32

El peligro no había desaparecido. Solo había cambiado de forma.

Después de la nota en mi departamento, después del escalofrío que recorrió mi espalda al darme cuenta de que alguien había estado en mi espacio, en mi vida, sin que yo lo supiera, Santiago y yo supimos que la tregua había sido una ilusión.

No habíamos ganado.

Solo nos habían dado un respiro.

Y ahora, la cacería había comenzado de nuevo.

Pasamos la noche en su departamento.

No discutimos la decisión.

Santiago simplemente tomó mis llaves, metió mi maleta en su auto y me llevó con él sin decir una sola palabra.

Su protección no era negociable.

Lo supe en el momento en que cerró la puerta con seguro, en la forma en que inspeccionó cada ventana antes de dejarme sola en su habitación mientras él se quedaba en el sofá, con su pistola cargada sobre la mesa de centro y su mandíbula tensa.

No dormimos.

Él porque estaba en alerta.

Yo porque no podí

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP