—Hola —logré pronunciar, tratando de no parecer tan estúpida como seguramente creía que era en ese momento.Mi asesor extendió su mano hacia mí, y noté cómo su gesto era elegante y seguro. Sin embargo, no pude evitar sentir cierta tensión en el aire mientras nuestras manos se encontraban en un breve apretón.La maestra decidió retirarse, dejándonos solos para ponernos al día.Mi asesor y yo permanecimos allí, aún con nuestras manos entrelazadas. Incómoda con la situación, finalmente rompí el contacto y pedí cortésmente que me soltara.—Debería disculparme por casi atropellar a mi pupila —comentó con un tono algo burlón.Intenté restar importancia a aquel incidente, diciendo que no era necesario disculparse, pero él solo sonrió con más confianza. Había algo en él que me hacía sentir intimidada.—Claro que tengo que hacerlo, ¿te parece si te invito a comer como forma de disculpa? —propuso de repente.Me tomó por sorpresa, pero algo en su mirada me hizo decir sí sin pensarlo demasiado.D
—Junm —el misterioso hombre se recargó en su silla con una pose de superioridad, sin dejar de fijar sus ojos en mí. Su mirada intensa me resultaba intimidante, creando un aire de incomodidad que me llevó a bajar la cabeza, evitando que su penetrante mirada siguiera perforándome. La tensión llenó el ambiente mientras comenzamos a comer en un incómodo silencio, hasta que finalmente decidí romperlo.—La joven con la que llegó esta mañana cuando casi nos atropella a mi amiga y a mí, ¿es ella su novia? —pregunté con curiosidad. No podía evitar notar lo hermosa que era y cómo ambos lucían como una pareja sacada de una revista.—No, ella es mi prima, se llama Grace Anderson. Algo así como la jefa del jefe de tu director —respondió con una voz profunda y enigmática. Su tono dejaba entrever una conexión más allá de lo profesional.—Ah... —respondí, sintiendo una mezcla de alivio y decepción al descubrir que no estaban juntos. Aunque, debo admitir, me intrigaba conocer más sobre su relación.
Al llegar a la pollería, el señor Patrick me recibió con una sonrisa cálida y amistosa. La calidez de nuestra pequeña comunidad se manifestó a través de su regaño.—¿Por qué sales sola de casa? La próxima vez, llama para hacer tu pedido y yo lo llevaré personalmente. Nos cuidamos los unos a los otros en este vecindario.Un estruendoso ruido resonó en las afueras del restaurante, captando la atención de todos los presentes. Curiosos, nos asomamos y pudimos constatar que un automóvil había chocado contra una toma de agua en la calle, desencadenando una impresionante fuga de agua.—De nuevo, estos jóvenes de hoy en día manejan imprudentemente bajo la influencia del alcohol —comentó don Patrick mientras tomaba su teléfono para llamar a las autoridades.Decidí que era hora de regresar a casa, dejando el dinero correspondiente por el pollo sobre la barra. Caminé en dirección a mi hogar, pero opté por tomar una calle aledaña, aunque me generaba más temor que la principal. Si la calle princi
★Nicolás —Joven Nick, varios inversionistas lo esperan en Nebraska —comentó Gerald con una voz ligeramente temblorosa mientras me leía el informe de esta mañana. Su rostro reflejaba cierta preocupación.—Cancela la reunión, no estoy de humor para viajar hoy. Prefiero que las negociaciones se hagan aquí. No saldré de viaje en los próximos meses; tengo otros planes en mente —respondí con una mirada fría y decidida, sin apartar la vista de los informes que tenía entre mis manos.Necesitaba encontrar a Andrea; esa maldita mujer debía pagar por haberme abandonado.—Sí, joven. ¿Aún desea que nos deshagamos de la familia Rubalcaba? —preguntó Gerald.—No te preocupes, me encargaré personalmente de eso. Despide a la secretaria; es ineficiente y no puedo permitir errores en este momento. ¿Y qué novedades tienes sobre Andrea? —pregunté sin levantar la mirada, con mi voz revelando la rabia que sentía. No estaba de humor para nada más.—Aún no hemos sabido nada de su paradero. Parece como si
