—¿Te das cuenta? Millones aquí… —Iván chasqueó la lengua asintiendo, pero prontamente fueron interrumpidos por un hombre que vino a hablarle bajo a Alexey—. Espera… —el hombre le dijo algo en susurro y Alexey se apresuró a revisar su teléfono, para luego pegarlo a su oreja.—¿Qué sucede? —La mirada de Alexey fue hacia Iván cuando preguntó detrás del teléfono, e Iván pudo notar que su palidez fue evidente.—¿Qué pasa? —preguntó enseguida, mientras Alexey negó.—¡Maldit@ sea…! ¿Cómo pudo haber pasado? —Iván frunció el ceño—. Llamen a los demás, nadie sale de ese centro comercial…En el momento en que “centro comercial” se registró en la mente de Iván, dio dos zancadas largas.—¿De qué se trata? —Alexey apretó la mandíbula.—Iván… yo…—¿Qué?—Es Sibel…Iván no lo dejó continuar cuando salió de aquel galpón donde se encontraban con muchos hombres. Alexey lo siguió llamándolo, pero él no se frenó en ningún momento, cuando realizó la llamada.Incluso su voz vibraba.—Sora…—Señor… acabo de
Sibel recibió su cuarta bofetada de esa mano dura que terminó por romperle los labios. Ella sintió el escozor y la sangre bajar por una línea delgada de su mandíbula, mientras apretó los ojos, teniendo la cabeza de lado. El golpe había aturdido sus sentidos, e incluso la había mareado. —Mátala de una vez… —Déjame hacerle fotos… las necesitamos para la evidencia. La jefe dijo que necesitaba enviárselas a alguien. —Bien… sostenle la cara… —otro dijo mientras Sibel intentó tomar el aire. —¿Para quién trabajan? —ella se atrevió a preguntar en medio de su inestabilidad, pero los hombres se rieron y uno de ellos sacó su miembro para comenzar a orinar encima de sus zapatos mientras el otro grababa un video. —Sibel MacMillan… nieta de Ciro MacMillan e hija de Armand MacMillan… ahora es la perra callejera… A Sibel le tembló la mandíbula y unas ganas impresionantes de llorar la invadieron por completo. Por primera vez en su vida deseó con todas sus fuerzas que la furia de Iván recayera e
—Ella está perfecta… a excepción de los moretones… le receté una crema… le ayudará… —Iván asintió hacia el médico que estaba en su suite, y luego le pasó la hoja a Sora para que se hiciera a cargo de los medicamentos. Eran la una de la mañana, pero no le importaba. Sus ojos se desviaron al cabello húmedo de Sibel, que insistió en bañarse mucho cuando llegaron al lugar. Pudo verla llorando como una niña, pero no le dijo una palabra de lo sucedido, y él tampoco quiso incomodarla. Despidió al médico como también a Sora, y encendió un cigarrillo para sentarse en la cama junto a ella. Sibel tenía la sábana arrumada a sus manos, y odió el hecho de que sus mejillas estuvieran lastimadas. Con sus pulgares, rozó sus mejillas, pero obtuvo un movimiento de ella, y rápidamente sus ojos se instalaron en los suyos de forma inmediata. —¿Por qué estás despierto? —Sibel se sentó de forma lenta, e Iván soltó el humo de su boca. —Te observaba… Ella negó lento. —¿Cómo está Anastasia? —Iván alzó
Al día siguiente, Sibel se miró al espejo para comprobar que alrededor de su mejilla, estaba colocándose de color púrpura, y un poco verde.Ella tomó la crema que Sora le trajo, y se tomó las píldoras que había en la mesa.Se fue a la sala de la suite, y pudo notar que Sora estaba frente a la panorámica con un vaso de cartón de café, que quizás había comprado reciente.—Huele bien… —Sora se giró, y le mostró una sonrisa.—No pensé que iba a levantarse tan temprano… —ella alzó los hombros.—¿Iván?—Está un poco ocupado… resolviendo unos asuntos en la mansión con la señora Ágata.—Puedo imaginarlo… ¿Crees que…? —ella señaló el envase.—Iré por uno… —pero Sibel negó.—Me gustaría estirar las piernas… ¿No queda a unas cuadras? —Sora no pareció muy seguro, pero dejó el vaso encima de la encimera y asintió.—Vamos.Sibel se puso una chaqueta para salir, y al salir del edificio, comenzó a caminar con Sora, y unos tres hombres más a su espalda. Estaba relajada en esencia cuando sus pies se de
