Emma se abrazó a Blackthorne, quería pensar que todo mejoraría, si lo tenía a el a su lado todo iría bien, creía firmemente que así seria, con Blackthorne de su lado todo sería fácil, ya no tendría que seguir sometida a las exigencias absurdas de su tía, quien al principio se desvivió en atenciones para con ella y su hijo, pero luego no tardó en mostrar su verdadero rostro.—Tranquila cariño, todo va a estar bien—Blackthorne le acarició el cabello con ternura, sintiendo su preocupación—. Mis hombres ya fueron por nuestro hijo, todo estará bien—besó su coronilla y ella asintió.El grupo de hombres uniformados con trajes negro llegaron hasta la dirección que Emma les había proporcionado. Una mujer mayor, quizás al final de los cuarenta les abrió la puerta.—La dueña de casa no se encuentra—soltó con premura, estaba por cerrar la puerta cuando uno de los hombres de Chris introdujo la punta de su zapato para que esta no pudiera cerrar la puerta.—Venimos de parte de la madre del niño, qu
Una madre siempre está dispuesta a sacrificarse por su hijo, y Emma no era la excepción, con lágrimas en los ojos abandonó la casa de Blackthorne, el único lugar que le brindaba paz y seguridad, donde sabía que su protección estaba asegurada, sin embargo su hijo no estaba seguro. Por alguna razón esta vez se sentía diferente al marcharse, sin culpa, corrió tan rápido como pudo hasta abordar un taxi que pasaba por allí. Con premura le dijo la dirección a donde debía llevarla, le estaba costando controlarse para no llorar, no podía darse ese lujo su hijo la necesitaba fuerte y por él hallaría esa fortaleza que necesitaba.—¿Se siente bien señorita?—se atrevió a preguntar el taxista al notar por el espejo que las manos de la chica temblaban y su rostro tenía signos evidentes de haber llorado.—Estoy bien—mintió—, mi hijo no sé siente bien y necesito verlo—añadió con dulzura, tratando de controlar sus lágrimas, su corazón se estribaba al pensar en él, Christiansborg estaba a merced de St
Emma temblaba de miedo, el dolor que albergaba su corazón le impedía respirar con normalidad, ella sollozaba, sentada en el borde de la cama matrimonial, mientras Stephan preparaba dos copas de champán, el frío helado se apoderaba de su piel, se sentía como aquella noche que estuvo a punto de ser subastada, esa noche maravillosa que conoció a Blackthorne, él era lo único bueno de esa noche, el resto era caos y decepción.Sin embargo en esta ocasión no existiría un Blackthorne que la salvara, no, él no llegaría ella estaba condenada a ser la mujer de Stephan aquella noche, las lágrimas brotaron y el sonrió. —Oh, cariño no llores—le besó la frente con sumo cuidado—, lo mejor esta por venir—susurró contra sus labios y le entregó la copa de licor, ella temblaba cuando la recibió.—Por favor, no tiene que ser así—ella lloriqueando rogaba su piedad. Sin embargo no la recibiría.—Mi dulce Chloé—besó sus labios a la fuerza y Emma lloró con vehemencia—, no sabes cuanto me excitan las lágrimas
Blackthorne sabía que había actuado mal con Emma, pero se dejó manejar por la ira que sentía, ¿acaso ella no podía notar cuanto la amaba? Estaba sacrificando todo por ella una y otra vez, a cambio solo tenía a una mujer indecisa que huía cada vez que se sentía nerviosa, todo sería fácil sino fuera una mocosa inmadura en busca de alguien en quien pudiera descargar sus frustraciones.—Señor creo que fue duro con ella—se atrevió a decir uno de sus subordinados, encendiendo el auto para iniciar su marcha.—Lo sé, pero ella necesita crecer o se quedará sola y amargada para siempre—diciendo esto Blackthorne encendió un cigarrillo y le dio una calada.—¿Quiere que dejemos a alguien para cuidarla?—No será necesario, su esposo está muerto y no tiene ningún lugar a donde ir, lo mejor será que la dejemos sola para que se calme, además no debemos armar escándalo hasta encontrar a mi hijo y irnos con con el sano y salvo.—Como usted diga, jefe—dijo sin replicar, los demás hombres les serían en ca
