había desnudado encima de una barra; pero lo que rebasó el límite y mi tolerancia, fue que me dijeran que la habían encontrado en mi suite, drogados con un grupo de chicos con apenas la edad de limpiarse el trasero.Habían entrado a mi club con identificaciones falsa, bien, eso sucede en casi todos los bares, incluso cuando yo tú e decíamos también lo hice, emborracharse no era un mal de morir; pero drogarse ya era otra cosa y podía traerme graves problemas. Afortunadamente los de seguridad lograron controlar la situación que no pasó a mayores como con Freya
Freya Cranston — ¿Quién te dio mi dirección? —es lo primero que digo al recuperar mi voz—. ¿Fue él idiota de Ezra? ¡Mald1to mentiroso! Ya no se puede confiar en nadie.Ryan se encoge de hombros y ver cómo sigue agitando la braga en su mano me pone nerviosa.— ¿Me dejas pasar, bichito? —señala hacia el interior con su mentón—. Si me vas a gritar, mejor que sea en privado.Miró más allá de su hombro y caigo en cuenta de que la anciana del apartamento del frente, está asomada por una rendija de su puerta.¡Vieja chismosa!—Pasa —me aparto del dintel de la puerta y él mientras entra con paso triunfante.—Gracias, eres muy amable —dice al pasar a mi lado, inclinándose contra mi odio.—Solo lo hago para no ser la comidilla del edificio —termino de empujarlo dentro y veo que la vieja ha salido por completo de su casa para ver que ocurre—. Señora, busque oficio —le digo fingiendo cortesía, pero le saco la lengua antes de cerrar la puerta; Ryan esta justo detrás de mí con una sonrisa pícara e
Freya Cranston Si tuviera que elegir algo con lo que jamás he aprendido a lidiar en la vida, sin duda eso sería ver a alguien llorar; detesto con todas mis fuerzas ver lágrimas en los ojos de alguien, odio la sensación de impotencia al no poder hacer nada para aliviar el sufrimiento de otros y también porque soy terrible dando consuelo. No sirve para ser un hombro sobre el cual llorar. Es por eso que, intento mirar a otro lado mientras Cara, un poco más consciente que ayer, con el rostro enrojecido y lleno de lágrimas le pide disculpas a Blair por todo lo que hizo.Tal como ya sabíamos, intentar convencer a Blair de no visitar a Cara, fue xaso perdido. No hubo poder ni chantaje que la hicieran cambiar de opinión; así que solo me quedo cumplirle la promesa a Ezra, y aquí estoy, al pie del cañón, resguardando a mi mejor amiga de nuestra ex mejor amiga.Se escucha un poco escabroso, pero así están las cosas. —Yo no tengo nada que perdonarte, Cara —la voz de Blair es plana, casi impe
Ryan Neeson No me considero una persona amante a la puntualidad, tampoco me ofende que otros sean impuntual conmigo; entiendo que siempre surgen imprevistos. Cinco minutos de retraso no son nada, diez son comprensibles y quince un poco cuestionables; pero treinta minutos, esos sí que son una grosería. Aunque a mi bichito sería capaz de disculparme cualquier cosa. ¿Y desdén cuando se supone que es mía? Me refiero a ella con tanta propiedad y eso que ni siquiera somos amigos.Y definitivamente ser su amigo es lo que menos deseo.— ¡Vamos, bichito! ¡Te estoy esperando! Miro la hora en mi reloj y ya pasan de las once y treinta; bebo todo el contenido de mi copa de bourbon y me pongo de pie para asomarme por el balcón. Apoyo mis manos en el barandal de vidrio y observo todo lo que me rodea cual dueño del mundo; adoro la sensación de poder, de saber que gracias a mi todas están personas la están pasando en grande. El lugar está a reventar y las pistas de baile alrededor de la barra cen
Freya Cranston Mi piel esta en llamas, oleadas de calor recorren cada rincón de mi cuerpo al ser besada con mucha maestría por Ryan.Sus manos no se despegan de mi cintura ni un según luego de bajar de su coche y el camino hasta su pent-houses se transforma en una completa travesía erótica.Mis manos se sienten ansiosas por jugar y las ganas de explorar el cuerpo de este hombre, que la mayoría de la veces detesto, se me hacen incontenibles. Por tal razón cuando entramos al ascensor, me cuelgo de su cintura y froto mi sexo desnudo contra la protuberancia de su pantalón mientras mi boca se encarga de succionar su lengua jugosa, enviando latigazos de placer a mi sexo.— ¡Joder, bichito! —dice en un momento donde nos permitimos un respiro, me mira a los ojos y luego sonríe con malicia—. Eres todo lo que menos imagine de ti... tan ardiente, tan atrevida, tan...— ¿Y eso te molesta? —Inquirí lamiendo sus labios con deseo; Ryan frunció el ceño—. ¿Te incomoda que sea una puta a la hora del s
Freya Cranston ¡Mald1to Ryan! Lo odio, lo odio muchísimo porqué tuvo razón. No he podido olvidar lo que paso entre los dos, la sensación de su lengua imperiosa y caliente, la forma en como sus manos recorrieron mi cuerpo, su intensidad al mirarme y la forma en como se sintió explotar sobre su boca. ¡Mald1to Ryan!Ha pasado casi un mes de eso y debo decir que me he vuelto muy malhumorada. Dejarme tocar por ese infeliz arruino mis expectativas en cualquier otro encuentro sexual que he intentado tener y todo porque mientras estoy en plena acción, sea con un hombre o una mujer, no puedo dejar de compararlo con él. — ¿Sigues enojada conmigo?Alzo la vista de mi computadora para encontrar la mirada cohibida de Kenzie; lleva unos cuantos libros en sus manos y parece ansiosa. — ¿En serio me estas preguntando eso a mi? —reviro mirando alrededor, la biblioteca de la facultad está prácticamente vacía para ser mediodía. Kenzie deja los libros sobre la mesa que estoy ocupando y se sienta en