—Sora… —Iván tomó su teléfono celular mientras iba en el auto cuando recibió una llamada.—Señor… Su viaje para mañana a primera hora está programado.—¿Dónde está Sibel…?—Ella está en la suite, salí un momento para informarle…—Bien… avísale que voy en camino para que se aliste… iremos de salida.—Señor…Iván frunció el ceño ante la insistencia de Sora.—¿Qué ocurre?—La señorita Mila estaba aquí abajo del edificio… salimos a comprar un café… y ella interceptó a la señorita Sibel… parece que la estaba esperando, su estado parecía un poco desordenado…—La vi ayer cerca del galpón donde encontramos a Sibel… a una cuadra uno de sus autos estaba estacionado mirando la escena… —Iván lo confesó.—Sí, mis hombres también lo notaron, estaba esperando hablar sobre lo de anoche para ello. El hecho importante es… sobre lo que ella le dijo a la señorita Sibel…—Bien… te escucho…Sibel tomó un baño pensando en las palabras de Mila, y frunció su boca cuando esa sensación en su pecho no se iba.So
Sibel bajó del auto mientras todos los hombres de Iván se desplegaban por el aeropuerto. Por supuesto, Iván y el mismo Alexey viajaban en avión privado y tenían más seguridad que los mismos presidentes.Ella se dio cuenta de que Alexey llegaba con su nueva asistente, y ella corría detrás de él, cosa que le hizo arrancar una sonrisa a Sibel en medio de su estado emocional.Antes de que se subiera en el avión, Sibel abrazó a Anastasia mientras ella se ponía un poco roja.—Siento lo que te pasó…Sibel negó.—No te preocupes… estoy bien…—Pues te ves hermosa… —Alexey interrumpió dándole un abrazo, y Sibel se lo correspondió, mientras Iván los observó detenidamente solo por unos segundos, hasta que intervino.—Ya… —él los separó, y enredó los dedos en la mano de Sibel—. Suficiente…Alexey sonrió instando a su secretara que entrara en el avión, y todos tomaron los asientos pertinentes.—¿Cuánto se quedarán en los Estados Unidos? —Sibel le preguntó a Alexey, mientras este miró a Iván.—No lo
Sibel observó toda la habitación en silencio, y abrazó su cuerpo sentándose en la cama. Había pasado horas después del suceso, y aún le temblaba el cuerpo. Todo lo que había escuchado, es que era un ataque, con ayuda de los italianos, y la influencia de Ciro en los Ángeles, pero ella se miraba las manos una y otra vez, sabiendo que su abuelo estaba muerto, por su propia mano. Se había bañado tantas veces como le fue posible, y restregó su cuerpo hasta que la piel le ardió. Había durado horas en la ducha sintiéndose la peor mierd@ del mundo, y sentía los ojos adoloridos de tanto llorar. Pensó todo el tiempo en algún momento cuando volviera a ver a su padre, y se podía imaginar su mirada cuando supiera lo que había hecho. Toda su vida pasó por mente, y supo que necesita un fin. Por su parte, Iván estaba encargándose del asunto, pero cuando ella escuchó la puerta principal de la casa, y las luces de los autos afuera, sintió cómo su piel se encogía. Estaba esperándolo desde hace hora
—Señorita Sibel… —ella se giró en el momento.Estaba descalza en el jardín, de cierta manera despidiéndose de la comodidad de la mansión, cuando Sora se detuvo frente a ella.—El jefe… me pidió que la llevara… a donde usted quisiera… —el nudo se le hizo muy grueso en la garganta—. ¿Tiene las cosas listas…?Sibel asintió de forma lenta.Tenía solo una maleta de sus cosas verdaderas, y lo que habían recuperado de la mansión de su padre hace algún tiempo.No se llevaría una sola cosa de lo que Iván le había comprado, y tampoco tenía idea, de que le diría a Sora para irse.—¿Puedes llevarme a la mansión de los MacMillan? Hay cosas que debo recoger allí… mis tarjetas y cosas que necesitaré.—¿Desea que la escolte y luego la lleve al lugar a donde irá…?Sibel sonrió.—Eso sería perfecto, Sora… —por primera vez en mucho tiempo, Sora también sonrió y asintió.—Bien… entonces la espero.Sibel dio un paso para irse a la habitación, pero se giró a mitad de camino.—¿Iván va a venir en algún mome