Blackthorne tenía demasiadas cosas en su cabeza que le atormentaban constantemente, quería ir a beber, borrar el dolor embriagándose, pero no podía ser tan inmaduro, necesitaba ir con su hijo, asegurarse de que estuviera bien él era su prioridad, lo único que le quedaría cuando Emma se convirtiera en un triste recuerdo.Por años evitó el tema de Stephanie, sin embargo no podía seguirlo posponiendo, debía definir de una vez que haría con ella, si la perdonaba o le hacía pagar todo el daño.—¿ Dónde está mi hijo?—fue lo primero que Blackthorne dijo al ingresar a su mansión.—Aquí esta, señor—la niñera entró a la sala, sosteniendo al niño en brazos.—Gracias al cielo que estás bien, hijo—le besó la cabeza con alivio, su hijo estaba sano y salvo.—¿Dónde está ella?—se atrevió a preguntar.—Ella esta en su habitación, la que usted dispuso para ella años atrás—el ama de llaves fue quien respondió. Blackthorne asintió, recordando lo intenso que fue su amor por Stephanie en el pasado, quizás p
Meses después...Emma cada día se sentía mejor, desde que se enteró de la llegada de su bebé sus ánimos cambiaron por completo, sin embargo esta vez no se dejó doblegar ni por su suegra y menos por su tía, renunció a la fortuna de Stephan, la que le correspondía por ser su viuda, sin embargo la madre de este consideró apropiado adquirir un apartamento para ella y su futura nieta, sí Emma tendría una niña y tuvo que mentir respecto al nombre de su padre para salvarse.—Te prometo que estaremos bien, ya son casi cinco meses desde que empezaste a formarte dentro de mí y me has dado la alegría que tanto necesitaba en mi vida, cubriste mis días grises con una hermosa lluvia de colores. Eres lo único valioso en mi vida —Emma suspiró acariciando su vientre abultado con ambas manos, estaba tan grande que pareciera su último mes de gestación. En su mente sabía con certeza cuál sería el nombre de su pequeña, iba a ser Helena, Helena Blackthorne, era una lástima que no pudiera llevar el apellido
Quince años después…El verano terminó e inevitablemente la hora de que la hija de Emma volviera al instituto también, los mejores años de su vida los pasaría allí, entre clases aburridas y compañeros con los que no encajaba del todo. Era su último año antes de mudarse, pero en lugar de estar nostálgica se sentía calmada, para ella todo sería igual que siempre, aburrido y monótono.— ¡Lena, ya es tarde! —gritó Emma, su madre desde la escalera.—Ya bajo—respondió—se dio un último vistazo en el espejo ovalado, su cabello castaño claro caía en una cascada de ondas, hasta su cintura, combinaba perfecto con esos ojos color verde, herencia de su madre.— ¡Vas a llegar tarde, niña!—Ya voy— se acomodó el listón azul en su cabello, tomó el bolso y bajo por las escaleras rápidamente.—Te has tardado demasiado—Emma la miró cansada.—Lo sé –Helena se despide de ella con un beso y sale de la casa. El instituto estaba bastante lejos algo, le tomaba como unos cuarenta minutos caminando, sin dud
A pesar de los años Emma todavía sufría de pesadillas, producto de la pérdida de su primer hijo, una lágrima pequeña resbaló por su mejilla, había luchado demasiado por sacar adelante a Helena, ella se había convertido en su vida entera, su pequeña era su mayor orgullo.Stephanie era una parte dolorosa de su vida, la causante de sus desdicha y soledad, por ella se encontraba sola, trabajando como enfermera de tiempo completo en un hospital, donde pasaba las noches varios días a la semana, una parte de ella se sentía culpable por dejar sola a Helena tanto tiempo, pero era la única manera de llevar una vida digna.—Hola, mamá—la voz tranquilizadora de Helena la sacó de sus pensamientos perturbadores.—¿Cómo te fue en tu primer día de clases?—Emma fingió una sonrisa, sosteniendo un tazón de ensalada entre sus manos.—Normal, creo—la joven suspiró dejándose caer en el sofá.—Recuerda lo que te he dicho—le dijo Emma dulcemente.—Lo sé, quieres que socialice un poco, estás preocupada por lo