Julia estuvo callada todo el viaje, observando sus manos, jugueteando con sus dedos, sintiendo la mirada inquisitiva de ese hombre, aun así no levantó la vista ni un solo momento por miedo a que al hacerlo terminara por confesar todo.Igualmente, ya no podía obligarla a abortar ¿Qué era lo peor que podía pasar? Que rechazara a su hija y la odiara por traer a esa niña al mundo. Quizá eso sería bueno para ella, la ayudaría a olvidarlo por fin.Ciro observaba a Julia por el espejo retrovisor tratando de saber que era lo que pasaba por la mente de Julia, tenía muchas preguntas; sin embargo, de sus labios no salía palabra alguna y fue así, en todo el trayecto al hotel, el auto se metió en el estacionamiento y el mismo fue el que se bajó a abrirle la puerta y así poder ofrecerle su mano.— Gracias — susurró ella porque era incapaz de hablar más alto. Ni siquiera sabía cómo había podido articular aquella simple palabra mientras tomaba la mano de ese hombre y sentís todo su cuerpo responder,
Ciro se esforzaba por encontrar las palabras adecuadas para hacerle entender a Julia que creía que volver a estar juntos era la mejor opción. Sin embargo, sus intentos fueron rápidamente frustrados cuando ella le recordó, de manera fría y despiadada, las palabras y acciones heridas del pasado. Pero fue su siguiente declaración lo que realmente lo dejó atónito.—¡Julia, detente! — Ciro alzó su voz haciendo que todos voltearan a verlos, haciéndolo bajar la intensidad de su voz más no de su mirada — Será mejor que estés preparada, porque de una u otra manera me enteraré la verdad, sobre la verdadera identidad de Hanna y si es mía no seré benevolente contigo.La tensión en el aire era palpable mientras se sostenían la mirada el uno al otro, como si estuvieran en un fugaz combate silencioso.Julia mantuvo su posición sin titubear, sus ojos estaban enrojecidos, estaba triste, rabiosa, enojada, no sabía del todo como sentirse.— No me intimidas con tus amenazas, Ciro. Si deseas descubrir la
El corazón de Julia se volvía a desbocar, era incapaz de entender cómo ese hombre podía hacer que su cerebro se desconectara mientras su pecho subía y bajaba a causa de la forma en que se le aceleraba la respiración.Estaba demasiado cerca, tanto que podía notar su aliento cálido contra sus labios, la presión de su cuerpo contra el de ella mientras la mantenía acorralada contra la puerta.— Ciro…— Julia llevó las manos al pecho del hombre para empujarlo, apartarlo de su cuerpo, pero no pudo, las fuerzas le fallaban. —Julia…— fue lo único que Ciro se permitió decir antes de besarla, de saborear el cielo una vez que sus bocas se conectaron.No solo el deseo dormido fue lo que se despertó en el interior de Ciro, también todos esos sentimientos que había estado reprimiendo y negándose se desataron con la fuerza de un cataclismo natural, arrasando cualquier pensamiento coherente que él pudiera tener en ese momento.Ciro llevó sus manos por el cuerpo de Julia, atrayendo contra su cuerpo, e
Ciro no podía más que encontrarse perdido en la cantidad de sentimientos y recuerdos que parecían querer incendiar todo a su alrededor.—Julia — jadeó su nombre tomándola del cuello, inclinándose y haciendo que alzara su cabeza y así poder besarla mientras llevaba su inflamada hombría entre sus pliegues, empujándose contra ella hasta encontrarse completamente enterrado en su interior.La calidez con la que su hombría fue envuelta casi lo hizo correrse, cuatro años en los que Ciro no había vuelto a estar con otra mujer, de aquel libertino que era antes de conocer a Julia, no quedó nada, pero ahora todos esos años reprimiendo habían acabado, la ferocidad con la que sus caderas afiladas chocaban contra el cuerpo de Julia eran la prueba, la forma en que sus labios recorrían toda su espalda dejando besos y mordidas solo eran opacados cuando él tiraba de su cabello hacia abajo y así poder besarla desde arriba, mientras seguía poseyéndola sin descanso.Julia pudo sentir cada centímetro del m