Cuando llegué a la biblioteca, encontré a José leyendo Harry Potter y a Ivy inmersa en un libro de misterio de Stephen King. Me acerqué a ellos y me senté en medio, sintiéndome feliz de tener su compañía.—Mis amores, conseguí el número de mi asesor —les informé emocionada. Ivy me miró con una sonrisa y le sacó la lengua a José en forma de broma.—Pero yo soy tu amor número uno, ¿verdad princesa? —dijo José, dándome un beso en la mejilla.Mi amiga también me besó en la mejilla y José me atrajo hacia él para darme un beso en los labios. Aunque siempre se peleaban por mi atención, sabía que ambos me amaban y eso me hacía feliz.—Mi corazón está dividido —respondí juguetonamente, provocando risas en los tres.Después de compartir un momento divertido juntos, José me preguntó si ya había hablado con mi asesor. Le confesé que aún no lo había hecho y le expliqué que Grace me había advertido que era un poco malhumorado. Los tres pensamos en una estrategia para abordar la situación.En ese mo
A uno le puso agua y al otro whisky. Luego, se acercó a mí y me entregó el vaso de agua con una sonrisa. Nos sentamos en el sofá, frente a nosotros había una hermosa mesita de centro de cristal, donde puse mi horrenda mochila.Sacando mi laptop, comencé a explicarle lo que había trabajado ese día, pero su mirada fija en mí me hizo sentir inquieta y algo incómoda. Sin decir palabra, Nicolás apartó un mechón de mi cabello con suavidad. Tragué saliva y traté de ignorar esa extraña sensación que me recorría.—Como te decía... —continué, intentando mantener mi concentración en la explicación de mi trabajo.Él me escuchó atentamente, pero cuando terminé, me dijo sin rodeos que lo que había hecho era basura, que mi tesis era horrenda.Aquellas palabras me impactaron, pero en lugar de desanimarme, me impulsaron a seguir trabajando.Pasaron varios minutos en silencio, mientras ambos nos sumergíamos en nuestros pensamientos. Finalmente, él se puso de pie. Mientras yo escribía rápidamente en la
Mi cuerpo se sentía extraño, como si estuviera dividido entre el deseo ardiente y el miedo paralizante, entre la pasión desbordante y la repulsión angustiosa. A pesar de querer hacerlo, no podía apartarlo de mí.Sus labios finalmente se separaron de los míos, adejándolos doloridos y sensibles por la intensidad con la que los había presionado.Descendió lentamente hacia mi cuello, su risa resonando en mis oídos mientras su lengua trazaba el camino de la marca que me había dejado anteriormente. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando mordió mi oreja, su aliento cálido haciendo que mi piel se erizara en respuesta.Intenté suplicarle que se detuviera, que me dejara en paz, pero las lágrimas nublaron mi visión. Mis ojos llorosos buscaban compasión, pero él no mostraba ninguna señal de detenerse. Subió nuevamente hacia mis labios, besándome con ferocidad mientras sus manos exploraban mis pechos con avidez.Luego, se puso en pie, dejándome con una mezcla confusa de sensaciones.Por un momen
Asentí y él se retiró, dejando sus palabras resonando en mi mente. ¿Y si tenía razón? ¿Realmente amaba a José o simplemente me había acostumbrado a él?Caminé por el campus universitario, disfrutando del aire fresco de la tarde mientras me dirigía hacia las canchas donde José solía jugar fútbol. El sol dorado se filtraba a través de las copas de los árboles, creando un juego de sombras danzantes sobre el césped bien cuidado.José estaba en su elemento, concentrado en el juego, moviéndose ágilmente para esquivar a sus oponentes. Cada vez que se acercaba a la portería, la emoción brillaba en sus ojos y se reflejaba en su sonrisa. Era evidente que amaba el deporte y disfrutaba cada momento en el campo, absorbiendo la energía del juego y transmitiéndola a quienes lo rodeaban.Después de las clases, decidimos ir a comprar el vestido para el baile. Entramos en una tienda elegante y nos encontramos con una gran variedad de opciones que me hicieron brillar los ojos. El interior de la boutiqu