Freya Cranston Si tuviera que elegir algo con lo que jamás he aprendido a lidiar en la vida, sin duda eso sería ver a alguien llorar; detesto con todas mis fuerzas ver lágrimas en los ojos de alguien, odio la sensación de impotencia al no poder hacer nada para aliviar el sufrimiento de otros y también porque soy terrible dando consuelo. No sirve para ser un hombro sobre el cual llorar. Es por eso que, intento mirar a otro lado mientras Cara, un poco más consciente que ayer, con el rostro enrojecido y lleno de lágrimas le pide disculpas a Blair por todo lo que hizo.Tal como ya sabíamos, intentar convencer a Blair de no visitar a Cara, fue xaso perdido. No hubo poder ni chantaje que la hicieran cambiar de opinión; así que solo me quedo cumplirle la promesa a Ezra, y aquí estoy, al pie del cañón, resguardando a mi mejor amiga de nuestra ex mejor amiga.Se escucha un poco escabroso, pero así están las cosas. —Yo no tengo nada que perdonarte, Cara —la voz de Blair es plana, casi impe
Ryan Neeson No me considero una persona amante a la puntualidad, tampoco me ofende que otros sean impuntual conmigo; entiendo que siempre surgen imprevistos. Cinco minutos de retraso no son nada, diez son comprensibles y quince un poco cuestionables; pero treinta minutos, esos sí que son una grosería. Aunque a mi bichito sería capaz de disculparme cualquier cosa. ¿Y desdén cuando se supone que es mía? Me refiero a ella con tanta propiedad y eso que ni siquiera somos amigos.Y definitivamente ser su amigo es lo que menos deseo.— ¡Vamos, bichito! ¡Te estoy esperando! Miro la hora en mi reloj y ya pasan de las once y treinta; bebo todo el contenido de mi copa de bourbon y me pongo de pie para asomarme por el balcón. Apoyo mis manos en el barandal de vidrio y observo todo lo que me rodea cual dueño del mundo; adoro la sensación de poder, de saber que gracias a mi todas están personas la están pasando en grande. El lugar está a reventar y las pistas de baile alrededor de la barra cen
Freya Cranston Mi piel esta en llamas, oleadas de calor recorren cada rincón de mi cuerpo al ser besada con mucha maestría por Ryan.Sus manos no se despegan de mi cintura ni un según luego de bajar de su coche y el camino hasta su pent-houses se transforma en una completa travesía erótica.Mis manos se sienten ansiosas por jugar y las ganas de explorar el cuerpo de este hombre, que la mayoría de la veces detesto, se me hacen incontenibles. Por tal razón cuando entramos al ascensor, me cuelgo de su cintura y froto mi sexo desnudo contra la protuberancia de su pantalón mientras mi boca se encarga de succionar su lengua jugosa, enviando latigazos de placer a mi sexo.— ¡Joder, bichito! —dice en un momento donde nos permitimos un respiro, me mira a los ojos y luego sonríe con malicia—. Eres todo lo que menos imagine de ti... tan ardiente, tan atrevida, tan...— ¿Y eso te molesta? —Inquirí lamiendo sus labios con deseo; Ryan frunció el ceño—. ¿Te incomoda que sea una puta a la hora del s
Freya Cranston ¡Mald1to Ryan! Lo odio, lo odio muchísimo porqué tuvo razón. No he podido olvidar lo que paso entre los dos, la sensación de su lengua imperiosa y caliente, la forma en como sus manos recorrieron mi cuerpo, su intensidad al mirarme y la forma en como se sintió explotar sobre su boca. ¡Mald1to Ryan!Ha pasado casi un mes de eso y debo decir que me he vuelto muy malhumorada. Dejarme tocar por ese infeliz arruino mis expectativas en cualquier otro encuentro sexual que he intentado tener y todo porque mientras estoy en plena acción, sea con un hombre o una mujer, no puedo dejar de compararlo con él. — ¿Sigues enojada conmigo?Alzo la vista de mi computadora para encontrar la mirada cohibida de Kenzie; lleva unos cuantos libros en sus manos y parece ansiosa. — ¿En serio me estas preguntando eso a mi? —reviro mirando alrededor, la biblioteca de la facultad está prácticamente vacía para ser mediodía. Kenzie deja los libros sobre la mesa que estoy ocupando y se sienta en
Ryan Neeson Melbourne, no es de mis lugares favoritos. Me trae malos recuerdos que con el paso de los años he tratado de olvidar, sin embargo, aquí estoy; justo en lugar de mis pesadillas...La villa de mis padres luce imponente, y un tanto terrorífica a mi parecer; siempre lo pensé cuando era solo un niño y ahora que soy un adulto, lo sigo creyendo. Construida en piedra antigua, de techos abobedados y torres dividiendo cada parte de la casa, pisos de madera pulida, muebles del siglo pasado y el absoluto silencio que siempre envuelve las casas en una película de terror.¡Maldición! ¿Para qué querría verme mi padre después de tanto tiempo?—Señor Neeson, bienvenido a casa —me saluda una de las mucamas al verme entrar en el suntuoso recibidor.Se trata de una chica joven, de pelo negro atado en una coleta baja, tiene una linda sonrisa y unos ojos tristes. Es linda; tal vez debería follarmela, y ahora que lo pienso ¿hace cuánto que no estoy con una mujer?Desde que Freya me dejo cachon
Freya Cranston Soy una mujer de mente abierta aunque no lo parezca. Me gusta la diversidad, probar cosas nuevas, explorar lo desconocido, adentrarme en lo prohibido y en todas esas cosas que encienden una llamita de calor en mi interior. Me gustan muchísimo los hombres, pero también disfruto del placer carnal que puede darme una mujer; aunque la cosa va más allá. Cuando era muy joven, descubrí que me gustaba observar y ser observada a la hora del sexo, también, que me gustaba no solo estar con una persona sino con muchas al mismo tiempo; ya saben, hacer trios, intercambiar parejas y esas cosas que a muchos pueden parecerle una perversión. Y así, fue que la vi me llevó a encontrar a Larissa y aunque con ella disfrute y descubrí cosas geniales, después de lo que me hizo en el bar de Ryan, he decidido que no es el tipo de persona que quiero en mi vida, ni como amante y mucho menos como una amiga.Sin embargo, algo dentro de mí me decía que lo que viví con ella necesitaba un cierre de
Freya Cranston Me mintió, el muy infeliz me mintió y yo le creí todo.¿Cómo demonios no me di cuenta?Sabía que él no podía haber encontrado mis bragas porque fue Larissa quien me las quitó. Y lo que es peor, él siempre supo quien era la mujer que me drogo en su bar y no me lo dijo.¡Lo voy a matar!—Nena, mírame —el rostro de Larissa aparece en mi campo de visión; se ve preciosa bajo el reflejo de las velas—. Ya no pienses en lo que paso. ¡Olvida eso!Me tumba sobre las sábanas y se sienta sobre mi regazo, se quita el albornoz embarrado de chocolate y acaba recostadose en mi pecho, en busca de mis labios. Es difícil resistir su cercanía, el olor de su pelo y la intensidad de su mirada. Sin duda Larissa sería la mujer perfecta, obviando el hecho de que se droga.—Tienes razón —sonrio de medio lado y llevo mis manos a su trasero—. Hay que olvidarlo pasado y disfrutar el presente.Ella se muerde el labio inferior tratando de no sonreír de gusto. —Entonces vamos a jugar, nena. La cojo
Ryan Neeson Es curiosa y un tanto retorcida, la forma en que el destino puede trabajar a veces. Encontrar a Freya nunca estuvo en mis planes, pero admito que me favorece muchísimo dados los últimos acontecimientos. —Vamos, deja ya de beber porque no pienso llevarte en brazos a ninguna parte —riño con gracia al ver a mi bichito beberse casi media botella de whisky ella solita.Me fulmina con la mirada y vuelve a beber de su trago.— ¿Qué demonios se supone que haces aquí en Melbourne? —Ten por seguro que no estoy siguiéndote —alardeo con arrogancia—. Aunque después de lo que paso la última vez que nos vimos, razones me sobran para fastidiarte.Freya mira las personas que están en las mesas contiguas y gruñe por lo bajo. Hemos venido a uno de mis restaurantes favoritos y aunque ella no lleva la ropa más apropiada, no siento vergüenza de estar en su compañía. Y eso es muy raro en mí. —No quieras hacerte el chistoso conmigo, Neeson. Sabes muy bien a lo que me refiero —me señala con