Emma despertó en el frío hospital, su vena conectada a una vía que le suministraba suero. Aun se sentía aturdida, intentó levantarse, pero el mundo le dio vueltas, oportunamente entró una enfermera para ayudarle.—Debe tener cuidado señorita Miller, aun no esta totalmente recuperada—Emma asintió sin ánimos mientras la mujer le ayudaba a recostarse y le acomodaba una almohada tras de su cabeza.—¿Cuánto tiempo he estado aquí?—se atrevió a preguntar, sus voz rasposa por la falta de líquidos.—Veinticuatro horas, se desmayó durante su compromiso, ¿lo recuerda?—dijo la mujer con cortesía y ella se llevo la mano a la cabeza, los recuerdos golpeando contra ella una y otra vez.Claro que lo recordaba, estaba a punto de comprometerse con Stephan para asegurarle un mejor futuro a su hijo y poderse librar del yugo opresor de su tía quien la engañó al verla necesitada de afecto. Justo cuando iba a decir sí, aceptó escuchó su voz y era como si un coro de ángeles cantara de alegría, lo vio y allí
Emma se sentía miserable, ya no habría quien la rescatase, luego de ser dada de alta Stephan la obligó a ir al registro civil, allí firmarían el acta de matrimonio civil y quedaría unida a un hombre detestable que la tenía amenazada, el le dijo que dañaría a su hijo si se negaba a hacerlo y ella no podría continuar con su vida si algo le pasaba a Christian.—Finge que estás alegre—le susurró Stephan al oído, sentía asco de su cercanía, pero tenía que contenerse. Se limitó a sentir y firmar donde el juez de paz le señaló, sus testigos de la boda fueron la secretaria del registro civil y el mensajero del mismo.Lo que podría parecer para aquellos extraños como un acto de amor, no era otra cosa que manipulación. Ella trató de contener las lágrimas mientras su madrina de bodas les tomaba una foto, la impotencia la estaba matando.—Está noche repetiremos nuestro compromiso y más te vale comportarte acorde, o la vieja bruja de tu tía y el mocoso que tienes por descendencia pagaran las conse
Stephanie le había mentido, un par de llamadas a sus hombres en California bastaron para comprobarlo, Ahora estaba en una casa seguridad de la organización, con una bella mujer que había sido su esposa, ella aun lucía nerviosa, como si algo le preocupara. Él pensó que quizás su cercanía le incomodaba.—No te haré daño—Blackthorne le dijo, sentándose en el sofá frente a ella. La bonita joven respondió con una sonrisa que lo hizo confundirse.—Eso lo sé Chris—acortó la distancia entre ellos, lo necesitaba y no podía darse el lujo de perderlo de nuevo—, te extraño—susurró los labios de ella a punto de tocar los de él, era la última jugada que le quedaba.—Soy un hombre y me estas tentando—gruñó por lo bajo.—En serio, ¿lo estoy logrando?—ella susurró a su oído.—¿Qué quieres?—se atrevió a preguntarle, la erección en sus pantalones era evidente.—Te quiero a ti, sobre y dentro de mí—susurrando esto se levantó y procedió a quitarse la pijama que el le había conseguido. Unos senos firmes y
—¿Qué acabas de decir?—Stephanie trató de mantener la calma, pero todo le daba vueltas, se aferró al marco de la puerta con las uñas, para no caerse. Había sido una idiota, una completa idiota, su amabilidad con una extraña estaba por arruinar lo que tanto sonó, soltó una lágrima de amargura, pues fue su culpa que Chris fuera directo hacía ella, lo había arrojado a los brazos de su rival, la única en el mundo que podía quitarle el amor de Chris, y todo era por culpa de Stephan, el siempre lo arruinaba todo.—Asumo que la conoces Steph—soltó Stephan con ironía, se estaba burlando de ella nuevamente.—De todas las perras del mundo, ¿ por que tenías que escogerla a ella—Stephanie golpeó el marco de la puerta con su puño, magullándose en el acto y provocando así que un par de gotas de sangre se derramaran por esta, aunque eso no le dolió, lo que dolía era su corazón, palpitaba fuertemente en su pecho, como si fuerza salirse.—Qué puedo hacer, tenía bonitas piernas—bromeó Stephan y Stepha
