Yo decido.

—Todo esto me confunde Leóncio.—Mordisqueo su labio inferior.—¿Qué pasará conmigo si la llegas a encontrar a tu destinada?.

—No pienses en eso. Déjate querer Sol.—Introdujo la lengua en su boca. Dejo que se dejarán consumir por el ritmo que la hacía arder, no solo de sus lenguas, también sus poros exudaban un olor erógeno. —Sube un poco más y abre más las piernas.—Una orden sexual. La acato al instante.

La frondosa punta de Leóncio palpo su entrada, fue entrando en su coño despacio, el beso seguía igual, la acariciaba con sus manos, como antes no lo había hecho.

Fue gustoso sentirlo despacio, su verga gruesa la disfruto en dos oportunidades en esa noche complaciente. El resto se la pasaron durmiendo hasta el amanecer.

Cuando despertó, el estaba pegado al ventanal de la puerta, se levantó con un fuerte ardor en la pelvis. Fue la segunda vez que sintió esa sensación en 24 horas, fue hacia donde estaba Leóncio y lo abrazo por la espalda.

—Es un hermoso paisaje. Lástima que
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