CAPÍTULO 107. ¡Huyan!

Marianne estaba sentada frente a una de las ventanas del departamento, escrutando la calle con ojos inquietos. Jay dormía en su pequeño bambineto justo frente a ella, sabía que por largo tiempo no sería capaz de quitarle los ojos de encima, y que Reed tendría que hacerle mucha terapia para que no se convirtiera en una madre paranoica y sobre protectora.

Había pasado ya casi un día entero desde que Gabriel se había ido, y Marianne no podía estar más desesperada o nerviosa. ¿Y si le había pasado algo?

Suspiró inquieta, tratando de alejar aquellos pensamientos no deseados de su mente, y se puso a contemplar el lugar en que había vivido tantas cosas. La ciudad parecía diferente ahora, casi como si fuera un sueño.

Las calles estaban desiertas y silenciosas al atardecer, y el cielo era de un gris ominoso. O quizás solo se sentía así para ella, que estaba esperando por un hombre que no acababa de llegar.

Una lágrima brotó de sus ojos y resbaló por su mejilla, sin que Marianne pudiera hacer n
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