Emma se abrazó a Blackthorne, quería pensar que todo mejoraría, si lo tenía a el a su lado todo iría bien, creía firmemente que así seria, con Blackthorne de su lado todo sería fácil, ya no tendría que seguir sometida a las exigencias absurdas de su tía, quien al principio se desvivió en atenciones para con ella y su hijo, pero luego no tardó en mostrar su verdadero rostro.—Tranquila cariño, todo va a estar bien—Blackthorne le acarició el cabello con ternura, sintiendo su preocupación—. Mis hombres ya fueron por nuestro hijo, todo estará bien—besó su coronilla y ella asintió.El grupo de hombres uniformados con trajes negro llegaron hasta la dirección que Emma les había proporcionado. Una mujer mayor, quizás al final de los cuarenta les abrió la puerta.—La dueña de casa no se encuentra—soltó con premura, estaba por cerrar la puerta cuando uno de los hombres de Chris introdujo la punta de su zapato para que esta no pudiera cerrar la puerta.—Venimos de parte de la madre del niño, qu
Una madre siempre está dispuesta a sacrificarse por su hijo, y Emma no era la excepción, con lágrimas en los ojos abandonó la casa de Blackthorne, el único lugar que le brindaba paz y seguridad, donde sabía que su protección estaba asegurada, sin embargo su hijo no estaba seguro. Por alguna razón esta vez se sentía diferente al marcharse, sin culpa, corrió tan rápido como pudo hasta abordar un taxi que pasaba por allí. Con premura le dijo la dirección a donde debía llevarla, le estaba costando controlarse para no llorar, no podía darse ese lujo su hijo la necesitaba fuerte y por él hallaría esa fortaleza que necesitaba.—¿Se siente bien señorita?—se atrevió a preguntar el taxista al notar por el espejo que las manos de la chica temblaban y su rostro tenía signos evidentes de haber llorado.—Estoy bien—mintió—, mi hijo no sé siente bien y necesito verlo—añadió con dulzura, tratando de controlar sus lágrimas, su corazón se estribaba al pensar en él, Christiansborg estaba a merced de St
Emma temblaba de miedo, el dolor que albergaba su corazón le impedía respirar con normalidad, ella sollozaba, sentada en el borde de la cama matrimonial, mientras Stephan preparaba dos copas de champán, el frío helado se apoderaba de su piel, se sentía como aquella noche que estuvo a punto de ser subastada, esa noche maravillosa que conoció a Blackthorne, él era lo único bueno de esa noche, el resto era caos y decepción.Sin embargo en esta ocasión no existiría un Blackthorne que la salvara, no, él no llegaría ella estaba condenada a ser la mujer de Stephan aquella noche, las lágrimas brotaron y el sonrió. —Oh, cariño no llores—le besó la frente con sumo cuidado—, lo mejor esta por venir—susurró contra sus labios y le entregó la copa de licor, ella temblaba cuando la recibió.—Por favor, no tiene que ser así—ella lloriqueando rogaba su piedad. Sin embargo no la recibiría.—Mi dulce Chloé—besó sus labios a la fuerza y Emma lloró con vehemencia—, no sabes cuanto me excitan las lágrimas
Blackthorne sabía que había actuado mal con Emma, pero se dejó manejar por la ira que sentía, ¿acaso ella no podía notar cuanto la amaba? Estaba sacrificando todo por ella una y otra vez, a cambio solo tenía a una mujer indecisa que huía cada vez que se sentía nerviosa, todo sería fácil sino fuera una mocosa inmadura en busca de alguien en quien pudiera descargar sus frustraciones.—Señor creo que fue duro con ella—se atrevió a decir uno de sus subordinados, encendiendo el auto para iniciar su marcha.—Lo sé, pero ella necesita crecer o se quedará sola y amargada para siempre—diciendo esto Blackthorne encendió un cigarrillo y le dio una calada.—¿Quiere que dejemos a alguien para cuidarla?—No será necesario, su esposo está muerto y no tiene ningún lugar a donde ir, lo mejor será que la dejemos sola para que se calme, además no debemos armar escándalo hasta encontrar a mi hijo y irnos con con el sano y salvo.—Como usted diga, jefe—dijo sin replicar, los demás hombres les serían en ca