—No pensaba moverme de todas maneras… —susurró él con suavidad, como si admitir que querer quedarse en esa posición fuera un secreto que solo compartían ellos dosJulia sintió como el peso de su esposo caía sobre su cuerpo y era algo que le encantaba, tenerlo sobre ella, por un instante fue como si el tiempo hubiera retrocedido y ahora solo fueran ellos dos, como si todos los problemas se hubieran desvanecido en el contacto de sus cuerpos, mientras sus mentes se apagaron y solo su piel hablaba.Después de haber compartido ese momento de intimidad, sus labios se buscaron con una urgencia inefable. Fue un beso cargado de la pasión que solo podía nacer de la fusión de cuerpos y almas. Cada roce de sus bocas era un recordatorio de la conexión que habían experimentado, una explosión de deseo y emoción contenida.Las manos de Ciro recorrían de nuevo las curvas y contornos familiares de su esposa, como si quisieran memorizar cada detalle. El aliento entrecortado se mezclaba en el aire mient
El ardor en su mejilla era latente, sobre todo al escucharla hablarle de esa manera, sabía que Julia tenía su temperamento, pero también era una mujer muy cariñosa. Así que la mujer que estaba frente a él era una Julia completamente diferente, la forma que defendió a su hija le agrado y también lo encolerizo aún más.—¿A dónde crees que vas?— Ciro la sujeto de la muñeca volviendo a hacerla caer en la cama —¿Dime qué tanto querías al padre de esa mocosa como para querer tener un hijo con él? No lo que realmente quiero saber es ¿Quién ocupa tu corazón, con quién estás saliendo que me quieres lejos de Inglaterra? ¿Planeas darle un padre a tu hija?Ella lo miró enfurecida, estaba demasiado molesta por como se había atrevido a insultar a su hija como para tener la suficiente paciencia para soportar sus reproches o su forma de actuar y tratarla.Se liberó del agarre con un movimiento brusco de su mano y se encaró con él poniéndose muy cerca de su rostro, pero no era una provocación, era una
— Claro que sí, pequeña. Mi único deseo es pasar este día contigo. Además, te prometí que hoy te llevaría a la feria.La mañana pasó velozmente para Julia, pero no tanto para Hanna, quien no podía evitar sentir impaciencia mientras esperaba que llegara la tarde.— ¿Ya podemos ir a la feria? — preguntó la niña emocionada.— Claro, allá vamos — respondió Julia con dulzura, depositando un beso en la mejilla de Hanna mientras la abrazaba con ternura. Estar con ella tenía el poder de disipar cualquier rastro de mal humor del día anterior.— Yo quiero un unicornio — declaró Hanna nuevamente, abrazando a su madre con más fuerza y mostrando una sonrisa radiante por los besos.Julia ayudó a Hanna a vestirse y a ponerse sus flamantes zapatos nuevos con luces intermitentes, que la niña había insistido en llevar. En poco tiempo, estaban saliendo del coche y quedaron atrapadas por el resplandor de luces multicolores y la música alegre de la feria, que los envolvía a medida que se adentraban en su
— Puede venir, me ganó mi peluche — dijo la niña. — Pero aún tengo que decidir si puede ser novio de mi mamá.Julia se sintió extraña, sin saber cómo actuar. Aún tenía fresco en su mente lo que había ocurrido la noche anterior, las caricias que habían recorrido su piel, las reacciones de su cuerpo y el amor que todavía sentía por él. Pero también tenía claro que no quería un hombre capaz de ser tan cruel como lo había sido en el pasado. A pesar de todo, ¿qué podría pasar si pasaban un rato juntos, verdad?— Ella tiene una lista de cosas que su novio debe cumplir para ser aceptado — aseguró Julia."Una lista", pensó Ciro, apreciando la astucia de la niña, su firmeza para no dejarse sobornar fácilmente. Sin embargo, sabía que esta misma cualidad podría jugar en su contra si tenía intenciones de ganarse el corazón de su madre.— La primera condición es que lleve todos los regalos que consigas para mí en la feria — afirmó Hanna riendo, ofreciéndole el ya pesado unicornio.Luego, tomó su m